Samoa Americana es una pequeña isla del Pacífico, más conocida por sus hazañas futbolísticas, o más bien dicho sus desventuras. Tras sufrir una humillante derrota en los procesos clasificatorios para la Copa Mundial de Fútbol de 2001, encajando una goleada de 31 tantos en el partido contra Australia, se ganó el dudoso honor de ser “el peor equipo del mundo”. Su suerte cambia cuando se cruza en sus vidas el seleccionador Thomas Rongen, quien contra todo pronóstico reconducirá al equipo con el objetivo de marcar, al menos, un gol.
Taika Waititi adapta a la ficción el documental británico Next Goal Wins (2014) dirigido por Mike BrettSteve y Steve Jamison. En esta ocasión el foco no está en las grandes ligas y las leyendas del deporte, sino en el mito de la peor derrota futbolística de la historia. La última película del director neozelandés se inspira en hechos reales, una historia que ya contaba con todos los ingredientes para la comedia. Una oda a los perdedores algo endulzada, con grandes dosis de humor absurdo, marca de la casa, pero que no consiguen estar a la altura de sus anteriores películas.
No se trata solo de una cinta deportiva, a medio camino entre la comedia y la tragedia, esta historia de superación personal habla del duelo por los seres queridos e incluso por las oportunidades perdidas. Michael Fassbender se pone en la piel de un entrenador en horas bajas que acepta el trabajo que nadie más quiere y que resultará el reto de su vida. No es la primera vez que el director desdibuja los límites entre la comedia y el drama, ya lo ha hecho en otras ocasiones, como es el caso de Jojo Rabbit, que le valió el Oscar al mejor guion original. Lamentablemente, esta vez no ha sabido tejer una trama que supiera combinar ternura e irreverencia con el mismo éxito.
Rongen se arrepiente de haber aceptado el empleo en cuanto conoce al equipo, una panda de indisciplinados con poca coordinación que no comparten su creencia de que el fútbol es más importante que la vida misma. Entre ellos se encuentra Jaiyah una mujer transexual en transición, fa’afafine según la expresión que hace referencia a un «tercer género» en la cultura de Samoa. Su personaje es la sorpresa de la película y la única fórmula que parece funcionar en un intento por emocionar al público. Junto a ella, el entrenador encuentra el espíritu de superación a medida que va conectando con los isleños, su despreocupado estilo de vida y su profunda espiritualidad.
En esta ocasión Waititi se aleja de la incorrección que le caracteriza, mostrando un humor blanqueado y mucho más comedido. El resultado es un título para todos los públicos, más correcto y mainstream que alguna de sus películas para la factoría Marvel. Aun así, la comedia deja entrever un sentimiento crítico anticolonialista, con una crítica burlona al hombre blanco que llega a apropiarse de esta isla paradisiaca a través de su propia religión, el futbol. En uno de los mayores aciertos de la película, el humor es el canal para la representatividad y el respeto a múltiples niveles.
Desde la primera mitad de la cinta podemos intuir con facilidad el giro final del guion, a esta falta de misterio se le suma la incapacidad de definir un tono adecuado. La película no termina de encontrar una dirección correcta, resultando incoherente, debido especialmente a la falta de definición del personaje principal. El filme transcurre ligero gracias a los momentos cómicos, pero demasiado desapegado de su raíz dramática. Fassbender no es el único que no encuentra su lugar, también el papel de Elisabeth Moss está totalmente desaprovechado, tanto a nivel actoral como en la exposición de su personaje. Estilísticamente correcta, consigue mantener la atención gracias a la tensión deportiva hasta la competición final.
Encontramos en la película cierta esencia de su director, la sencillez de quien ve el mundo a través de los ojos de un niño, cuando el deporte deja de ser un deporte y vuelve a convertirse en un juego. Una premisa que prometía si tenemos en cuenta el humor ácido y socarrón al que nos tiene acostumbrados, que ha quedado finalmente en una feel-good movie, una película amable con muchas risas y buen rollo.