Los trapos sucios se queman en casa
Dani de la Orden dirige Casa en llamas, la que probablemente sea su mejor película hasta la fecha. Lejos queda su debut con la divertida comedia romántica Barcelona, noche de verano. Esta vez se trata también de una comedia, pero con un profundo drama familiar como telón de fondo. El film tiene un punto teatral que podría recordar más a su película Litus, pero con un toque mucho más oscuro que denota madurez.
Toda la familia es convocada por parte de la matriarca, una inmensa Emma Vilarasau, a pasar un fin de semana en la casa de veraneo, con la excusa de que la van a vender pronto. A la cita acuden los dos hijos con sus parejas y el exmarido, una familia emocionalmente desestructurada, padre ausente, madre manipuladora, una hija sobreviviendo a su propia maternidad y un hijo narcisista incapaz de madurar. Todos los ingredientes están servidos en esta ácida sátira que empuja a sus personajes al límite, tensando la cuerda invisible que une a cada miembro de la familia.
Entre los gin-tonics de la sobremesa se propone un juego, que lejos de resultar un inocente entretenimiento, trastornará a todos los presentes. Cierra los ojos, imagina que estás en un lugar seguro, en el que te sientes cómodo y de pronto, un incendio. Al fondo oyes una voz, esta persona es la que te ayudará a salir de entre las llamas. A partir de este momento todos los personajes tendrán que hacer frente a sus miedos, frustraciones y algún secreto oculto.
Eduard Sola firma un guion inteligente y equilibrado que combina dosis de humor lanzadas en el momento preciso, con situaciones cotidianas y un tono de sobriedad que genera una tensión continuada. Cada personaje va destapando pieza a pieza sus secretos más profundos con una naturalidad que espanta, mostrando todos sus defectos y al mismo tiempo revelando su verdadero yo. La película atraviesa distintos temas como la responsabilidad emocional o las relaciones tóxicas, así como las diferencias generacionales y la desigualdad de género en el entorno familiar. A pesar de todos los frentes abiertos en esta historia coral, se consiguen ligar las tramas con perspicacia.
El eje central de la película es un personaje femenino a punto de estallar. Una madre abnegada por los suyos, que arrastra el desengaño de la maternidad y de un matrimonio fracasado y que solo desea con todas sus fuerzas algo de reconocimiento. Cada personaje se convierte en un incómodo espejo en el que vernos reflejados, que nos habla con brutal sinceridad y demanda que lo miremos con la misma honestidad, porque es fácil reconocerse en muchas de sus faltas. Siguen a la madre de familia Maria Rodríguez Soto como la hija, Enric Auquer en el papel de hijo y Alberto Sanjuán es el exmarido, acompañados de Macarena García, Clara Segura y José Pérez-Ocaña.
Son probablemente las interpretaciones de un reparto sin fisuras y la excelente dirección actoral, la mejor baza de la película. La comunión de todos estos intérpretes da pie a diálogos muy frescos a pesar de lo calculado de cada escena, que trazan con buen ritmo la tóxica dinámica familiar. La elegancia en la puesta en escena y los bucólicos paisajes de la costa brava, como una postal de verano, contrastan con la parodia de esta familia burguesa dispuesta a quemarlo todo en el lugar donde un día fueron felices.