El pasado abril se celebraba la octava edición del Festival Internacional de cine de Barcelona-Sant Jordi, también conocido como BCN Film Fest. Un año más, la calle Verdi y los cines del mismo nombre allí situados se convertían en un punto de encuentro para cinéfilos y recibían invitados especiales, en ocasiones con alfombra roja incluida, para presentar las diferentes proyecciones del variado programa. Situado en torno al día de Sant Jordi, el certamen barcelonés se centra especialmente en adaptaciones de libros o en acontecimientos y personalidades históricas.
Este año, por ejemplo, se proyectaba La última sesión de Freud, la nueva película de Matt Brown como director tras El hombre que conocía el infinito (2015). En La última sesión de Freud se plantea una larga discusión entre el famoso psicoanalista que da nombre a la obra y el escritor C. S. Lewis. En el filme, el apologista cristiano intentará rebatir la oposición de Freud a las creencias religiosas, dándose así un debate en el que ambos intelectuales comparten todo tipo de argumentos y opiniones, tratando temáticas que van incluso más allá de la religión. Un filme puramente dialogado, aunque cuenta con un buena fotografía y, en escenas concretas de carácter onírico, la puesta en escena ofrece imágenes de gran belleza. Otra personalidad en la medicina coetánea al psicoanalista fue María Montessori, una de las primeras mujeres médico en Italia y principal responsable del modelo educativo al que da nombre, el método Montessori. María ya contó con un biopic televisivo en 2007, una película italiana de Gianluca Maria Tavarelli. Ahora como producción francesa y dirigida por Léa Todorov, el festival proyectaba el nuevo filme basado en la pedagoga, María Montessori, la cual cuenta su historia y la del método a través de un drama maternal, centrándose sobre todo en el aspecto feminista más que en el educativo (ya el título original, La Nouvelle Femme, supone una declaración de intenciones). Sirviéndose de lo conflictivo que podía resultar en aquella época ser una madre soltera, en la película Montessori cuida de los hijos de los demás mientras se ve privada de poder estar con el suyo propio. En general, María Montessori es un biopic funcional pero que cuenta con momentos realmente efectivos, como cuando la pedagoga, en una aula apenas iluminada, imparte un discurso de independencia y empoderamiento femenino, o el momento en el que se descubre el efecto de la música en los alumnos de la escuela. Por otro lado, La Promesa de Irene (Louise Archambault) cuenta la sorprendente historia de Irena Gut Opdyke, la cual aprovechó su estatus como ama de llaves de la casa de un comandante nazi para refugiar a una docena de judíos en la vivienda de su jefe. Con imágenes impactantes y un tono dramático sobrecargado, el guion viene de la mano de Dan Gordon, escritor de la obra de teatro homónima (en su versión original, Irena’s Vow) y que narraba la misma premisa. El resultado es un filme que no acaba de librarse de su condición teatral, recayendo con frecuencia en los diálogos para exponer los hechos, aunque sin perder por ello el suspense y la tensión de las situaciones límite a las que se vieron sometidos tanto Irena como los judíos escondidos.
En un registro completamente opuesto se encuentra Daaaaaalí!, de Quentin Dupieux, una disparatada comedia de corta duración en la que el surrealismo, el punto fuerte de la película, sirve de excusa para estar saltando de un gag a otro sin parar. Pasillos interminables, sueños recursivos y la imposibilidad de entrevistar al extravagante artista crean una sucesión de escenas tan absurdas como delirantes. Otro artista con su representación en pantalla es Anselm Kiefer, el pintor y escultor alemán cuyo trabajo no duda en abordar temas tabú de la historia de su país. El director Wim Wenders le homenajea con el documental Anselm, una película impregnada de arte que se sirve de esculturas, cuadros y poemas para crear un hermoso viaje onírico para navegar por los recuerdos del artista y algunos acontecimientos de su carrera. Wenders contaba con doble presencia en el certamen barcelonés, puesto que su documental Tokyo-Ga (1985) se proyectaba como parte de una retrospectiva del cineasta Yasujirô Ozu. En el documental, el director alemán visitaba Tokio con la esperanza de encontrar las entrañables imágenes de aquel Japón que tanto cautivaba en el cine de Ozu. Aunque lo que encuentra Wenders en el 85 parece más sacado de Blade Runner (Ridley Scott, 1982) que de He nacido, pero… (Yasujirô Ozu, 1932), el filme encuentra pequeños retazos del cineasta japonés que persisten al paso del tiempo, además de ofrecer interesantes entrevistas con Yuharu Atsuta y Chishū Ryū, director de fotografía y actor favorito de Ozu respectivamente. Como parte de la retrospectiva había una gran selección de filmes de Ozu, desde sus trabajos en el cine mudo como la mencionada He nacido, pero… y Un albergue en Tokio (1935), ambas películas caracterizadas por la simpatía que transmiten los niños protagonistas, hasta abarcar el resto de su carrera con obras tan aclamadas como Cuentos de Tokio (1953) y el remake sonoro de He nacido, pero…, Buenos Días (1959), además de la película que daba la imagen de este año al festival, Primavera Tardía (1949), y su reescritura El sabor del sake (1962), ambas sobre padres que deben dejar marchar a sus hijas y enfrentarse a la melancolía del paso del tiempo y de los lazos familiares.
Más allá de las referencias históricas y de artistas homenajeados, el BCN Film Fest proyecta películas de todo tipo y género. Por ejemplo, Descansa en paz, presentada por la directora Thea Hvistendhal en compañía de Angel Sala, ofrece una propuesta de terror de lo más interesante. Basada en el libro homónimo del escritor John Ajvide Lindqvist (autor de la novela Déjame Entrar), la directora noruega construye una atmósfera cargada e inquietante en torno a la premisa de que los muertos resucitan. Lejos de ser una película de zombis al uso, Descansa en paz centra su relato en el duelo de varios personajes que, de repente, tienen una segunda oportunidad con sus seres queridos que habían fallecido. De un modo similar, aunque menos tétrica y más cotidiana, en la adaptación del cómic de Paco Roca, La Casa, los personajes también tienen que pasar por el duelo, en este caso tres hermanos que se reúnen tras la muerte de su padre en una vieja casa rural de la familia. Obligados a lidiar con sus diferencias y desencuentros, cuestionando el pasado y enfrentándose al futuro que está por venir, los recuerdos invaden la pantalla en escenas que siguen el formato de cintas de vídeo caseras. Una película entrañable y melancólica sobre la nostalgia, los lazos familiares y la reflexión de las decisiones que, vistas desde la distancia temporal, pueden resultar dolorosas. Los recuerdos (y la ausencia de ellos) también suponen un punto central en Memory, de Michel Franco, aunque desde una perspectiva más turbia que cuestiona la fiabilidad de la memoria. Saúl (Peter Sarsgaard), diagnosticado con demencia, sufre episodios de pérdida de memoria. Por su lado, Sylvia (Jessica Chastain) vive constantemente condicionada por dolorosos recuerdos de su juventud. Cuando Saúl y Sylvia coinciden en una fiesta, da comienzo una relación de lo más inusual en la que no solo deben hacer frente a sus problemas íntimos y personales, si no que también deben oponerse al juicio externo de sus familiares.
Por último, Hit Man: Asesino por casualidad, la nueva película de Richard Linklater, sirvió de clausura para el festival. El aclamado director asistió a Barcelona para presentar su nuevo trabajo, una divertida comedia que tuvo su estreno en el Festival Internacional de Cine de Venecia. Basada en un artículo de Skip Hollandsworth en la revista Texas Monthly, el filme plantea, desde el sentido del humor y en tono ligero, temas filosóficos mediante la sorprendente historia real de Gary Johnson, un profesor de universidad que colaboró con la policía haciéndose pasar por asesino a sueldo para capturar a potenciales criminales. En honor a su carrera, Linklater fue galardonado con el Premio de Honor del BCN Film Fest 2024.