Este año el festival de cine independiente L’Alternativa celebraba su 31ª edición, ofreciendo al público barcelonés la oportunidad de encontrar un cine alternativo, como bien indica su nombre, que no habitúa a estar en las salas comerciales. Un elemento que compartían varias de las películas de esta edición parecía ser la concienciación, no de un tema concreto que se repitiera a lo largo de las proyecciones sino de varias temáticas de distintos ámbitos a los que se daban visibilidad.
Por ejemplo, Dahomey (Mati Diop, 2024), que ganó el Oso de Oro en la Berlinale de este mismo año y ahora servía de inauguración para la L‘Alternativa. Este particular documental se centra en la devolución de unas esculturas que fueron requisadas por Francia y que ahora volvían a sus dueños en Benín. Diop le da voz a los benineses y a una de las figuras ancestrales representada en las piezas recuperadas, que despierta con asombro de su letargo para vislumbrar un mundo que desconoce, que le encierra en museos y debate sobre su valor y existencia. El controvertido tema no sólo consigue sacar el pasado a la superficie, sino que lo coloca en el centro de la conversación, poniendo de relieve la importancia de la cultura y la huella que esta puede dejar para moldear el futuro. “Soy la cara de la metamorfosis”, afirma la estatua, aunque solo el tiempo dirá cuán grande será el impacto que esta tendrá. Por su parte, aunque de modo más directo y menos trascendental, Sauve qui peut (Alexe Poukine, 2024) también busca cambios que parecen inalcanzables. En representaciones teatrales, actores y trabajadores de sanidad simulan escenarios habituales para explorar la mejor forma de atender pacientes y desarrollar una mejor comunicación. Sin embargo, Poukine muestra más allá y explora la precariedad y malas condiciones en las que trabajan en este sector, dando así visibilidad a la incómoda paradoja en la que se encuentran en la que para cuidar de los demás dejan de cuidarse a sí mismos. Emilio Fonseca se preocupa del bienestar de los animales salvajes, en concreto de los lobos, y observa el ecosistema de Galicia y el norte de Portugal en Salvaxe, Salvaxe (2024). Ausente de voces humanas, el sonido ambiente de los bosques se convierte en prácticamente lo único que resuena en la sala de cine. Las imágenes, capturadas directamente de la naturaleza, muchas desde cámaras ocultas y sin la presencia de personas para no alertar a la fauna, muestran los animales y, como resalta la narración expuesta mediante subtítulos, la ausencia de ellos. Otra película que pasó por Berlín y que en esta ocasión ha sido la ganadora del festival llevándose el Premi Film Internacional, Direct Action (2024) de Guillaume Cailleau y Ben Russell, crea desde la contemplación un retrato del día a día de una comunidad activista en Francia. En planos prolongados en el tiempo, generalmente estáticos, los activistas plantan semillas, cocinan crepes o preparan panfletos para promover una protesta. En sus 3 horas 36 minutos (aunque con un interludio entremedias), la pareja de directores muestra lo que hay más allá de las revueltas y manifestaciones: un modo de vida completamente ajeno a la sociedad actual que busca una alternativa más respetuosa con el medio ambiente.
También hubo espacio para descubrir otro tipo de obras, como sería el musical carcelario Reas (2024). La directora Lola Arias sigue explorando de este modo el proyecto teatral que comenzó en una cárcel de mujeres en 2019. Protagonizada por ex presidiarias recién liberadas, estas recrean sus experiencias y recuerdos mediante escenas de carácter performático y de un estilo muy teatral, combinado con un tono fantasioso que da pie a canciones y bailes como expresión de la melancolía y el sentimiento de comunidad que vivieron en prisión. Aunque hablando de explorar recuerdos, no podían faltar viajes al pasado en base a material de archivo, investigaciones que exploran las raíces familiares en busca de contar aquellas historias que de otro modo quedarían escondidas en baúles. Zeltia Outeiriño, que recibió una mención especial del jurado en la sección Premi Film Nacional por su documental Filmei Paxaros Voando (2024), revisitaba el trabajo de su tío Antonio Outeiriño en una búsqueda para reconectar con sus orígenes. Sin embargo, este viaje queda rápidamente a la sombra del deterioro en la salud de su madre, con quien se graba en formato cine diario capturando con gran belleza momentos que nos recuerdan el incalculable valor de la familia. Por su lado, en Una sombra oscilante (2024) la directora Celeste Rojas Mugica utiliza las fotografías que su padre tomó durante la dictadura Chilena como fotógrafo de incógnito para la resistencia. Recordando los peligros y la ansiedad de llevar una doble vida, las fotografías traen de vuelta instantes congelados para los que solo queda extrapolar e imaginar con tal de reconstruir los sucesos que envuelven la imagen. Una sombra oscilante fue premiada con el Premi DOCMA.
Como es habitual, cada año el festival invita a cineastas de todo tipo para que compartan su conocimiento combinando masterclases y la proyección de sus trabajos, como podrían ser Isabel Herguera o la mencionada Lola Arias. Entre los invitados de este año también estaba el director de fotografía Mauro Herce, premiado por su trabajo en O que arde (Oliver Laxe, 2019). En el marco del festival se proyectó la película con la que debutó en la dirección, Dead Slow Ahead de 2015, un filme pausado y de carácter contemplativo que utiliza la cuidada fotografía de los planos para mostrar un viaje en barco como si de un mundo aparte se tratara. El trabajado sonido ambiente, una combinación de grabaciones real y efectos oníricos, hacen de este viaje uno más atmosférico que no narrativo, buscando transmitir sensaciones en lugar de historias. También Isaki Lacuesta contó con su propio espacio, explicando en una masterclass que le fascinaba empezar historias pero no acabarlas, algo que intentaba trasladar, dentro de lo posible, a su filmografía. Este hecho era visible en la sesión de cortos del cineasta, entre los que se incluían Microscopías (2003) o La matança del porc (2012), cuyo carácter narrativo resultaba más una digresión que no una estructura cerrada común. También se proyectó Los pasos dobles (Isaki Lacuesta, 2011), basada en la biografía novelada del artista francés Francois Augiéras y la cual gano la Concha de Oro en San Sebastián. Más que un biopic, Lacuesta construye una sucesión de relatos recursivos mientras se alterna la historia del artista con la de aquellos que buscan su obra, combinando cuentos con un tono documental para darle al artista un aura de leyenda.
Con las propuestas que ofrece el festival, L’Alternativa da visibilidad a un cine distinto que de otro modo podría pasar desapercibido, siendo un lugar perfecto para descubrir piezas únicas que rebosan personalidad y creatividad como son los ejemplos mencionados. Una alternativa a las salas comerciales donde conocer otras formas de hacer películas.