Volveréis, de Jonás Trueba

VolveréisDormir al lado de alguien es una muestra de confianza a ultranza. Estar dormido es estar indefenso. Cuando el aire de una habitación se oxigena con amor, la cama se convierte en el espacio canónico del cuidado, en el hábitat que consagra nuestro instinto mamífero de protección. Cuando es de noche, las pesadillas, a veces, arrinconan nuestros sueños, los apretujan, los enlatan, los aprietan tanto que, luchando por escapar, provocan contracciones involuntarias y repentinas en los músculos: espasmos. Ale (Itsaso Arana), de noche, y en días de tormenta, tumbada en el lado derecho de la cama, se mueve y gesticula de forma súbita, sierva de sus pesadillas. Alex (Vito Sanz), de noche, y en días de tormenta, tumbado en el lado izquierdo de la cama, observa la vulnerabilidad de Ale, la cubre de abrigo con la mirada, le da la mano. No es la primera escena de la película, o tal vez sí, porque tal vez Volveréis va mucho más de lo que no se ve o de lo que no se dice, que de lo que se muestra o de lo que con palabras se alcanza a decir.

Alejandra y Alex, de “mutuo” acuerdo, a priori, creen que es el momento de poner fin a catorce años de relación. Pero están bien, “está todo bien”, o sea, por eso lo dejan, porque ambos consideran que, así, dejándolo, van a estar mejor. De nuevo, la cama, lugar de encuentro, de conversación, de consulta, de decisión. “¿Y si hacemos caso a lo que siempre ha dicho tu padre?”, “¿Lo de la fiesta?”: y con ello, la carta del “disparate” sobre la mesa, y un “cómo hacer bonito esto que creemos que tiene que ser así, pero no sabemos del todo si es lo que queremos” clavado en la espina dorsal del esqueleto que comparten dos personas que llevan caminando catorce años al mismo ritmo. El amor puede ser así. Amar es un infinitivo trágico. La decisión está tomada: lo van a dejar y además lo van a celebrar, como dice el padre de Ale que debe hacerse, festejando la ruptura con familiares y amigos. Así son Ale y Alex. Parece que están de acuerdo en dejarlo y parece que están de acuerdo en celebrar su ruptura. Así es el cine dirigido por Jonás Trueba.

Volveréis

¿Qué ocurre cuando anuncia que se separa la pareja que iba a durar toda la vida a ojos de familiares, amigos y vecinos? Ocurre que a familiares, amigos y vecinos se les llena la boca del mismo futuro perifrástico: “vais a volver” (o el título de la peli). Sumémosle, además, que no se trata de un anuncio de separación al uso, sino que viene acompañado de una fiesta, idea del padre de Ale (Fernando Trueba). La idea de fondo de la película, que más bien podría considerarse “idea de superficie”, porque se ve y respira, es una idea tan original como lo son tantas otras que se lanzan en la vida ordinaria y que solo quedan en eso, en ideas. El mérito de los ilusos es haber creado una película a partir de un “sería una buena idea para una película”. Ahora somos los espectadores los que podemos apreciar el arte que nace del más puro instinto cotidiano de esas mentes que imaginan y de esos cuerpos que trabajan por trasladar esa representación ideal a un ente visible, compartible, al cine.

El otro gran mérito de Jonás Trueba está en su genuino modo de captar las relaciones sociales. De pronto, a tu padre le conviene más hacerse el despistado con eso mismo que un día repetía con tanto salero y orgullo, a tu madre se le viene el mundo encima, a tus amigos de siempre les da por sentirse engañados, o por bromear, o por acompañar, a tus vecinos, que además son tus caseros desde hace años, te resulta dificilísimo contárselo. Entre vosotros hay una decisión tomada, porque sí, porque en la vida hay que tomarlas, y hay que tratar de tomar las que se consideran mejores. Aunque todo el mundo sepa que el sustantivo “decisión” no lleva consigo un libro de instrucciones con el que poder manejarse después. El día a día está lleno de estímulos per se, pero también nosotros los buscamos en lecturas recomendadas o en recuerdos, es entonces cuando nos sorprenden los deslices, o no, pero puede pasar. Es entonces cuando somos pavos reales sin dejar de ser personas, que piensan, que se preguntan, que dudan, que aman.

Volveréis

El reparto al que nos tiene acostumbrados el director está genial (Francesco Carril, Isabelle Stoffel, Ana Risueño, Jon Viar, Andrés Gertrudix, Sigfrid Monleón). Fernando Trueba, con lo que parece su propio carácter de andar por casa, da vida a un personaje divertido y clave para la narración, de tono filosófico y paternal. Y aunque ya era conocida previamente la conexión entre Itsaso Arana y Vito Sanz, en Volveréis a Ale y Alex solo les separa la “x” del nombre. Se nota que saben trabajar juntos. Se nota que están presentes en lo que hacen. No es tan fácil sugestionar (como lo hacen ellos) el pensamiento de que no están actuando, en gran medida tan solo están interpretando su idea, una idea nacida de ellos mismos y que, claro, les hace ser ellos mismos. En determinados momentos, los guiños o reminiscencias a otras de sus películas anteriores parecen más que claros, en especial a “La virgen de agosto” (2019). No obstante, matemáticamente, con contados números repetidos se pueden escribir infinitas cifras. Me inclino a creer que los ilusos tienen un sistema decimal particular más auténtico que reminiscente, pero esto, como todo lo demás, queda a gusto del pensar del espectador.

Algo que creo más objetivo es que si la autobúsqueda de Eva (Itsaso Arana) en La virgen de agosto transcurre durante la primera quincena de agosto en la ciudad de Madrid, que culmina con la Virgen de la Paloma el día 15, día en que se estrenó aquella película, Volveréis llega a las salas a finales de agosto, coincidiendo con la historia de sus protagonistas. Al fundir el tiempo ficcional entre las coordenadas temporales de la vida misma el espectador participa especialmente en la película, y saborea, como si fuesen suyos, los momentos, los días, las noches, el ficticio pero verdadero paso del tiempo. Sobresale una clara intención de que lo que se muestra sirva para algo más que para intercambiar algunas opiniones sobre el dinero o el tiempo que implica ver una película en el cine. El cine nos hace mejores. Jonás y su gran compañía lo saben. Por su parte, el genio Luis Eduardo Aute, cantautor español, sabía “que todo en la vida es cine y los sueños cine son”, que es otra manera de fotografiar o capturar el cine producido por los ilusos en unos pequeños pero inagotables versos.

Volveréis                

El cine y la vida. La vida y el cine. El amor. El desamor. Pasado, presente y futuro. El verano. Septiembre. El director y guionista, Jonás Trueba, junto a los coguionistas y protagonistas de la película, Itsaso Arana y Vito Sanz, llevan a cabo esta peculiar idea que, perteneciendo a la ficción, se aleja de ella a través de ella misma. Volveréis es cine porque se exhibe en una pantalla como espectáculo, porque, en definitiva, se puede decir “la he visto” como se puede decir igual de otras películas. Animo a todo lector a verla, a vivirla. Te ríes, te emocionas, reflexionas. Si has estado enamorado: permite habitar esos recuerdos sin excesivo dolor. Si estás enamorado: eleva tu amor a la enésima potencia. Es una delicia de película.

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