Segundo día en Sitges: parece que ya vamos cogiéndole el ritmo a esto de descansar poco y estar al borde de la taquicardia. No solo por la necesaria sobredosis de café, sino especialmente por la adrenalina que despierta saltar de un visionado a otro sin apenas tiempo para comer, ir al baño o comentar la película que te acaba de volar la cabeza con tus compañeros de batalla. Se vuelve un acto necesario concentrarse en el presente e intentar disfrutar de cada pase al máximo, porque aunque el festival acaba de empezar, sabemos que lo bueno pasa rápido, y que en breve volveremos a estar contando los días hasta octubre de 2024. Mientras tanto, aquí unos apuntes de algunas de las películas que hemos podido descubrir durante el primer viernes del festival.
Last Straw (Alan Scott, 2023) (Panorama)
Empezamos el día con el debut de Alan Scott, que junto a Taylor Sardoni, guionista de la cinta, aterrizan en los cines Retiro para presentar Last Straw. Ambos han comentado que su objetivo con esta película ha sido desafiar las expectativas del espectador ofreciendo un relato incómodo. En este sentido, aun valiéndose de tópicos tan comunes como el pinchazo de rueda o el inquietante ambiente de extrarradio (casi toda la historia se ubica en un restaurante de carretera), consigue resultar asfixiante y nos regala un plot twist de lo más ingenioso. Si pasamos por alto un guion algo inestable, del todo aceptable para una ópera prima, este film centrado en la venganza bien podría erigirse como metáfora del poder patriarcal, incapaz de no generar violencia allá donde pisa. Un survival extremo a ritmo de sintetizadores que recuerda a la joya del cine de terror de los últimos años It Follows (David Robert Mitchell, 2014), no solo por la música ochentera, sino también por una estética visual muy contemporánea.
Wake Up (RKSS, 2023) (Oficial Fantàstic Competición)
Wake Up, del trío de cineastas canadiense RKSS, ofrece un divertidísimo slasher que va al grano y no da un respiro. En un centro comercial al más puro estilo Ikea, unos jóvenes activistas deberán sobrevivir a un guardia de seguridad con instintos homicidas que es todo un experto en caza. Una matanza que recuerda a la escena del almacén de The Equalizer (Antoine Fuqua, 2014), donde el dominio del entorno del asesino le da ventaja sobre sus víctimas, aprovechando cada herramienta a su disposición para preparar trampas letales y jugar al engaño con la presa. Más allá de la sangre y los sustos, Wake Up cuenta con un interesante trasfondo que refleja algunos aspectos de la sociedad actual, dotando al argumento aparentemente sencillo de una grata profundidad.
La última noche de Sandra M. (Borja de la Vega, 2023) (Noves Visions)
Borja de la Vega (Mía y Moi, 2021) aborda en su segundo largometraje las últimas horas de la vida de Sandra Mozarowsky (Claudia Traisac), conocida actriz del destape, que fallecía con tan solo dieciocho años, embarazada y en circunstancias extrañas. La película transcurre enteramente en el apartamento familiar de la actriz, que vive sus últimas horas enclaustrada y aislada del mundo exterior. Poco tardamos en advertir que la aparente normalidad cotidiana no es más que una fachada, que se empieza a desmoronar a base de misteriosas llamadas y visitas amenazantes, con el objeto de impedir que la niña —porque Sandra está convencida de que lo es— llegue a este mundo. Lo que parecía un día tranquilo en la vida de la actriz, se transforma en una claustrofóbica pesadilla. Un punto de partida seductor que invita a la reflexión sobre la doble moral del destape, cuyo canto a la liberación sexual podía llegar a ser casi tan opresivo como el puritanismo católico. Resulta particularmente interesante su tratamiento del misterio en torno a la figura del amante y a la causa de la muerte, que las malas lenguas enlazan con el rey emérito. Es una lástima que una historia con tanto potencial desemboque en un relato tedioso y cargante. Lastrado por un guion pretencioso y vacío, saturado por monólogos insufribles que pretenden ser un medio de lucimiento para la actriz, cuya actuación, por cierto, resulta plana y sobreactuada.
El chico y la garza (Hayao Miyazaki, 2023) (Oficial Fantàstic. Sesiones Especiales)
Como una madriguera sin fondo, El chico y la garza esconde una puerta tras otra, revelándose como una suerte de milagro que desarrolla su mitología a través de las posibilidades que explota la animación. El regreso de Hayao Miyazaki a la gran pantalla confabula una historia íntima, marcada por la ausencia parental y la mirada de un niño frente al mundo —invocando el recuerdo de Mi vecino Totoro y El viaje de Chihiro—. Lejos de ofrecer un relato conciso y diametral, la película se expande descubriendo el universo que imagina, apostando por una afinada sutileza simbólica que conecta con las inquietudes que habitan su obra pasada. El legendario director japonés orquesta una pieza de prodigiosa facturación, que reposa en secuencias llenas de corazón y vida.