Ballerina

Ballerina, de Len Wiseman

Ana de Armas hace honor a su apellido y se arma hasta los dientes para tomarle el relevo a Keanu Reeves en este spin-off de John Wick, la saga de acción que seguía la trágica odisea del asesino conocido como Baba Yaga. A su vez, Chad Stahelsky se sienta como productor y deja las riendas de la dirección en manos de Len Wiseman. El universo plagado de asesinos que caracterizó las cuatro películas de la saga ha demostrado tener vida más allá de su temido protagonista. En los tres capítulos que duraba The Continental: Del universo de John Wick (The Continental: From the World of John Wick, Greg Coolidge, Shawn Simmons, Kirk Ward, 2023) se contaba la historia de Winston (Colin Woodell en la serie, Ian McShane en las películas) antes de ser el gerente del icónico hotel que da nombre a la serie. Situado en paralelo a los eventos de John Wick: Capítulo 3 – Parabellum (John Wick: Chapter 3 – Parabellum, Chad Stahelsky, 2019), ahora es el turno de la Ruska Roma, una organización que cuenta con un ejército de bailarinas a las que adiestran para bailar con el mismo nivel de excelencia con el que matan. En concreto, Ballerina (From the World of John Wick: Ballerina, Len Wiseman, 2025) cuenta una historia sobre el destino al centrarse en Eve Macarro (Ana de Armas), una niña cuya vida queda marcada tras el asesinato de su padre e intento de secuestro a su persona, y construye su argumento sobre la aparente libertad al criarse en un contexto fuertemente regido por la tradición y motivada por la venganza.

Siguiendo la estela de John Wick, Ballerina continúa explorando ese estilizado universo lleno de luces de neón, de sicarios tan elegantes como mortales y, esencialmente, recupera la característica acción que supuso el principal elemento definitorio de la saga. Así, Ana de Armas se pone bajo el foco y baila en las complejas coreografías de movimientos sincronizados que forman las peleas, coordinada con el resto de “bailarines” que la asaltan sin cesar en el escenario y sirviéndose del entorno que lo forma (asegurándose de que quede completamente destrozado en el proceso). Cada pelea convierte el mobiliario, y cualquier objeto del que se pueda echar mano, en una potencial arma destructiva, nutriéndose de la funcionalidad y la estética del espacio en el que se sitúa, ya sea una discoteca o una habitación de hotel, siempre bajo el paraguas estilístico de la saga. En este aspecto, Ballerina no llega a la excelencia de los mejores momentos de John Wick, pero se alza como una más que decente heredera de lo que estableció Stahelsky. Siempre en busca de la extravagancia, cada encuentro dispone de su toque propio: sobrevivir a un asalto en el que Eve solo cuenta con granadas a su disposición, una delirante batalla de lanzallamas o una anecdótica pero divertida carrera en búsqueda de una pistola que ha quedado perdida bajo una montaña desperdigada de platos, son algunos de los ejemplos de esas secuencias de acción que, en la espectacularidad y el absurdo, encuentran su personalidad.

La construcción de secuencias extendidas en las que los personajes se abren paso en un escenario en el que asaltantes les asedian constantemente desde cualquier rincón remite a códigos habituales del formato del videojuego. Como ya sucedía en la saga de la que nace Ballerina, el exagerado y despreocupado acercamiento de su planteamiento transmite esos elementos característicos del entretenimiento virtual que se integran con naturalidad en los ingredientes que forman la película. Detalles como una pelea mientras una multitud baila alrededor en una discoteca, centrar las secuencias en objetivos, en ocasiones un “jefe” al que perseguir o del que huir, y, sobre todo, el recorrido de un mismo escenario en el que aparentemente todo el mundo que aparece en pantalla es un enemigo… estos elementos sirven de base para los tiroteos y peleas en las que Eve se ve envuelta. Siguiendo esta idea, es en el acto final donde Ballerina pone toda la carne en el asador, situando la acción en un marco temporal de media hora y en un pueblo habitado enteramente por asesinos profesionales: desde la camarera de una acogedora cafetería a los padres que ocultan a su hijo pequeño en casa, todo el mundo saca a relucir su destreza para matar al enfrentarse a Eve, interponiéndose entre la bailarina y su venganza.

Elegantemente salvaje y tan espectacular como descabellada, Ballerina recupera la esencia que caracterizó a las cuatro películas protagonizadas por John Wick y la trae a un nuevo escenario, ampliando así el universo de la saga. Y si bien el filme no renuncia al fan service (siempre es un placer ver a Keanu cubrirse de los balazos con la americana), Ballerina funciona por sí sola y asienta a Eve Macarro como protagonista para una potencial saga propia.