En Satanismo. Historia del culto al mal, el periodista especializado en fenómenos paranormales Javier Cavanilles —también autor de obras críticas y escépticas como Las caras de Bélmez (2007) o El tarot, ¡vaya timo! (2009)— analiza el satanismo desde un punto de vista histórico, desde su surgimiento, vinculado al cristianismo, para justificar de alguna forma la existencia del mal, y a partir de ahí sus diversas evoluciones y transformaciones, de una forma u otra siempre supeditado al clima político de cada época, separando a las diversas facciones de los judíos al principio, y más tarde también desde otras religiones que veían como era muy apropiado tener un ente maligno al que culpar de todo lo que no encajaba en los esquemas de sus deidades. Un recorrido, a priori, algo alejado de la visión superficial y adulterada que se suele tener del asunto, pero Cavanilles, miembro de la Asociación de Satanistas de España, ya nos advierte al comienzo de que nos olvidemos de las misas negras, las túnicas y los sacrificios de bebés, aunque por supuesto termine hablando de todo eso, principalmente en la segunda mitad del libro, básicamente para desmontar mitos y deconstruir tópicos, llegando a la verdad detrás de la mayoría de los supuestos crímenes, sectas o sacrificios satánicos, que casi siempre (aunque no exclusivamente) surgen de la ultraderecha religiosa o el nacionalismo blanco cristiano.
Por el camino hay espacio para hablar de las distintas visiones de Satán en la literatura (destacando entre otras las de Milton, Nietzsche o Anatole France), de personas y personajes curiosos, como Helena Blavatsky (fundadora de la Teosofía), Aleister Crowley (el verdadero y el mitificado por la cultura pop con ayuda de gente como Jimmy Page, Ozzy Osbourne o David Bowie, entre muchos otros) o Anton LaVey y su iglesia de Satán; también de la caza de brujas, del satanic panic que se adueñó de los EE.UU. en los setenta, del rol y de los videojuegos (y sus crímenes) o el heavy metal, incluyendo divertidas anécdotas como el origen de los clásicos «cuernos» del metal y otras que no lo son tanto como el juicio a Rob Halford, cantante de la banda británica Judas Priest.
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Anton LaVey y Jayne Mansfield
El cine, por supuesto tiene su cabida en esta historia, y hay hueco para hablar de esa joya que es La novia del diablo (The Devil Rides Out, Terence Fisher, 1968), de El exorcista (del primero, que fue Jesucristo, pero también del film de William Friedkin, de la novela de William Peter Blatty en la que se basaba y, sobre todo, de la historia real que inspiró al escritor, en la que por supuesto todo rastro del demonio brilla por su ausencia) o del documental Hail Satan (2019), sobre el Templo Satánico, al que también pertenece Cavanilles.
El libro, muy interesante para cualquier aficionado a la materia, desde una u otra perspectiva, cuenta con una abrumante profusión de citas bibliográficas (tiene más que páginas, correspondientemente apuntadas en cada pie) que animan al lector a la propia investigación por diversas vías, y compensa sus múltiples descuidos en la revisión tipográfica (que no molestan a la lectura, pero sí son bastante superiores a la media) con un nutrido desfile de fotografías e ilustraciones, desde representaciones artísticas del diablo hasta fotogramas de películas, pasando por retratos de muchos de los protagonistas que desfilan por esta historia de Satán, que como Dios, es un invento humano con mucha utilidad (conseguir poder) para mucha gente en muchos momentos de la Historia.