Con Ruido de Fondo Netflix se lanza con los ojos cerrados hacia la propuesta de un gran director para hacer realidad su guion más ambicioso. En este caso, después del éxito de Historia de un Matrimonio (2019), Noah Baumbach vuelve a contar con la plataforma para adaptar la novela de 1985 de igual título que lanzó al éxito al reconocido escritor estadounidense Don DeLillo, una obra apocalíptica que narra la historia de una familia numerosa del Medio-Oeste Americano, formada por Jack Gladney, un profesor experto en Hitler, y su esposa Babbete, una mujer que sufre pérdidas memoria y a quien le da un miedo terrible la muerte.
Hace años que Baumbach se ha ganado el respeto de la crítica por sus últimos trabajos. Desde Fantástico Mr. Fox (Wes Anderson, 2009), a la que, por cierto, Ruido de Fondo hace un guiño en su magnífica escena de créditos final, en el supermercado, pasando por Una Historia de Brooklyn (The Squid and the Whale, 2005), en la que trata una de sus principales inquietudes: el divorcio, hasta Frances Ha (2012), en la que junta por primera vez a Greta Gerwig y Adam Driver para acercarse al Mumblecore y retratar, una vez más, esa visión de la realidad neoyorquina tan influenciada por la obra de Woody Allen. En esta ocasión, el director se aventura a divagar entre la sátira, la ciencia ficción y la comedia volviendo a juntar al ya imparable Driver con la maravillosa Gerwig para representar una pareja atormentada por los problemas de la sociedad posmoderna.
«La familia es la cumbre de la desinformación mundial» pronuncia Gladney (Driver) en medio de una evacuación de la población causada por un accidente industrial. Este accidente ha generado una nube tóxica que puede provocar síntomas como el deja-va o la muerte a largo plazo a todo aquel quien la respire, o por lo menos eso dicen los ordenadores. En este contexto, los protagonistas se enfrentarán a su propia mortalidad mientras encuentran refugio y una falsa sensación de tranquilidad eligiendo qué comprar en el supermercado y qué consumir. Aunque la adaptación es muy fiel a la obra del 1985, parece que esta sociedad de consumo que retrataba entonces Don DeLillo solo ha conseguido empeorar y la ansiedad existencialista que narraba nos representa ahora más que nunca. Si la novela concebía un futuro distópico, Baumbach recupera los miedos del pasado para alertar de un presente aterrador, pues en Ruido de fondo resuenan temas tan actuales como la pandemia del coronavirus, el problema de la infoxicación o la ansiedad.
De esta manera, la película se tambalea entre la paranoia y una realidad absurda que aborda a través de unos diálogos profundos y casi teatralizados, mezclados con un aire ochentero que nos recuerda al cine de aventuras de Spielberg. A pesar de plantear cuestiones interesantísimas, contar con un elenco sublime y una puesta en escena impecable, la película, en su tercer acto, pierde un poco el rumbo al querer fijarse de un modo demasiado excéntrico en el existencialismo y las relaciones de pareja (como no podía ser de otra manera bajo la mirada de Baumbach). Sin embargo, sin ninguna duda, el director de Brooklyn mantiene la coherencia en su guion y nos sorprende positivamente en la que ha sido, hasta ahora, una de sus apuestas más arriesgadas.