Hace un par de meses que el sello Lunwerg ha publicado en castellano El gran libro del anime, de la especialista en cine asiático Nathalie Bittinger. Su gran formato e impecable presentación no deben enturbiar su principal interés, que como no puede ser de otra forma es el contenido. Una especie de biblia del anime pero más que una guía de nombres o títulos constituye un trazado por sus diversas expresiones, temáticas e intereses.
El volumen se abre hablando de guerra y apocalipsis, de las peculiares formas en que el género, gracias a su libertad gráfica, ha retratado los horrores de la primera y los temores al segundo, algo en el fondo totalmente natural proviniendo de un país con un pasado como el japonés. Y lo hace en tres bloques diferenciados que hablan de la guerra propiamente dicha; de apocalipsis y distopías en ciudades devastadas y reconvertidas con el Neotokio de Akira a la cabeza o de la ciencia-ficción futurista que filosofaba alrededor de ideas que a día de hoy son realidades como el impacto en nuestra sociedad de la inteligencia artificial y las derivas de la biotecnología. En el primero de ellos Bittinger habla por supuesto de la demoledora La tumba de las luciérnagas (Isao Takahata, 1988) y de obras de Hayao Miyazaki como Porco Rosso (1992) o El viento se levanta (2013), pero también de títulos menos conocidos como La isla de Giovanni (Mizuho Nishikubo, 2014), Surcadores del cielo (Mamoru Oshii, 2008), En este rincón del mundo (Sunao Katabuchi, 2016) o Hiroshima (Mori Masaki, 1983), entre otros, obras, al fin y al cabo paridas por realizadores que vivieron la tragedia muy de cerca, sobreviviendo algunos de puro milagro. En los otros dos mencionados bloques obras como la citada Akira o Ghost in the Shell son empleados como piedras angulares para explorar ciertas temáticas que tuvieron gran impacto sobre todo en el anime de los años 90, sin dejar de lado artefactos como Serial Experiments Lain o algunas de las joyas de Satoshi Kon que aplican en este punto como Perfect Blue o Paprika.
La segunda parte del libro, con el más que adecuado título «A través del espejo» (que conecta con el título original) se centra en mundos fantásticos, oníricos y sus muchas derivaciones. Parte, porque por algún sitio hay que comenzar, de la figura de ciertos héroes hechos a sí mismos tras enormes procesos de aprendizaje que abarcan muchos años: Goku (Bola de dragón), Naruto y Luffy (One Piece) son tres huérfanos de diferentes universos de ficción hermanados por más puntos en común de los que pudiera parecer a simple vista. Estas figuras dan paso a hablar del humor como elemento de resistencia frente a todas las tiranías opresoras a las que se enfrentan y por supuesto el espectro de animes y referencias (cruzadas o no) se va ampliando por ejemplo con el Lupin III de El castillo de Cagliostro, y a veces los extremos se tocan y podemos pasar del humor a la melancolía que también llevan emparejados ciertos animes. Capitan Harlock, Cowboy Bebop o Galaxy Express 999 son algunos de los exponentes de este sentir que trata de exponer Bittinger, que sin solución de continuidad se embarca, ya sí, en la fantasía y esos animales parlantes producto de tantas metamorfosis (niños lobo, tanukis, toda clase de cerdos, etc.) que afectan a numerosos personajes del anime así como sus diferentes significados alegóricos. La irrupción de la magia en la cotidianidad, espíritus ancestrales que se mezclan con inocentes criaturas contemporáneas, dioses y monstruos, folklore vs. modernidad. De Miyazaki a Shintai pasando por Hosoda, Kosaka u Okiura entre otros.
El último bloque habla del realismo, de la actualidad, aquellas películas que se limitan a mostrar nuestro mundo en contraposición a aquellas que hablaban del horror del pasado o de temibles futuros, y a las que se evaden a través del poder de la imaginación. El mundo rural y el urbano y sus contrastes, la fidelidad con que se retratan la arquitectura y los paisajes japoneses, desde los bajos fondos a las zonas empresariales de altos rascacielos, las familias como epicentro de todo, pero hay cabida para centrarse en todo tipo de públicos y de personajes retratados, están los coming of age, los dramas románticos, pero también se indaga en retratos de la propia infancia o visiones más adultas. Esta último sección también cuenta con apartados dedicados a la forma en que el anime retrata la gastronomía o la creación artística, todo siempre ejemplificado y justificado a través de diversos títulos.
Bittinger demuestra haberse empapado con horas de visionado y consigue trazar estos mapas temáticos con gran coherencia desarrollando un interesante argumentario que no deja de hablarnos de las diversas vertientes del anime como el conjunto que son dejando patente aquello que consigue esta expresión artística, que al final como todo arte que merezca tal nombre, nos permite fugarnos de nuestra realidad (incluso en aquellos pertenecientes al último bloque) hacia otras en las que se ve reflejada y en la mayoría de casos uniendo a varias generaciones. El volumen, además de estar profusamente ilustrado con fotogramas de gran parte de las obras referidas, incluye, por supuesto, un completo índice de obras y directores por si quién esté leyendo decide ir a tiro hecho sobre algo en concreto.