Más cornadas da la noche
En 1997, el siempre polémico Jonas Akerlund filmó uno de los mejores vídeos de la historia. Smack My BItch Up, de The Prodigy, era una inmersión en una noche de farra que, en realidad, suponía una exploración concienzuda del punto de vista subjetivo. Años antes, en 1969, un toro se llevó por delante la vida del tío de Carlos Pardo Ros, director de H, durante un encierro. Su filme busca recrear esas últimas horas o, en realidad, una fiesta infinita. Lo hace a través de cuatro actores, entre los que destacan Itsaso Arana y el músico Pedro Ladroga, durante una noche de San Fermín. No es una recreación histórica, ni siquiera documentada. Es, simple y llanamente, una recreación sensorial de cómo cree el director que vivió su tío esa última noche de farra. O, lo que es lo mismo, cómo vivimos cualquiera de nosotros una noche en la que se nos va la mano. Como en el caso del vídeo musical de Akerlund, el filme de Pardo Ros es una portentosa exhibición de montaje y sonido. A cada rato nos introducimos más y más profundamente en ese Viaje al fin de la noche. Los planos se van cerrando sobre los personajes, la luz va desapareciendo hasta que no queda ya nada, más que una silueta recortada contra la pared y el vacío absoluto. Es una experiencia alucinante y alucinada que no precisa de más estupefaciente que lo que nos metemos por los ojos y los oídos.