Porque no sabemos cuándo vamos a morir, tendemos a concebir la vida como algo inagotable. Sin embargo, todas las cosas ocurren solo un cierto número de veces. En realidad, muy pocas. Cuántas veces más recordarás cierta tarde de tu infancia, esa tarde que es parte tan profunda de tu ser que ni siquiera puedes concebir tu vida sin ella. ¿Puede que cuatro, cinco veces más? Quizá ni eso. ¿Cuántas veces más verás la luna llena? Quizá veinte. Y sin embargo todo parece ilimitado.
Paul Bowles. El cielo protector
Ars longa, vita brevis
Ryuichi Sakamoto (17-1-1952 – 28-3-2023) no sabía cuándo iba a morir, pero sí que no faltaba mucho, cuando decidió escoger veinte de sus piezas para interpretarlas una vez más e incluirlas así, siquiera una vez, en ese memento mori contable que el escritor Paul Bowles recitaba en la película El cielo protector, de Bertolucci.
Opus: forma en la que se numera una obra en relación al conjunto de la producción de un compositor. En Opus (Neo Sora, 2024), Ryuichi Sakamoto interpreta esos veinte temas, muestra de su enorme y abrumadoramente ecléctica producción, a modo de última voluntad y testamento en el que incluye desde el pop electrónico de la Yellow Magic Orchestra reinterpretado lento 40 años después a sus legendarias bandas sonoras y sus piezas más conceptuales y minimalistas. Del 8 al 15 de septiembre de 2022 acudió al estudio para enfrentarse a ellas solo, sin público alguno, con un piano de cola, tres cámaras 4k, innumerables cables y micrófonos y las fuerzas mermadas.
“Concebí el proyecto como una manera de grabar mis obras mientras aún fuera capaz de interpretarlas», explicó Sakamoto. «Llegué a la filmación un poco nervioso, pensando que probablemente era mi última oportunidad de tocar mis composiciones de esta manera. Toqué algunas piezas que nunca antes había tocado solo en un piano, como The Wuthering Heights (1992) o Ichimei-Small Happiness (2011).
Es su hijo, el cineasta independiente y documentalista Neo Sora quien filma reverencialmente en blanco y negro, con el director de fotografía Bill Kirstein y en primerísimo plano ese canto del cisne, jugando con la iluminación del escenario como si del transcurso de un día se tratara, desde antes de amanecer hasta la noche siguiente. Con las cámaras orbitando literalmente sobre el rostro y las manos de su padre, Sora es capaz de extraer la relación profundamente física entre el cuerpo del músico y el increíble sonido que produce no sin esfuerzo, aún con placer. No hay aplausos, no hay contexto, no hay historia más allá de la música. Ni siquiera sobreimpresiona en pantalla los títulos de las canciones. No es un concierto sino una última representación dedicada a cada oyente en particular y a la posteridad, en forma de hipnótica elegía.
Coda: sección musical al final de un movimiento, a modo de epílogo, que lleva la pieza a su fin. Es, también, el símbolo usado en las partituras para indicar donde comienza el pasaje final de una pieza. En 2017, tras el primer cáncer de garganta, Ryuichi Sakamoto estrenó Coda, un documental sobre el proceso creativo de un músico que pesca literalmente sonidos en un glaciar de Groenlandia o entre las cuerdas de un piano superviviente de Fukushima. Desde la canción de conejito, que compuso en el parvulario con 3 años, hasta 12, su último disco a modo de diario sonoro de sus últimos meses, Sakamoto, genio absoluto y científico del sonido, muestra en Coda el andamiaje teórico, vital e ideológico —como activista político y medioambiental y humanista— que sustenta la obra de un artista que, mucho más allá de sus memorables bandas sonoras, lo ha sido todo en la música del siglo XX y XXI persiguiendo, como un entomólogo, un sonido puro y permanente y, con él, cierta metáfora de eternidad.
Siete años después, no es posible ver sin desgarro a Sakamoto despedirse en esa especie de limbo artificial en el que se convierte el histórico estudio 509 del Centro de Radiodifusión NHK de Tokio, ensimismado mientras persigue en el aire con sus dedos doloridos los elegantes acordes que tocó en un instante anterior y ahora se desvanecen. Neo Sora deja, en el montaje final, solo una digresión fallida en las disonancias de Bibo no Aozora; una palabra de cansancio, el sonido de una respiración pesada. Y es en esos instantes cuando, a pesar de todo lo sabido, de la muerte anunciada, nos sorprendemos de que pueda ser falible y humano el creador de tal belleza. «Tras la filmación, puede que debido al cansancio, me sentí completamente vacío, y mi estado empeoró», explicó Sakamoto después. “Sin embargo, me siento muy aliviado de haber podido grabar esto antes de mi muerte”.
Playlist y guía para ver Opus
01: Lack of Love. Intro. Lack of Love es un videojuego de simulación que Sega publicó en Japón en el año 2000. La música electrónica y parte del guion, en el que una criatura debe evolucionar en un planeta alienígena, son de Ryuchi Sakamoto. El compositor y el director del juego, Kenischi Nishi, estaban interesados en cuestionar la forma de vida actual contraria a la armonía entre los organismos vivos de la Tierra.
02: BB no es una pieza dedicada a Brigitte Bardot, sino a Bernardo Bertolucci. El director le contrató como actor para El último emperador y Sakamoto acabaría escribiendo la banda sonora de la película y después, también para él, las de El pequeño Buda y El cielo protector. En sus memorias, Sakamoto cuenta que Bertolucci le dio solo unos días para componer la música y grabarla: ¡Morricone lo haría!, le dijo. Sakamoto también.
03: Andata pertenece al disco Async, su decimonoveno álbum y el primero que publicó en solitario tras superar en 2015 el cáncer de garganta. Sakamoto compuso el disco durante el tratamiento como si se tratara de la banda sonora de una película inexistente de Andrei Tarkovsky. Se inspiró también en su eterno referente Debussy, en John Coltrane y en las corales de Bach para hacer la suya propia, utilizando sonidos extraídos de objetos cotidianos, obtenidos en grabaciones de campo. Andata es la única pieza compuesta antes del diagnóstico que hay en Async, un disco que incluye también la voz de Paul Bowles recitando el texto que encabeza este artículo.
04: Solitude. Pertenece a la banda sonora de Tony Takitani (2004) un drama del director Japonés Jun Ichikawa sobre un relato de Murakami.
05: For Jóhann. Hay al menos dos Jóhhan en la vida de Ryuichy Sakamoto: Sebastian Bach, claro, y Johann Johannson, compositor islandés —también conocido por sus bandas sonoras— muerto a los 48 años, con quien colaboró entre otras cosas en la reelaboración del Solari, de Async.
06: Aubade 2020. Aubade fue en origen un tema electrónico que Sakamoto compuso para un anuncio de sidra en 2009, y que aún se puede escuchar en YouTube. En 2020 Sakamoto volvio a él con una maravillosa y barroca versión piano solo.
07: Ichimei – Small Happiness. El tema forma parte de la banda sonora de Ichimei (Hara-kiri: muerte de un samurái), de Takashi Miike, remake a su vez de la película homónima de Masaki Kobayashi de 1962. Por primera vez la interpreta solo al piano en Opus.
08: Mizu no naka no bagatelle. La canción fue escrita originalmente para un anuncio de Whisky Suntory ‘Old’ en 1983. El propio Sakamoto protagonizó después (y antes que Bill Murray en Lost in Traslation) un anunció de Whisky Suntory en el que miraba soñadoramente una destilería y abrazaba una barrica. La música de Sakamoto era bastante mejor que la puesta en escena.
09: Bibo no Aozora. La canción se publica por primera vez en una versión vocal en el disco Smoochy (1995). Después, Sakamoto ha interpretado esta pieza (entre las favoritas de quien esto escribe) en diversas versiones instrumentales para piano y en formato trío con Jacques Morelembaum (cello) y Everton Nelson (violín), para el álbum 1996. Aparece también, entre otras, en la banda sonora de Babel, de Alejandro González Iñarritu y fue versionada por Jarvis Cocker y Chilly Gonzales en el álbum Room 29, bajo los títulos The Tearjerker y The Tearjerker Returns.
10: Aqua. Forma parte de la banda sonora de Monster, (Hirokazu Kore-eda, 2023) que se estrenó tres meses después de la muerte de Sakamoto con su música como opus póstumo. Kore-eda, que ya había intentado trabajar con Sakamoto 10 años antes en otro proyecto, le escribió una carta pidiéndole la banda sonora. El músico, ya enfermo, aceptó, pero le dijo que no tenía fuerza para abordar la partitura entera y compuso dos temas, dándole permiso para usar en el resto de la película música de 12, su último álbum.
11: Tong poo, tema de synth pop inspirado en los videojuegos, pertenece al álbum Yellow Magic Orchestra, primero de la banda del mismo nombre de 1978 que formada por Sakamoto, Harumi Hosono (bajo, techado y voz) y Yukihiro Takahashi, fue pionera del tecno-pop, influenciada directamente por Kraftwerk. En Opus, Sakamoto, la ralentiza por primera vez al piano.
12: The Wuthering Heights. En 1992 Sakamoto publicó la banda sonora de Cumbres Borrascosas (Peter Kosminsky) que se convirtió en otro clásico del compositor. En julio de ese mismo año participó en la música de la ceremonia de inauguración de los Juegos Olímpicos de Barcelona y publicó también la banda sonora de Tacones Lejanos (Pedro Almodóvar, 1992) de la que nunca se sintió satisfecho. Por si faltaba algo, en agosto publicó el libro Tomoyo: Mata Au (Volvemos a vernos, amigo) escrito junto al escritor y director de cine Ryū Murakami.
13: 20220302 – sarabande. La sarabanda es una danza de origen español que forma parte de la suite barroca. 20220302 – sarabande es una de las pistas del álbum 12, el último disco como solista de Ryuichi Sakamoto, que se publicó el 17 de enero de 2023. Cada pieza del disco se nombra con una fecha, a modo de diario sonoro y esta es la única que lleva una descripción tras la cifra: “Quiero que os imaginéis una danza lenta y elegante en compás ternario”, escribió.
14: The Sheltering Sky. En 1990 se publicó la banda sonora de El cielo protector, su segunda colaboración con Bertolucci que le valió también su segundo Globo de Oro a la mejor Banda Sonora original. Pawl Bowles, autor de la novela en la que se basa la película, aparece en ella como narrador y sus textos causaron un profundo efecto en Sakamoto que los atesoraba en varios idiomas.
15: 20180219 (con piano preparado). John Cage, uno de los músicos que, con Debussy, más influenciaron a Sakamoto, no fue el primero en alterar el timbre de un piano (Satie y Villalobos lo hicieron antes) pero sí quien acuño el término “piano preparado” e hizo famosa la técnica de introducir objetos entre las cuerdas para modificar su sonido. En Opus vemos a Sakamoto preparar su piano con abrazaderas en las cuerdas para tocar uno de los pasajes de su diario musical.
16: The Last Emperor. Sakamoto conoció a Bertolucci en 1983 en el Festival de Cannes, donde se estrenaba Feliz Navidad Mr. Lawrence (Nagisa Ōshima, 1983). Ya allí el italiano le habló del proyecto de El último emperador, pero fue tres años después cuando le propuso interpretar a Masahiko Amakasu, militar japonés que dirigió la Asociación de Cine de Manchukuo. Sakamoto compuso la primera pieza en el local de la asociación, con un piano viejo y desafinado y la ayuda de la banda local. Seis meses después, Bertolucci le encargó repentinamente toda la música, 44 temas que tuvo que componer y ajustar en dos semanas, tras las cuales fue ingresado por agotamiento. Bertolucci se cargó la mitad en la edición final y Sakamoto (con David Byrne y Cong Su) ganó un Oscar. “Tenía la mente en blanco y hablé en un inglés desastroso. En el momento que dije ‘I wanna thank’ pensé: la he pifiado. Era un extranjero y no me habían educado para estar en un lugar como ese. Ya no tenía remedio, pero para mí fue el desliz de mi vida”.
17: Trioon I es uno de los temas de Vrion, el álbum que inició la colaboración entre Alva Noto (el músico alemán Carsten Nicolai) y Ryuichi Sakamoto en 2002, y al que seguirían Insen (2005), revep (2006) utp (2008) y Summus (2011), cuyas inciciales forman el acrónimo Virus. Vrion, minimalista y experimental, fue elegido álbum del año por la revista The Wire.
18: Happy End. Es la canción con la que arranca el álbum Three (2012), en el que Sakamoto revisa alguna de sus bandas sonoras y otros temas con Jacques Morelembaum (violoncello) y Judy Kang (violin). Ryuichi Sakamoto ya había trabajado con Jacques Morelembaum en 1996 y con él y su esposa Paula como vocalista en Casa (2001), un homenaje al brasileño Antonio Carlos Jobim grabado en su casa de Río de Janeiro y con Sakamoto tocando su piano, en un disco memorable que tuvo segunda parte.
19: Merry Christmas Mr. Lawrence puede ser la pieza más conocida de Sakamoto, inagotable a pesar de haber sido reinterpretada y versionada hasta la extenuación por el propio Sakamoto y decenas de músicos, siempre hermosa y deslumbrante en cualquiera de sus versiones, incluido el Forbidden Colours de David Sylvian. También en esta película, Sakamoto fue primero contratado como actor. Antes de aceptar, en un impulso, añadió: “solo si también escribo la banda sonora”. Nunca había escrito ninguna.
20: Opus es la primera pieza de BTTB (1999), un álbum de piano cuyo título es un acrónimo de Back to the Basics y que podría ser el vals que acompañara unos melancólicos —no tristes— títulos de crédito. La música suena como última canción de la película. El piano toca, pero Sakamoto ya se ha ido.