La fuente de la eterna juventud, de Guy Ritchie

Guy Ritchie siempre ha tenido una aproximación muy cercana al público generalista. Sus primeras historias, retratos de los bajos fondos ingleses con personajes malhablados y violentos, llamaron la atención de Hollywood, que pronto se dio cuenta del potencial comercial del director. Desde mediados de los 2000s, Ritchie ha intercalado películas muy autorales, en las que se identifica su toque fácilmente, con films de encargo con los que ha tenido menos margen de maniobra para contar las historias a su manera.

Entre estas películas de grandes aspiraciones en taquilla, tenemos las dos entregas de Sherlock Holmes, a las que pudo aportar su visión irónica y estilizada; y Aladdin (2019) que quedó olvidada en la colección de remakes de acción real de Disney. Ya hace años que las películas de Guy Ritchie pasan algo desapercibidas, pero sus devotos seguidores aprecian el toque macarra del cineasta en cintas como The Gentlemen: Los señores de la mafia (2019) u Operación Fortune: El gran engaño (2023). Su última película, para Apple TV+, La fuente de la eterna juventud vuelve a ser un intento fallido de alejarse de su libro de estilo para buscar un cine más acorde al estilo neutro para todos los públicos.

La fuente de la eterna juventud es, ante todo, una película de aventuras que bebe (quizá demasiado) de dos referentes muy claros: La búsqueda (Jon Turteltaub, 2004) e Indiana Jones y la última cruzada (Steven Spielberg, 1989). Una pareja de hermanos aventureros (John Krasinski y Natalie Portman) son contratados por un millonario enfermo terminal (Domhnall Gleeson) para encontrar la fuente de la eterna juventud y poder curarse. La premisa, de entrada, no propone nada demasiado original, pero da la oportunidad a la historia de ubicar su acción por distintas localizaciones espectaculares y construir varias escenas de acción con algo de gancho.

Sin embargo, Guy Ritchie fracasa, pues no consigue construir un relato que genere tensión en ningún momento y su abuso del digital hace que las peleas y persecuciones tengan muy poca personalidad. Lo poco que queda de la esencia de Ritchie está en el montaje de algunas secuencias, pero, para desgracia del film, su estilo de corte veloz y sincopado ha sido tan imitado en Hollywood a lo largo de los últimos 20 años, que no es suficiente para dotar las imágenes de un mínimo interés autoral.

John Krasinski no convence en el rol de intrépido aventurero, pues, en la transición de compañero de trabajo entrañable de The Office a fornido héroe de acción, ha perdido todo el carisma. Ya tuvo sus críticas por la serie Jack Ryan a este respecto. El resto del reparto no eleva el claro déficit de magnetismo que tiene el guion. Natalie Portman es, probablemente, el elemento más decepcionante de la cinta, ya que es una actriz a la que se le aprecia un esfuerzo actoral, incluso en algunas de sus películas más flojas como Caballeros, princesas y otras bestias (David Gordon Green, 2011) o Thor (Kenneth Branagh, 2011). Sin embargo, en La fuente de la eterna juventud su interpretación es plana y nada convincente; en definitiva, se hunde con el resto del equipo.
No sorprende que la película no hay pasado por salas porque se puede englobar sin problemas en la categoría de película-algoritmo. Es bastante incomprensible la enorme apuesta económica de las plataformas por producir películas de las que no van a extraer un beneficio de forma directa. A este respecto, La fuente de la eterna juventud recuerda a Estado eléctrico (Anthony Russo y Joe Russo, 2025), otra película que cuenta con un reparto y un equipo masivo, pero falla en los elementos narrativos y visuales más básicos.