Deshacer el ridículo

Deshacer el ridículo, de Julián Génisson

Cualquiera que haya visto las películas de Julián Génisson, ya sean aquellas dirigidas en solitario o en colaboración con sus sospechosos habituales, sabrá que tiene un sentido del humor bastante particular. En su faceta de actor yo siempre le recuerdo por su personaje de Berserker (Pablo Hernando, 2015), un escritor frío y analítico que apenas sonríe, si acaso con cinismo. Me despertaba mucha curiosidad Deshacer el ridículo, un libro escrito por él que lleva por subtítulo Tratado sobre la risa. Y lo primero que pensé es que sería un libro de humor. Y aunque en cierto momento el propio autor escribe «Sin duda, es absurdo pretender que un ensayo sobre la risa dé risa, como lo sería el esperar que un ensayo sobre el miedo dé miedo.» ya antes de eso, nada más comenzar la lectura e indagar un poco más en el perfil de Génisson, y descubrir que estudió Filosofía (y nada más y nada menos que en la École Normale Supérieure de París, donde no entra cualquiera) me di cuenta de que el libro es, efectivamente, a pesar de titularse con un juego de palabras, un libro filosófico y en concreto todo un tratado sobre esa reacción tan humana (en el propio libro se comenta que el ser humano es el único que ríe) y natural, en la que, precisamente por esa naturalidad, quizá no hemos pensado lo suficiente.

Aunque el libro sí provoque ciertas sonrisas, en particular (aunque no exclusivamente) con algunos ejemplos ilustrativos jocosos —«Me río en general con algunas coincidencias (dos personas llegan vestidas igual a una fiesta), aunque no con todas (mi examinador de autoescuela resulta ser un viejo enemigo)», «que las lenguas, por ejemplo, sean convencionales no es un impedimento para que me emocione con un poema, un correo de trabajo o una amenaza de muerte»—, Deshacer el ridículo es, en esencia, un profundo estudio sobre la risa, repleto de erudición, estricto y metódico con el lenguaje, muy cercano todo el tiempo a la lógica proposicional, algo que, a pesar de que puede resultar repetitivo en algunos pasajes, ayuda bastante a profundizar en todos los razonamientos y comprenderlos mejor.

En el plano teórico, Génisson no deja de recurrir a estudios previos sobre el tema, y con apoyo continuo (aunque no necesariamente concordando) en La risa (Le rire: Essai sur la signification du comique, Henri Bergson, 1900) nos encontramos con gran profusión de citas que van desde Platón o Sócrates hasta Slavoj Žižek o Mark Fisher, pasando por numerosos filósofos que ya se han acercado al tema previamente, ya sea de forma profunda o tangencial, como Freud, Sócrates, Derrida, Bataille, Kierkegaard, Adorno e incluso literatos como Charles Baudelaire.

Pero, por supuesto, toda esta teoría serviría de poco para el propósito del libro sin la presencia de ejemplos prácticos, y para ello no deja de recurrir también a la literatura —el ejemplo del que parte el libro es un fragmento de El expulsado (L’Expulsé, Samuel Beckett, 1945), pero también se pasean por las páginas de Deshacer el ridículo algunas historias de Witold Gombrowicz, Jorge Luis Borges, William Shakespeare, Marcel Proust o Víctor Hugo), el cine (Saya-zamurai, Los viajes de Sullivan, Annette, Joker…) o incluso series o shows de televisión, o que en su día fueron de televisión y hoy lo son de plataformas de streaming (Seinfeld, I Think You Should Leave o, todo un descubrimiento, el reality japonés Dokyumentaru…)—.

El método que sigue Génisson es el de interrogarse continuamente a sí mismo, y a la vez, por supuesto, al lector, y de este modo va avanzando en su tesis, tratando de descubrir qué es la risa, eso que todos creemos tener tan claro, aunque al poco de comenzar la lectura nos empiecen a surgir cada vez más dudas. Se habla de las risas falsas, las risas involuntarias, las risas enlatadas, las risas escritas (jajajaj, lol,…)… ¿por qué nos reímos?, ¿están ligadas las risas a una emoción o es la propia risa la emoción? ¿Es toda risa cómica? ¿Es causa o efecto (me río porque algo me hace gracia o es a la inversa)? («La risa es performativa y no se ríe de lo risible, sino que hace risible aquello de lo que ríe») ¿hasta qué punto la risa es un fenómeno individual o colectivo? ¿Es posible reírse de verdad cuando estamos solos? La escatología de la risa, ¿por qué los chistes de pedos son tan graciosos? («Es raro que el mismo chiste me haga reír dos veces, pero los pedos me hacen reír todas las veces.») o expresiones como cagarse de risa; se habla, por supuesto, de los limites del humor y tras todo un viaje que se disfruta de principio a fin (aunque no estemos precisamente carcajeándonos durante su lectura), y tras haber planteado en algún momento la cuestión de si sería posible dejar de reír algún día, prácticamente nos incita, o al menos nos invita, al boicot, a la rebelión: » Contrariar al coro riente en uno puede ser, si no otra cosa, al menos una ocasión para extrañarse de la propia, extraña espontaneidad, y de lo natural que le sale a uno hacer justo aquello que se espera de él».