Con Charlie Kaufman se acabaron las películas fáciles, en algún momento decidió que cada vez que escribiese tenía que sacarse el miembro de los pantalones y hacer un mindfuck al espectador, y es muy posible que con Estoy pensando en dejarlo, arriesgada y ambigua traducción del título original, haya conseguido el polvo perfecto, aunque probablemente él se corra mucho antes que este, que salvo esporádicos casos de lucidez supina, necesitará revisitar la experiencia en su memoria, reconstruirla e incluso directamente revivirla para tener claro lo que le ha hecho el director de Synechdoche New York. No se puede ni se debe pasar por alto ni un detalle en una película en la que hasta el punto de vista está bajo sospecha. Referencias a John Cassavettes y su mujer bajo la influencia, o a David Foster Wallace y su suicidio tampoco deben descartarse como meros apuntes y las largas conversaciones en el coche no dan puntada sin hilo. Mezcla de géneros donde se flirtea con el terror pero sin llegar a concretar y un desenlace que hace replantearse todo lo que uno no hubiera sentido la necesidad de replantearse desde un principio, que no debería ser poco. Mullholand Dr. podría ser un buen referente en cuanto a sensaciones, sobre todo en su tramo final totalmente pasado de vueltas, aunque probablemente con el film de Lynch las ganas de hacer un segundo visionado inmediatamente después fuesen mayores. También con Tenet, puestos a hablar de cine de este año, otro largometraje que también puede resultar algo críptico, y que también deja un regusto diferente, menos amargo, como invitando a volver cuando queramos. En Estoy pensando en dejarlo, de primeras lo más sensato puede ser estar un rato pensando y quedarnos con lo primero que nos venga a la cabeza aunque no sea necesariamente lo que en realidad nos han contado y hacer caso al título en castellano.