The Apprentice. La historia de Trump, de Ali Abbasi

The ApprenticeEl mes previo a las elecciones presidenciales de Estados Unidos del 2024, Ali Abbasi estrena su última película: The Apprentice. La historia de Trump, con el guion de Gabriel Sherman, un periodista americano que por más de 20 años ha seguido la trayectoria del hoy presidente electo, a pesar de ser su tajante detractor. Por lo que la primera inquietud que esto sugiere es el por qué un director Iraní, residente en Copenhague y con una participación en el cine norteamericano únicamente en la dirección de los dos últimos capítulos de The Last of Us se siente atraído a elegir esta temática y sobre todo, a hacer de esta un instrumento político y aparemente electoral.  La respuesta sería precisamente por su rol como migrante, sin embargo, la película no se enfoca en revelar ni denunciar ningún carácter o hecho desconocido o relevante que pudiera persuadir directamente a algún votante, por lo que el siguiente cuestionamiento es sí la intención política de sus creadores resulta deficiente o sí, por el contrario, posee un significado más profundo que permite trascender lo biográfico y anecdótico para abordar a la América hedonista y pragmática, donde la lógica del dinero, los mercados de capital y las colmenas de actores económicos suprimen, subordinan y amilanan cualquier otra lógica.

The Apprentice

Para entender esto, hay que saber que la conexión entre Abbasi y Trump comienza en el 2018 cuando el director fue invitado al Telluride Film Festival y debía asistir a Estados Unidos para el estreno de su segunda película Border. Sin embargo, el presidente gobernaba en su primer mandato y como parte de sus políticas proteccionistas, había prohibido la entrada de todas las personas con pasaporte de seis países del Medio Oriente, incluido Irán, por lo que Abbasi se enfrentó a la imposibilidad de acompañar su película en el festival y quizás no volver a América por un tiempo. No obstante, el director logró atravesar la frontera al concedérsele la primera excepción, mientras germinaba su interés por Trump. Durante el evento la película quedó en un segundo plano ya que tanto productores como escritores estaban más interesados en cómo aquella experiencia moldearía su próximo proyecto, instándolo a abordar a este polémico personaje. Desde aquel momento, le fueron entregados diferentes y diversos guiones sobre Trump pero ninguno lo convencía hasta que Gabriel Sherman, quien comenzó la escritura del mismo en el 2017, logró captar la atención del director debido a que, como confirmó Abbasi en una entrevista, fue el primer guion con el que desde su lectura la empatía hacia el líder se hizo presente.

Este deseo por empatizar con Trump podría parecer contradictorio, pero es precisamente aquella decisión la que generó un impacto entre los detractores y simpatizantes del presidente, ya que, más que especular sobre la tipología de este, le interesa desdibujar la dicotomía entre hechos y valores. Encausando su perspectiva a una representación de Trump, enfocada en su ambición, sed de poder, nula empatía y remordimiento, con la que Abbasi se expresa como un observador sociológico, ya que cada parte de la película está constituida por eventos reprochables, denigrantes y cuestionables que, en últimas, reflejan el estilo americano que dan forma a la América de hoy.

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Esta visión toca el significado más contestatario y político de la película. Debido a que la obsesión por América de Abbasi no comienza con Trump sino que viene desde Irán, una ex colonia americana en la que el director vivió el abrupto cambio de ser los aliados de Medio Oriente a ser los enemigos y marginados. Estos dos polos de las relaciones internacionales entre los países, ha cautivado a Abbasi con un obsesión que él mismo clasifica de poco saludable. Por ello, no es de extrañarse que su primera película en Estados Unidos no sea simplemente inspirada en un evento personal estrictamente enfocada al dirigente, sino que prime en él su fijación y que Trump sea simplemente una excusa para hablar de América. Para entender esto, quizás haya que pensar en uno de los diálogos iniciales pronunciados por Roy Cohn, en el que se presenta como una persona que “todo lo ha hecho por América” levantando la mano a manera de juramento ceremonial. Ya que aquello podría ser el mensaje unificador y electoral de la película, debido a que de ahí surgen las tácticas y vicios de Roy Cohn que legará a Trump, pero sobre todo porque aquel cinismo y autopercepción trastornada, vivifica, con un escalofrío en la piel, frases del actual presidente como “Mucha gente me ha dicho que Dios me salvó la vida por una razón, y esa razón era salvar a nuestro país y devolverle la grandeza a Estados Unidos”. Aprovechando aquella zambullida histórica para colocarla en el panorama actual, interpelando un diálogo vaporoso con los votantes.

Uniendo dos temporalidades de la nación aparentemente conectadas solo por Trump pero que finalmente incitan a dudar de la “Grandeza de América” ya que se establece a costa de la podredumbre empresarial, política y judicial que de manera inevitable termina afectando la cultura y humanidad de sus ciudadanos con un capitalismo tan voraz, que como lo demuestra la película con Trump, cada relación afectiva es en realidad una relación transnacional. Planteando la pregunta verdadera de la película ¿aquellos valores e ideas que tanto reprochamos en este influyente líder del siglo XX y su mentor, son un mal personal o son producto de un sistema que mientras juzga su cordura y humanidad le cede el poder para gobernar la potencia mundial más dominante? Al representar un sistema humano, económico, político y judicial corrupto y desalmado que se cataloga a sí mismo como lo mejor de América sino del mundo. Concluyendo tácitamente que su reelección sería afirmar que aquello no solo sí representa a Norteamérica sino que además, el hecho de que “el país de la libertad” elija a un presidente homofóbico, xenófobo, machista, racista… en favor de una promesa hacia una mejor economía es realmente el núcleo y especificación  “La gran Norteamérica”: una incongruencia funesta y escabrosa que se ha consolidado como la primera potencia mundial utilizando las mismas tácticas de Roy Cohn: Atacar, Atacar, Atacar; negarlo todo y adjudicarse siempre la victoria.

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Sin embargo, su efectividad radica también más allá del panorama político, tal como en la maestría en la dirección de actores y estilo cinematográfico que nos evoca inmediatamente a la serie Succession, no sólo por Jeremy Strong, sino por la temática y manera de abordar el mundo corporativo de forma desgarradora, realista y casi documental, incluyendo los característicos zooms abruptos que enfatizan unas actuaciones sólidas e innolvidables. Así como, el guion que desde el inicio recuerda a La Red Social de Aaron Sorkin donde él diálogo inicial acerca de aquella singularidad que lleva al éxito termina siendo indispensable para entender el desgarre moral que implica el mundo post-moderno.

No obstante, el resultado de las elecciones nos lleva a aceptar que actualmente aquellos líderes que revolucionarán nuestra forma de vivir y entender el mundo apenas están comenzando a ejercer un dominio político, trascendiendo el económico. Por ello, más que enfocarnos en Trump deberíamos poner atención a Elon Musk quien va a ocupar la cabeza del departamento de “eficiencia gubernamental” y seguramente aquello marcará el inicio de una nueva realidad, dirigida por la tecnología, inteligencia artificial y los viajes espaciales, profundizando, inevitablemente, en la deshumanización de cada aspecto de nuestras vidas. Empujando en ese proceso esquizofrénico a las personas hacia el vacío espiritual y psíquico en una sociedad donde no existen leyes generales sino únicamente acuerdos económicos, en un momento en que la explosión de datos e información parecieran no tener límites y dónde la grandeza de América comienza a teñirse con el fascinante y horrorífico tono del mejor cine de ciencia ficción, un género que a través de la versatilidad de la cinematografía de Abbasi, así como de su comprensión historica y social del mundo contemporáneo sería indudablemente fascinante ver a través de su ojos.

SEFF 2022. Holy Spider (Araña sagrada), de Ali Abbasi

Succession