Ellas hablan, de Sarah Polley

Un acto de liberación femenina

Ellas hablanEn 2009 fueron denunciados los ataques a mujeres en una colonia menonita en Bolivia, agresiones sexuales perpetradas por los hombres de la misma comunidad. Esta historia inspiró la novela de Miriam Toews, que ella definió como “un acto de imaginación femenina”. Sarah Polley adapta para la gran pantalla la novela en la película Ellas hablan que le ha valido la nominación a los Oscar a Mejor película y Mejor guion adaptado.

Las mujeres de la colonia han sufrido ataques durante años, despertando magulladas, golpeadas y violadas en sus propias camas. Durante años se les ha hecho creer que había sido obra del mismísimo Satán o de su propia imaginación. Cuando los agresores son finalmente descubiertos y llevados ante la justicia, los hombres de la colonia deciden ir al pueblo a pagar su fianza. Los líderes de esta comunidad religiosa sentencian que las mujeres deberán perdonar a sus violadores o serán excomulgadas. Ante este ultimátum, las mujeres deben tomar una decisión y por ello deciden votar entre todas sus opciones: quedarse y no hacer nada, quedarse y luchar o irse. El resultado de las votaciones es muy reñido y finalmente la decisión queda en manos de un grupo de mujeres que se sientan en un granero a conversar sobre cómo imaginan su futuro. Una fábula de como podría ser el mundo, si el mundo cupiera en un pajar.

Ellas hablan

Una reflexión sobre la sociedad patriarcal en la actualidad y los movimientos feministas, una revolución que sienta sus bases en una conversación entre mujeres. La importancia del lenguaje es capital desde el mismo título de la película Ellas Hablan (Women Talking en la versión original), hasta la misma estructura del filme. La película es un largo diálogo, un discurso directo y sin fisuras, una conversación casi teatral entre estas ocho mujeres que hablan desde la ira, el miedo e incluso el sentido del humor para darle forma a su mundo y aquel cambio que pretenden construir. Hablar es en sí mismo un hecho de rebeldía, al romper el silencio que las ha tenido encadenadas durante tanto tiempo. Un grupo de mujeres analfabetas que han sido privadas de la educación más elemental, pero que encontrarán su propia manera de reflexionar sobre su situación, para tomar las riendas de su futuro. Las mujeres de la comunidad, especialmente aquellas que han sido agredidas, han tenido que buscar la mejor manera de comunicar lo que sienten. Las protagonistas explican que no tenían palabras para explicar lo que les había sucedido, porque nunca hablaban de su propio cuerpo.

Ellas toman la palabra y se convierten en absolutas protagonistas, Claire Foy, Rooney Mara y Jessie Buckley son parte de este magnífico reparto que da vida a mujeres muy distintas cuyas experiencias se entrelazan en un trenzado de rabia, dolor y anhelo. Unidas forjan un sentido de colectividad en un grupo que engloba a todas las generaciones, con una mirada transversal. Las madres se disculpan con las hijas por una educación deficiente, mientras las hijas se convierten en madres que miran hacia el futuro. Un espacio seguro en el que hablar con libertad de fe, de venganza y de perdón. Solamente aparece un hombre a lo largo de la película, Ben Whishaw, que interpreta al maestro de la escuela, que a modo de notario recoge las actas de esta reunión. El resto de presencias masculinas son relegadas a un fuera de campo, presentes tan solo como una amenaza.

Ellas hablan

A pesar de tener un tono teatral, el uso equilibrado de los espacios da el aire que esta conversación necesita. Gran parte de las escenas ocurren en el granero, pero las ventanas siempre abiertas dan una mayor profundidad en el sentido formal y narrativo, mostrando la naturaleza y el mundo que hay más allá. La cámara recorre también espacios cotidianos, que vacíos adquieren una carga distinta. Como la escuela, que es un lugar estrictamente reservado para los niños, pero prohibido para las niñas, poniendo en valor la idea de la educación como motor del cambio. Esta comunidad representa un espacio congelado en el tiempo que proporciona una imagen y una estética anacrónicas. Aun así, una realidad reconocible en nuestro día a día, no tan distinta a los titulares de los periódicos, la violencia patriarcal perpetrada de forma sistemática, organizada y cómplice. Si hay algo que falla en esta fotografía antigua son los tonos apagados, que quitan brillo a un ejercicio optimista de reflexión que apuesta por un futuro esperanzador.

Para cuando este grupo de mujeres ha tomado una decisión, tienen clara una idea, quieren proteger a sus hijos, conservar su fe y pensar por sí mismas. Ellas hablan con determinación y una voz propia, con arrojo, sensibilidad y ternura. Si la violencia es capaz de engendrar más violencia, el diálogo promueve más diálogo y esto es lo que la película despierta, las ganas de conversar.