Sitges 2024. 8 de octubre

Como no solo de Oficial Fantàstic Competició viven el hombre y la mujer, de vez en cuando hay que picotear por el resto de secciones, que a veces deparan interesantes sorpresas, y si no, uno siempre puede descansar en las comodísimas butacas de la Tramuntana o el Escorxador.

Love Me (Sam Zuchero, Andy Zuchero, 2024) – Noves Visions

Mucho más no podíamos esperar de una película sobre una relación entre una boya marina y un satélite, especialmente si los directores se llaman “azúcar”. Como toda comedia Sundance, la película de Sam y Andy Zuchero diluye el drama y baja los grandes temas a la cotidianeidad. Así, la peculiar relación establecida entre ambos objetos sirve para reflejar las debilidades del ser humano que llevaron (o llevarán) a su extinción pero, se diría que inevitablemente, la cinta deriva a una suerte de análisis de pareja. De hecho, de las parejas de las sitcom, con Friends a la cabeza. Tras una parte que acertadamente refleja la relación y compartición de conocimientos entre ambos artilugios (y que fue el mayor aliciente para mí), el centro de la película se desplaza al nudo relacional de una pareja, sus dimes y diretes, sus expectativas personales y la forma de compartirlas. Ciertamente, muy importante. Pero si lo contextualizamos con un escenario de una Tierra despoblada tras un apocalipsis atómico se desvirtúa el interés de la discusión y la conclusión misma. Ah, los dos enamorados se encarnan en Kristen Stewart y Steven Yeun cuando dejan de lado su estructura tecnológica.

Antoni Peris

Love Me

Bodegón con fantasmas (Enrique Buleo, 2024) – Oficial Fantàstic Competició

Bodegón con fantasmas se compone de cinco historias independientes, aunque conectadas por un mismo espacio y a través de algunos guiños. Cada una de ellas sigue a un grupo de personajes de un pueblecito de La Mancha y su relación con el más allá. Siguiendo la estela de Chema García Ibarra y del nuevo cine low cost español —aunque con ciertas similitudes temáticas al Almodóvar de Volver—, el debutante Enrique Buleo aborda el género fantástico desde el costumbrismo formal. Con una puesta en escena sencilla, filmada con largos planos estáticos y con una predilección por las simetrías, el director se adentra en las arraigadas y extravagantes creencias sobre la vida después de la muerte a través de los pintorescos personajes del pueblo —que es el mismo donde creció el director— y de las situaciones barrocas y deformadas hasta el absurdo que les acontecen. Cabe destacar el magnífico trabajo con los actores, cuyo laconismo —al más puro estilo Kaurismäki y Chema García Ibarra— acentúa todavía más la comicidad de los acontecimientos y deja espacio también a una emotividad sutil que resulta cautivadora.

Gisela Junyent Dalmau

Bodegón con fantasmas

Little Bites (Spider One, 2024) – Panorama

La tercera película de Spider One, el hermano pequeño de Rob Zombie (porque en la familia Cummings llamarse por su nombre de pila no se estila), es entre otras cosas, un vehículo para el lucimiento de su actriz principal, Krsy Fox, que interpreta a Mindy, una madre superada por la vida y por un vampiro decrépito y sibarita que escribe canciones románticas y vive en su sótano a cuerpo de rey, alimentándose de la sangre de esta. ¿Es una metáfora de la adicción (la madre de Mindy, cuya voz al teléfono da más miedo que el vampiro, no digamos ya cuando hace acto de presencia, piensa que su nieta vive temporalmente con ella porque Mindy no puede cuidarla mientras está drogándose)? ¿Es una metáfora de todo lo que demanda la maternidad? ¿Es simplemente un monstruo que se alimenta de sangre a base de los mordisquitos del título? Tal vez veamos la película completa y nunca lo sepamos. Spider One, más allá de esta indefinición que, junto a un tramo final excesivamente dilatado, sin duda juega en su contra, consigue, no obstante, generar un ambiente opresivo tanto dentro del apartamento como en el exterior gracias a sus primeros planos de Fox, que ciertamente parece drogada (aunque si nos están chupando la sangre de continuo puede que también se nos quede esa cara), algo que habla bien de su interpretación, intersecados con algunos más generales apenas perturbados por unos pausados zooms siempre interrumpidos con la suficiente premura como para que apenas sean perceptibles. Planos, unos y otros, en los que ella permanece encerrada y amenazada vinculando así la narración a través de la puesta en escena. Entre medias, algunas set pieces con Barbara Crampton haciendo de agente de Servicios Sociales (cómo son las madres del colegio, te denuncian por cualquier cosa), y una entre divertida y depresiva con el hijo de Cher y Sonny, que generan algo de suspense, aunque nada que no hayamos visto antes, mientras intentamos comulgar con la idea de que, después de todo, puede que el vampiro (que estéticamente no está nada mal) lo sea realmente.

Sergio Vargas

Little Bites

Grand Theft Hamlet (Pinny Grylls & Sam Crane, 2024) – Sitges Documenta

¿Es posible interpretar Hamlet en Grand Theft Auto V? Esta pregunta surge durante el confinamiento, cuando dos amigos descubren un teatro dentro del videojuego y les asalta esta idea. Entusiasmados, la pareja del primero se une a la causa y los acompaña para filmar su recorrido dentro del mismo, siguiendo un curioso proceso de casting y localización con tal de encontrar a otros jugadores que puedan tener interés en participar en la obra. Desde esta base, Grand Theft Hamlet mezcla la solemnidad literaria de Shakespeare con el cascarón vacío del sandbox online, donde el hermetismo de unos avatares variopintos sirve para acentuar sus voces, sus historias y sus soledades. Esta hazaña es tan absurda como fascinante; un retrato generacional que descubre su rostro descompuesto, esa máscara que nos recluye detrás de un nick y nos junta y separa desde la representación colectiva dentro de otra realidad. Esta ficción abierta existe solo desde el planteamiento de su posibilidad; del delirio de madrugada de dos colegas que se aventuran a su descubrimiento, al devenir de no tener una dirección clara u objetivo, ya sea de forma virtual o en su vida privada. Salvo ciertas licencias de estilo y guion, la propuesta emana un cariño y fascinación por sus personajes y personas, desarrollando un proyecto que se destila del cuerpo digital y postmoderno, de esa extraña dimensión paralela que asalta la emoción a través de la exploración de otros lenguajes. Sin duda, lo que podría parecer un disparate o una broma es también la adaptación más original y alucinante de la obra del dramaturgo realizada durante el presente siglo, en sus respectivos términos y fijaciones.

Víctor Dalmau

Sitges 2024. 7 de octubre