Peter Dinklage, cuyo papel en Juego de Tronos le disparó a la fama, forma dúo protagonista con el grandullón de Josh Brolin para interpretar, por improbable que parezca, a dos hermanos gemelos. La premisa de Hermanos es sencilla: tras dedicarse toda la vida a robar, Moke (Brolin) se retira del crimen para formar una familia mientras que a su hermano, Jady (Dinklage), lo arrestan y meten en la cárcel. Los años de encarcelación de Jady crean una brecha en su relación, pero cuando este sale de la cárcel y Moke pierde su trabajo, el grandullón que había dejado la vida criminal se ve obligado a colaborar una vez más con su hermano en lo que supuestamente será el golpe final de sus carreras. A su vez, un violento policía extorsiona y persigue a Jady, un excéntrico personaje que fácilmente es lo mejor de todo el metraje, interpretado por un loquísimo Brendan Fraser que resulta tan terrorífico como desternillante. Con esta premisa, la nueva comedia de Max Barbakow, director de Palm Springs (2020), entra en los conflictos familiares provocando situaciones disparatadas que pondrán a prueba la relación de los hermanos entre ellos y con su pasado.
La estructura de Hermanos no ofrece demasiado, al final se trata de una buddy movie que va directa a meter a los gemelos en una situación complicada tras otra. El problema es que estos momentos no acaban de tener ningún tipo de impacto, provocando más bien una indiferencia que, acabada el filme, ahoga los momentos puntuales en los que la peli sí funciona. Ni la acción es lo bastante estimulante ni la comedia lo suficientemente graciosa, lo cual, teniendo en cuenta que principalmente es una comedia, es quizás lo que más perjudica al visionado. No obstante, lo disparatado de las escenas en combinación con las exageradas actuaciones resultan en una película ligera y, por simple que sea, se deja ver y en definitiva puede hacerse entretenida. Quizás el dúo protagonista, a pesar de que hacen una buena pareja, no son lo más destacable, siendo Hermanos una de esas pelis en que los personajes secundarios son los más resultones. Especialmente el mencionado Fraser, cuyo histrionismo está aquí llevado al límite y su aura amenazante contrasta con la absurdez del personaje, pero también Glenn Close como madre de los hermanos, de quien heredan la sangre criminal, y Marisa Tomei en el papel de una hippie que asegura que su compañero de viaje espiritual es un orangután.
Hermanos parece buscar ese humor gamberro que caracterizaba a los hermanos Farrelly en películas como Algo pasa con Mary (There’s Something About Mary, Peter Farrelly, Bobby Farrelly, 1998) o Dos tontos muy tontos (Dumb and Dumber, Peter Farrelly, Bobby Farrelly, 1994), pero no llega ni al ingenio cómico ni a la risa inducida por lo escandaloso (a excepción, quizás, de una escena que involucra al orangután antes mencionado) de los ejemplos citados. Cuando mejor funciona es cuando, por momentos, se juntan un entramado de personajes cuyos intereses entran en conflicto con los otros y se producen persecuciones que resultan delirantes por lo absurdo de su naturaleza. Sin embargo, más allá de la idea, la ejecución parece funcional sin demasiadas aspiraciones, resultando en sucesiones de planos que ante la ausencia de una puesta en escena sustancial dejan el vacío argumental completamente expuesto y perdiendo cualquier efecto que buscara el filme.
Barbakow dio una grata sorpresa con su primer largometraje de ficción, la más que destacable Palm Springs, pero me temo que no puedo decir que Hermanos esté a la altura, por no decir directamente que ni se acerca. El viaje de los gemelos criminales es superficial y no ofrece mucho más que un pasatiempos que, con toda probabilidad, no dejará huella en el espectador.