Single8, de Kazuya Konaka. Festival Nits de Cinema Oriental de Vic 2024

Single8Desde una artesanía amateur, el veterano Kazuya Konaka —director de distintas entregas del universo de Ultraman— invita a la inspiración de los primeros pasos, del descubrimiento del amor a la fascinación por hacer cine (y viceversa). Ahí, Single8 establece un paralelo dramático coherente a su desempeño como película, trasladando ese entusiasmo a aquella que hacen los protagonistas de la misma; un grupo de estudiantes de secundaria influenciados por La guerra de las galaxias, estrenada en Japón en 1978.

En ese escenario, Single8 plantea una serie de arquetipos recurrentes en este tipo de historias escolares, donde la excusa del festival de final de curso sirve a los alumnos como motor para emprender ese proyecto artístico y pasional, haciendo de su hazaña la conquista de un devenir incierto. Es el caso de Linda Linda Linda (Nobuhiro Yamashita, 2005) con la formación de una banda de música o Keep Your Hands Off Eizouken! (Masaaki Yuasa, 2020) con la creación de un club de animación; si algo contienen estas obras es su forma de canalizar la amistad mediante esa afición compartida, una mayormente marginal o poco reconocida por el resto de sus compañeros. En ese aspecto, el empeño desinteresado por llevar a cabo ese plan común fortalece una idea de estima sumamente valiosa, reconociendo en ella a esos amigos raros que, curiosamente, les gustaba lo mismo que a ti.

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En la película, ellos son Hiroshi (Yu Umemura) y Yoshio (Noa Fukuzawa) y harán de director y actor protagonista respectivamente. Más adelante se suman al grupo un tal Sasaki (Ryuta Kuwayama) y la chica que le gusta al primer mencionado: Natsumi (Akira Takaishi) —Chisato en las divertidísimas Baby Assassins—. Sin mayor ambición que la de rodar lo que pueden imaginar, el equipo se las ingenia de mil formas para conseguir replicar el impacto producido por la película de George Lucas. Sin embargo, los referentes van más allá, aludiendo a los intereses del propio Konaka y la identidad creativa del tokusatsu del momento, donde los efectos especiales y la dirección de arte y vestuario venían acompañados por una imaginación revolucionaria, capaz de fascinarse con la aparición de criaturas gigantes destruyendo ciudades de cartón y superhéroes disfrazados peleando en medio de descampados. De esta forma, el grupillo irá incorporando nuevas ideas y resoluciones para concebir el resultado final, uno del que el espectador es testigo en su integridad. Pese a satisfacer esa curiosidad expectante, esta última decisión no parece terminar de conjugar con el cómputo de la película, repasando unas mismas líneas de un modo mucho menos sugestivo que el que es visto durante el proceso de filmación.

En una de las últimas secuencias, antes de la proyección de su trabajo final, hay algo muy interesante en lo que comenta Hiroshi en su presentación, señalando que lo que van a ver no es exactamente lo que planeaba al principio, pero que, de alguna forma, se ha terminado convirtiendo en eso. Con ese tibio optimismo, el joven director expresa algo muy auténtico sobre el proceso creativo y su evolución individual, dando a entender que uno no hace las cosas sabiendo cómo quiere hacerlas, sino que le suceden y terminan resultando desde una ejecución reveladora. Con esta filosofía integrada en su propia concepción, Single8 atisba una suerte de película tímida pero valiente, capaz de responder ante su incertidumbre mediante su continuo diálogo interno, ofreciendo la posibilidad de un estimulante alivio para quienes dudan de más sobre su pasión. Cine dentro de cine, desde el corazón y el ímpetu juvenil.