Top 2020 – 7. Sinónimos, de Nadav Lapid

Un hombre estado

SinónimosLa independencia, cualquier tipo de independencia, personal, colectiva, puede vivirse como una aspiración, como un objetivo o, incluso, como un ansia. Tanto da si hablamos de la búsqueda de independencia de los adolescentes, de los cónyuges hastiados de sus parejas o de los ciudadanos de un país que quieren serlo de otro nuevo… El camino hacia un nuevo estatus puede resultar extremadamente angustiante y forzar salidas inesperadas.

Yoav está harto de Israel, de su gobierno, de su familia, de su religión, de la sociedad… y se va. Literalmente, con lo puesto. La independencia mediante la fuga. No es un exilio sino un cambio de vida. A poco de llegar a París, destino elegido, pierde toda su ropa y “renace”, tras una ablución, desnudo y libre de ataduras, a una vida nueva.

A partir de ahí es tutelado por dos inesperados amigos, Emile y Caroline, una pareja que se le abre ofreciendo calor humano, ayuda financiera y sexo. Ambos serán sus primeros tutores en el nuevo mundo elegido por Yoav. Él, por su parte, se hace con un diccionario y empieza a absorber, a recitar, palabras que memoriza. Es un ejercicio de aprendizaje pero también una letanía. En su nueva vida, Yoav crea un ritual para sí mismo.

Sinónimos

Nadav Lapid lanza a Yoav a una serie de peripecias que le llevan de la pasividad más absoluta a la acción, de la benevolencia a la rabia, en un itinerario que tiene tanto de risible como de patético por su incapacidad de encajar en ningún punto. La trayectoria de Yoav en su intento de creación de un mundo propio va dando bandazos (llegando a ser guardia de seguridad de la mismísima embajada israelí dónde guiará una multitud a invadirla) y Lapid lo representa con un montaje un tanto cortante, lleno de elipsis temporales. Lapid trabaja un ritmo narrativo, equiparable a la ansiedad vital que consume a Yoav y se basa en la gestualidad de este (un muy adecuado Tom Mercier) para transmitir la tensión.

Atractivo, simpático, inquieto, Yoav va quemando cartuchos de oportunidad hasta que finalmente rechaza la comodidad que Emile y Caroline, cada uno por su lado, le ofrecen. El estado francés se parece a Israel más de lo que él cree. Liberté, égalité, fraternité… un bello lema que no va más allá del marketing. Yoav busca la integración pero en las clases obligatorias comprende que el proceso es más una formalidad que la asunción real de un propósito. Francia no se lo pone tan difícil pero Yoav no quiere ser simplemente un pícaro que encuentra la llave para una vida mejor junto al Sena. Aspira a vivir en un país que sea lo más parecido posible al que tiene en su alma. Finalmente, Yoav emprenderá una solitaria carrera hacia ninguna parte. Quizás ha pretendido crear un país demasiado parecido a aquel del que dejara atrás. Parecidos, semejanzas, sinónimos de sueños que no se hacen realidad.