Un retorno entre sombras
Regresamos a la Llotja de Lleida para celebrar un Animac que deseamos pos pandémico, tras dos ediciones sacudidas por el Covid. Lamentablemente dos tristes acontecimientos ensombrecieron en cierta medida la celebración. Por una parte, la recién iniciada invasión de Ucrania. Por otra, el fallecimiento de Miguel Gallardo, que iba a ser homenajeado en Animac. Echaré mucho en falta al creador de Makoki, aquel psicópata underground que desde las páginas de El víbora atentaba contra una sociedad post dictatorial ante la mirada atónita de timoratos como yo. Pero también acertado ilustrador de las correrías musicales de los Pinker Tones y Rolf y Flor que entretuvieron a mi hijo y a mí mismo. Autor de tantos otros comic, y motor de Maria y yo (Félix Fernández de Castro, 2010), una cinta basada en su obra y dedicada a su hija y a los que, como ella, padecen de autismo, llamando la atención sobre estos pacientes y su integración social. Miguel deja muchos más huérfanos además de María.
Sin Gallardo, los dos referentes más destacables de esta edición fueron Georges Schwizgebel, de quien se vio una completa retrospectiva de su obra, y Phil Tippett, de quien veríamos de nuevo (tras su pase por Sitges) su desbordante Mad God (2021) y una entrevista online. Dos obras absolutamente distintas pero que comparten entre ellas la persistencia autoral. Schwizgebel desarrolla para sus cortometrajes un estilo pictórico, con transformaciones, más que transiciones, entre una escena y la siguiente, entre un personaje y otro, otorgando a sus historias una cadencia, un ritmo interno, que las aproxima a la ensoñación. De las referencias pictóricas como Le sujet du tableau (1989) a La bataille de San Romano (2017), dónde anima el cuadro de Paolo Uccello, a las microhistorias (ramificadas en posibilidades infinitas) como Romance (2011) o La jeune fille et les nuages (2000) los dibujos, apoyados en musicalidad clásica, se deslizan por las retinas del espectador.
Algo muy distinto a la técnica de Tippett, cuya obra magna se creó durante tres décadas y se basa en la acumulación barroca de miles de objetos. El autor de múltiples criaturas de Star Wars y de los dinosaurios de Parque Jurásico explicó en una conversación informal que no creó conscientemente esta nueva obra sino que fue ella quien le llamó y fue desarrollándose, con la colaboración de tantos admiradores. Hubo en su charla, limitada por la distancia, una continua referencia, más o menos explícita, a la fuerza de la imaginación como motor creativo, algo que la vinculó directa e involuntariamente al motivo de esta edición de Animac. Tippett dejó claro la necesidad de mantener una libertad autoral, algo muy difícil en la industria cinematográfica, y que él se ha ganado con los años, permitiéndose vivir de las ganancias de un cotizado estudio de animación. Tippett destacó como un pequeño experimento que debía durar tres minutos se prolongó durante tres décadas para llegar a constituir un largometraje que incorpora diversas técnicas de stop motion gracias a la ilusión de numerosos colaboradores. Mad God, ese sub mundo frenético y desbordante, merece, realmente, ser disfrutado en diversos visionados.
De la setentena de cortometrajes vistos en las diferentes secciones destacaría obras muy diversas. Affaires of the Art (2021) reafirma a Joanna Quinn como una de las dibujantes más aceradas y acertadas en su hilaridad, ágil visual y narrativamente. Esta historia de una familia obsesionada por el arte en sus versiones más excéntricas, pasando por el body art, la taxidermia y la cirugía plástica es brillantemente sarcástica y técnicamente implacable.
Obras de trazo sencillo como The Stork (Lucija Mrzijak, Morten Tsinakov, 2020) o Guard of Honour (Edmunds Jansons, 2021), con historias metafóricas o anécdotas burlonas, se complementaban con brillantes ejercicios visuales como en Soft tissue (Cliona Noonan, 2021) dónde los cuerpos de dos ex-amantes se metamorfoseaban durante un breve encuentro casual a medida que ambos recordaban emociones y sentimientos. La sencillez y ternura de Homebird (Ewa Smyk, 2021) se complementaba con la divertida lucidez de The Night of the Living Dread (Ida Melum, 2021) dónde una joven insomne es acechada por las meteduras de pata que ha cometido en su vida, a cuál más tremenda, desde a una burla inoportuna, a ridículos estrepitosos. Una brillante reflexión sobre cómo podemos llegar a ser, en lo bueno y en lo malo, que utiliza humor y stop motion para acercarnos un personaje muy, muy próximo a todos nosotros.
Souvenir, souvenir (Bastien Dubois, 2020) era una metanarración dónde el autor revelaba su interés por recuperar los recuerdos del abuelo de la guerra de Argelia y la represión salvaje que Francia ejerció en su colonia, algo que se traduce en un corto bélico desarrollado en un estilo plano y se complementa con imágenes biográficas en un estilo más realista hasta que la confrontación de ambas da a entender la pesadilla que el abuelo del autor trató de olvidar durante toda su vida.
Y los horrores de la guerra resurgieron, amplificados, en La traversée (Florence Miailhe, 2020). Con dibujos pintados en vidrio, la veterana artista debuta en el largo con un emotivo y creíble drama de refugiados. Con potente uso del color y un buen pulso narrativo, Miailhe evita la sensiblería y desarrolla una historia tan completa como, desafortunadamente, actual. Amenazas de muerte, destrucción de hogares y pueblos, disolución familiar, trata y abuso infantil o desarraigo se suceden en la odisea de dos hermanos, separados de su familia, que tratan de cruzar una frontera ante el avance de un enemigo despiadado… Tan contundente como, desafortunadamente, vigente denuncia se erigió para quien esto firma como la evidencia de que la animación mantiene su fuerza expresiva aun en los peores momentos. Confiemos en que la próxima edición sea representada por una obra mucho más esperanzadora.