Claudia Pinto y Carme Elías se conocieron rodando La distancia más larga, un drama en el que una mujer decide donde y cómo quiere despedirse del mundo. Años después coincidían en su segunda colaboración con la película Las consecuencias. El destino es caprichoso y fue precisamente durante el rodaje de esta película que la intérprete empezó a demostrar algunos problemas a la hora de memorizar su texto, el primer indicio que anunciaba lo que más adelante se diagnosticaría como Alzheimer. Mientras seas tú se estrenó en la sección Made in Spain de la 71ª edición del Festival de San Sebastián y es la última y tercera colaboración entre las dos amigas. El documental, recientemente galardonado el Goya a mejor documental, repasa la trayectoria de Carme Elías, a la vez que observa la evolución de su enfermedad.
La ficción y el documental se entrelazan entre el material gráfico de más de 50 años de carrera, un desafío que el celuloide ejerce ante la fuerza del olvido. La actriz queda inmortalizada en el tiempo en todas sus interpretaciones y en su último trabajo ante la cámara. Entre alguno de estos recortes vemos a una jovencísima Carmen Elías respondiendo en una entrevista y confesando que el mayor de los temores para una actriz es quedarse en blanco. El pilar principal en el que se sustenta la línea argumental es precisamente su vocación, el proceso creativo resulta curativo y sirve como canal para despedirse.
El documental es un repaso a toda una carrera en cine, teatro y televisión, un amplio recorrido plagado de éxitos, entre los que se incluyen el Goya a mejor actriz protagonista por su papel en la película Camino. Entre los recuerdos, personales y profesionales, la acompañan todos los personajes que ha interpretado a lo largo de su vida. Es ya imposible para ella dedicarse a su amada profesión, una vida dedicada a enfundarse en la piel de otro, dejando un poco de ella misma en cada una de esas interpretaciones. Ahora los personajes aparecen como fantasmas entre la niebla espesa de su memoria para recordar, mientras aún es posible, la huella que dejaron en ella.
Sin dejar a un lado el lazo que las une, la directora da su propio testimonio en primera persona, acompañando a su amiga durante los últimos años y retratando el proceso con un trabajo sincero e impregnado de ternura. Una mirada cómplice que retrata a la actriz mientras aún se reconoce a ella misma, un ejercicio de observación que le tiende la mano en el transcurso impasible de su enfermedad.
Somos testigos, no solo de la despedida a la profesión, sino de como se abraza la etapa final de la vida. La actriz descubre el valor de la presencia real en el aquí y el ahora, un momento efímero que puede que ya no regrese en forma de recuerdo. La película plantea cuestiones sobre la propia identidad. ¿En qué momento dejaré de ser yo misma? ¿La consciencia se pierde con los recuerdos? Una vez más, un giro del azar quiso que mientras se rodaba la película se aprobara la ley de regulación de la eutanasia, el film plantea también esta materia, la decisión personal sobre cómo queremos irnos de este mundo.