1
Una casa en lo alto de los Alpes italianos. Las estaciones que se suceden, unas delante de las otras. Las flores de la primavera, la nieve del invierno. La vida que pasa. La mirada de un niño. Su transición a adolescente. Su exploración de la vida como adulto. Es lo que trata de capturar la fantástica y bella Las ocho montañas (Le otto montagne, Felix van Groeningen y Charlotte Vandermeersch, 2022), que desde los Países Bajos trae una historia de amistad masculina ambientada en Italia. Rodada en cuatro tercios, formato que en otros casos puede tender a constreñir la imagen —ahí está la ya icónica secuencia de liberación del frame con las propias manos del protagonista de Mommy (íd., Xavier Dolan, 2014)—, en esta ocasión es todo apertura, todo paisaje, imágenes preciosas en escenarios naturales, donde la amistad de dos muchachos, Bruno y Pietro, se desarrolla entre pinos, lagos y animales. Los cuatro tercios sirven aquí, por tanto, para un juego de simetrías, composiciones y equilibrios entre paisajes naturales y la naturaleza artificial construida por el hombre. En el film, las casas de madera y sus vigas, puertas y tejados dialogan constantemente con el formato de cuatro tercios. Y en su interior encierran la historia: varias décadas en la vida de Bruno y Pietro, cada uno representando los arquetipos del ratón de campo y el ratón de ciudad. Sus vidas se entrecruzarán todos los veranos, cuando Pietro vuelva de la ciudad —donde es llevado por sus padres a seguir una vida urbana de estudios y futuros profesionales liberales— al pueblecito donde le espera Bruno, cuyos padres no quieren que estudie, sino que continúe la vida campesina familiar. El motivo más emocional de la película gira en torno a la casa que ambos muchachos, años después de haberse distanciado, deciden construir juntos, en una zona alta de la montaña donde todo son dificultades, y también aventuras. Como todo en la vida, en cada esquina les esperan alegrías, decepciones, amores, noviazgos, muertes, nacimientos, de los cuales la casa común y la naturaleza serán testigo.
2
Una promesa de ver el mar. Una pareja que se desintegra y hace nacer algo nuevo. Una mujer de identidad disidente que lucha por su lugar en el mundo. Música, danza, vecinos en busca de cariño. Son algunos de los elementos que hacen especial Joyland (íd., Saim Sadiq, 2022), la primera película paquistaní en pisar el festival de Cannes y la propuesta del país para los Oscar. En ella se despliegan los pormenores cómicos y dramáticos de una sociedad que apenas conocemos, pero a la que nos parecemos más de lo que creemos.
Con realismo y sin escatimar en crudeza, la película trata las vidas de tres personajes fatalmente entrelazadas: un hombre en busca de trabajo que acaba, casi por equivocación, entrando en un grupo de bailarines de un espectáculo de baile erótico y acaba explorando su propia orientación sexual; una artista trans, protagonista de ese mismo espectáculo, que tiene que navegar en una realidad que le es violenta por el hecho de existir; y, por último, la esposa del protagonista, que encuentra en el caos originado por el nuevo trabajo de su marido un resquicio hacia la exploración de un sexo reprimido y, tal vez y de manera trágica, hacia la libertad.
3
Secretos. Miradas. Represión. Sexualidad contenida. La temática LGTB continúa en otra propuesta de un país donde la realidad de este colectivo sigue siendo tabú. El silencio es el leitmotiv de la marroquí The Blue Caftan (Le bleu du caftan, Maryam Touzani, 2022), ganadora del premio a la Mejor Actriz en el festival. El film cuenta la relación entre el dueño y el empleado de una sastrería de trajes tradicionales árabes. De fondo, muestra la atenta observación de una tercera mirada, la de la esposa del dueño, cuya reacción a la explosión muda que está teniendo lugar en el taller será clave para el inesperado desarrollo del film, más interesado en retratar la compasión humana y el anhelo de la libertad individual que en detallar con dramatismo la desintegración de un matrimonio, que es, claro, otro de sus temas.
En la película, se nos enseña una realidad oculta hasta ahora: el desarrollo de la personalidad y la sexualidad de un hombre gay en Marruecos. Los baños árabes son aquí escenario primordial. Los recovecos, la poca ropa y la confusión del vapor propician encuentros furtivos entre hombres que buscan un hombro sobre el que llorar, una caricia, o sexo salvaje antes de volver a casa con sus esposas. La fotografía logra capturar el sentido del tacto, desde la delicadeza con la que se teje la prenda de algodón llamada caftan o se cuida de una persona enferma, hasta la brutalidad con la que se expresan los afectos prohibidos entre hombres.
4
La sexualidad en la adolescencia. El descubrimiento de la propia identidad. Los traumas generados por quienes se supone que deben protegernos. En Love According to Dalva (íd., Emmanuelle Nicot, 2022), recientemente nominada a los Premios de Cine Europeo en categoría Descubrimiento/FIPRESCI, su directora Emmanuelle Nicot nos sumerge en el día a día de un centro de menores. Su protagonista, que da nombre a la película, lleva tiempo siendo víctima de abusos sexuales por parte de su padre. Al llegar a su nuevo hogar tutelado, deberá aprender a desaprender su conocimiento traumático de qué es el sexo y qué es el amor, y reconectar con su niñez y su temprana adolescencia, con la ayuda de sus tutores y, sobre todo, los otros niños y niñas del centro. La propuesta ofrece una mirada compasiva y optimista, a la par que cruda, al trauma, con una protagonista, Zelda Samson, ofreciendo una de las interpretaciones infantiles del año.