Memory, de Michel Franco

MemoryEn Sundown (2021), un ensimismado Tim Roth, acuciado por una situación vital complicada, se despoja sin remordimientos de toda atadura para abrazar, al fin, el momento presente. Lo hará lejos de su Inglaterra natal, seducido por la belleza del paisaje y las formas de vida en apariencia tranquilas de la ciudad de Acapulco, en la costa del Pacífico de México. Será aquí donde, de manera inesperada y ante la incomprensión y el rechazo de su entorno más cercano, parecerá poner, tal vez por primera vez, su felicidad en el centro de todo. Esta determinación personal que navega a contracorriente de los convencionalismos sociales es un rasgo habitual en muchos de los protagonistas de las películas del mexicano Michel Franco. Ocurre también con el personaje interpretado por Naian González Norvind en Nuevo Orden (2020) —Gran Premio del Jurado en el Festival de cine de Venecia— que, de la misma manera, abandona su zona de confort y pone su vida en riesgo para ayudar a otra persona, actuando en base a unos principios que no son entendidos por el resto de miembros de su privilegiado entorno. En Memory (2023) Franco reincide en esta idea, situando en este caso la acción en un Nueva York grisáceo e industrial, donde Sylvia (Jessica Chastain), una trabajadora social y miembro de Alcohólicos Anónimos, vive con su hija adolescente en un piso de puertas raídas, situado en un barrio humilde, frente a una ruidosa carretera y con un paisaje de neumáticos apilados. Tras acudir a una reunión de ex alumnos de su instituto, el encuentro con Saul (Peter Sarsgaard) reavivará en ella los traumas no resueltos de un pasado que al fin decidirá enfrentar.

Memory

Memory explora el vínculo creado entre dos seres imperfectos que actúan desde la libertad, tomando decisiones en coherencia con aquello que necesitan, algo que entrará en conflicto con las expectativas de un entorno familiar que recibe estas decisiones como afrentas personales. En cierto momento del filme la madre de Sylvia, tras conocer la nueva relación sentimental de su hija, le dice: ¿cómo puedes hacerme esto?. Por su parte el hermano de Saul interpela a éste advirtiéndole que no puede tomar decisiones racionales en su estado. El director mexicano pone en valor el hecho de que cualquier persona tiene la oportunidad de cambiar y tomar las riendas de su vida pese a no cumplir con los estándares familiares y sociales. Una determinación personal que no acostumbra a estar ligada en sus películas con un destino necesariamente exitoso, pero que encuentra su triunfo precisamente en el hecho de poder llevarse a cabo. En muchos casos la enfermedad se convierte en el motor que desencadena el cambio y en este sentido Memory explora la complejidad de la enfermedad mental degenerativa en su estadio inicial, donde quien la padece todavía es consciente de sus actos y reelabora continuamente su identidad en base a unos recuerdos cada vez más volátiles. La película plantea una historia de amor atípica, algo sórdida por momentos, pero a su vez entrañable y conmovedora.

Memory

El realizador mexicano se entrega con devoción al rostro de la actriz Jessica Chastain, abundando los primeros planos que capturan su fisonomía desde todos los ángulos. Hay además un énfasis por retratar la intimidad del hogar y sus espacios así como un interés en el detalle de las pequeñas acciones cotidianas. En reiteradas ocasiones vemos como Sylvia cierra la puerta de su apartamento con llave, conecta y desconecta la alarma, recoge la ropa o friega los platos, algo que acabará haciendo también junto a Saul. No hay una intención por obviar estas rutinas diarias, a priori irrelevantes, sino todo lo contrario, algo que ayuda a humanizar a los personajes al mismo tiempo que traza detalles sobre su personalidad. En este sentido los rituales que lleva a cabo Sylvia dentro de su apartamento hacen pensar en un trastorno obsesivo-compulsivo, algo que no se subraya en exceso, pero que sí se puede intuir. El filme, despojado de banda sonora como tal, encuentra su único asidero musical en el uso diegético de la canción A Whiter Shade of Pale, éxito de la banda británica Procol Harum, que sirve como punto de conexión emocional entre los dos personajes principales, acompañados por lo demás únicamente de los sonidos de la ciudad. Franco no solo dirige la película sino que también firma el guion y es responsable del montaje junto a Oscar Figueroa, reafirmando una vez más su estilo propio como autor. Se desprende entre él y Jessica Chastain una complicidad evidente, respaldada por las declaraciones de admiración mutua que se profesan, algo que ya ha fructificado en un segundo proyecto en común, actualmente en postproducción, y que apunta hacia una dupla profesional que podría ser tan prolífica como la de Lanthimos y Emma Stone o Ti West y Mia Goth.

Entrevista Michel Franco

Sundown, de Michel Franco