Top 2020 – 5. Diamantes en bruto, de Joshua Safdie y Benny Safdie

Diamantes en brutoHace prácticamente un año (técnicamente son 365 días, pues se estrenó el viernes 31 de enero) llegaba a Netflix España Diamantes en bruto. La película daba inicio con una introducción inolvidable que conectaba lo que parecía ser un viaje psicodélico por el interior de una gema con el interior del recto del protagonista visto desde la pantalla de una colonoscopia. Un travelling que se quedaría grabado en lo más profundo de nuestra cinefilia durante un año entero, para que en el momento en que se elaboraran las listas de lo mejor del año, todos nos acordáramos de los Safdie.

Volver a ver Diamantes en bruto es toda una experiencia. El filme sigue sorprendiendo porque no necesita apelar al intelecto (aunque muchos han intentado escarbar subtextos sociales o políticos). El cine de los Safdie es a la vez epidérmico, pues se siente en la piel, que de los nervios empiezas a rascarte como si fueras uno de los mineros etíopes rascando el ópalo; y a la vez es un cine que aporrea las entrañas, aunque quizás no sean las más bonitas, como el corazón; quizás con apelarnos al colon sea suficiente para ellos, quién sabe.

La huida hacia delante de Howie (interpretado magistralmente por Adam Sandler, que se pone a la altura del Al Pacino de Tarde de perros o del Harvey Keitel de Teniente Corrupto) es una escapada similar a la del protagonista de Good Time (2017), anterior filme de los Safdie. Si bien este es un largometraje menos austero, el viaje del personaje principal sigue siendo hacia el abismo. Cada paso que se da para escapar de las zarzas no hace más que enredarlo más en ellas.

Porque Howie anda por las calles del distrito de los diamantes de Manhattan hablando por teléfono y encorvado, mirando al suelo. Y cuando debería pararse a pensar y observar alrededor, en seguida suena una alarma, o alguien le trata de vender algo (o de recuperar el dinero que le ha estafado). En ese sentido, el comportamiento de Howie es el de un neoyorquino estándar. Decía Fran Lebowitz en la maravillosa miniserie estrenada hace unas semanas en Netflix: “Es increíble, porque hay millones de personas en Nueva York y la única persona que mira por dónde va soy yo”. Una serie producida por Martin Scrosese, al igual que Diamantes en bruto, por cierto, aunque esta se distancie del cine del gánster clásico para abrazar el cine de los nuevos ricos y peligrosos de Manhattan (gente que ya no se reúne en la parte de atrás de un restaurante de Little Italy, sino en el backstage de un concierto de The Weeknd en el Soho).

Diamantes en bruto

Ese ritmo provocado por el exceso de sonido (un caos que hace indistinguibles los efectos sonoros y algunos diálogos de la película) contribuye a que el cine de los Safdie siga pareciendo cine de guerrilla, aunque tenga el presupuesto de un blockbuster. Porque Diamantes en bruto es un filme de energía contagiosa por lo irreverente e impredecible de su modo de efectuar la puesta en escena, pero también por la escritura del guion y de los personajes. Howie es un hombre caótico y patético, un perdedor con alma de ganador que logra que cada interacción que debería desarrollarse de forma inocente termine en algo potencialmente agresivo y problemático. Los Safdie consiguen complicar, encadenar y trenzar varias acciones y subtramas a la vez sin que perdamos el hilo, pero teniéndonos en una tensión casi angustiosa. Algo tan sencillo como el ir a abrir la puerta de la tienda a los clientes podría terminar en un tiroteo en manos de alguien como Howie.

Aunque por encima de todo, el personaje interpretado por Adam Sandler es un adicto a la victoria. El adicto empieza su problema con una pedrada con la que podría ganar mucho dinero. Paradójicamente, en este caso, la obsesión es con una piedra de Etiopía. Kevin Garnett, personaje clave en el desarrollo de Diamantes en bruto, también es adicto a la victoria: y encuentra en el mito de la gema mágica su fuerza para alcanzarla. “Cuando ganas es todo lo que importa. El gran silencio. Se callan los haters.”, dice el personaje de Kevin Garnett al final del metraje.

Porque Diamantes en bruto vendría a ser como esos partidos en que tu equipo se encuentra en el último cuarto, el entrenador pide tiempo muerto y diseña una jugada que parece que va a funcionar, pero que, cuando el quinteto la pone en juego, se cae a pedazos. Y tú sigues hundido, aúne estás por debajo del marcador, parece que no levantas cabeza, que por mucho que te esfuerces no van a cambiar las cosas.

No deja de ser curioso que lo que le ocurre a Howie en Diamantes en bruto es algo que nos ha ido ocurriendo a muchos durante este 2020. Quizá por ello nos hayamos acordado también de colocar esta película en nuestro listado anual.