Paul Thomas Anderson Haim

Paul Thomas Anderson. Videoclips II: Haim

En 1963, Andy Warhol cruza Estados Unidos en coche, desde Nueva York hasta Los Ángeles. El miedo a volar del artista le impedía hacerlo de otro modo (miedo negado por él mismo más tarde) y el 30 de septiembre de ese año, inauguraba su primera exposición en la Meca del cine. El artista escribiría después sobre este trayecto en coche: «Cuánto más al oeste íbamos, más Pop parecía todo desde la autopista»; la Estados Unidos de la que Nueva York había huido con su esnobismo medio europeo iba apareciendo, se iba abriendo en canal un país que dependía de la imagen de masas para seguir siendo un país.

Aún así, la exposición de Warhol en California dejó bastante que desear, las críticas cosechadas fueron más bien negativas para un artista acostumbrado al contexto Pop del este en el que él destacaba. En la biografía que Warhol publica en el año setenta, Popism, trata de analizar su este fracaso en el oeste americano. El problema no era la obra en sí sino aquellos que la estaban procesando en su sistema de valores cotidiano, en Nueva York, su obra era un misterio, se esforzaban por buscar las diferencias entre la obra y el referente real, una tarea complicada, para entender el ejercicio real de serigrafía y copia. En Los Ángeles, donde todo era cine, donde «la ciudad se anuncia a sí misma» como escribe Estrella de Diego, la gente convivía con el artificio, identificaban la copia, tenían el ojo más que preparado para los objetos trampa, formas que no resistían el flujo de realidad, se veían arrastradas por él; en California el misterio desaparecía, era otro, para ojos hechos de escenografía, el dispositivo detrás de las obras de Warhol se entendía demasiado bien.

No sabemos cuánto tiempo pasó Andy Warhol en el valle de San Fernando, donde Paul Thomas Anderson nació, pasó su infancia y adolescencia, también sus sobrinas, Este, Danielle y Alana, las hermanas Haim, componentes de la banda Haim, por si quedaba alguna duda. Si es interesante la anécdota del artista pop en California es porque más allá del dato superficial que es donde haya nacido un cineasta, podemos tantear un modo de acceso a la obra de Anderson desde su contexto inicial.

En Los Ángeles los cuerpos no tienen sombra, así que el juego de ocultamiento tiene que venir de otro sitio, de formulaciones menos evidentes relacionadas con una propia ciudad-trampa, con una serie de promesas lisas, una superficie llana en la que resbalarse es muy sencillo. Tanto Anderson como las Haim entienden esto a la perfección, en una realidad lisa es fácil intuir qué está por venir, cuál es el siguiente paso, la próxima tendencia. Es un juego de adolescencia expandida en la que no caben dudas, en la que cualquiera puede ser un ídolo. También de esta forma se accede a realizar radiografías de lo que pasa alrededor, el cine de Anderson está plagado de ellas, juegos de estilo que funcionan como una unidad, no se trata de tratar un tema, sino de montar el dispositivo para decir; para mostrar. Un ojo como el de Anderson que ha vivido toda su vida en ese artificio es capaz de levantar la alfombra y encontrar túneles por donde acceder al misterio californiano, conocer la superficie y ver en ella la estructura que la articula.

Las Haim empiezan a tocar desde la adolescencia, en su Wikipedia se remontan al año 2007 para empezar a hablar de sus inicios aunque su verdadero debut lo localizan en el año 2012. Yo, como adolescente en la década de los diez del siglo veintiuno, recuerdo las fotografías de Haim en Tumblr con filtros sobreexpuestos y flares de colores. Era el momento postindieslaze, o quizá de última coexistencia, un momento en el que la adolescencia millennial daba sus últimos coletazos y todavía no se definía qué iban a suponer las nuevas tendencias. Anderson tardaría cinco años en realizar el primer videoclip para sus sobrinas (hasta 2017), un gesto curioso dentro de las jerarquías californianas a las que estamos acostumbrados. Repasemos cómo el director abordó esa adolescencia limpia, iluminada, quizá ahora poco interesante pero que ocupó muchos tableros de pinterest y blogs de tumblr al menos de la persona que ahora escribe.

Right Now (2017)

Las tres de San Fernando, con tres versos y un coro que repite el título de la canción construyen una canción estupenda para gritar y dedicar en los peores momentos. Anderson no defrauda y casi como si fuera sencillo, saca un manual de estilo que él mismo ha escrito basándose en cineastas de los años setenta. No le hace falta más que dos planos para construir un videoclip; dos trazos de camera stylo que acompañan perfectamente, dos planos casi-secuencia que hacen acompañar a la canción.

Hacer un videoclip es básicamente una cuestión de ritmo, Anderson lo sabe, ha convertido en videoclips la materia prima dramática de muchas de sus películas. En Boogie Nights (1997) hay canciones que suenan enteras y sirven de verdadero pulso para la ficción. Cuando realiza videoclips es interesante ver como en gestos tan medidos la realidad encuentra su lugar más sutil más discreto, en este Right Now hay un momento en el que en uno de los paneles de metacrilato dos figuras aparecen y contactamos con una nueva capa formal que reconforta y convierte al melodrama de la canción en algo un poco más pasajero. Ya se sabe, todos sufrimos más que nadie; un pequeño recordatorio de que la adolescencia quizá nunca pasa del todo pero sí que se transforma.

Little of your Love (2017)

Es muy interesante la manera en la que en este videoclip los elementos se multiplican por reducción. No hay algo así como un dispositivo melodramático como había en el anterior, más bien la realidad que se dispone en este videoclip está de cara al propio videoclip. Se reducen los elementos hasta quedarnos sólo con la canción y un baile grupal tipo «No rompas más mi pobre corazón» en el que las Haim se quedan bailando solas para luego volver a sumarse a la multitud. La cámara no para quieta en ningún momento encadenando planos que acompañan a la coreografía mientras Danielle, Alana y Este existen al ritmo de las palmas.

El exterior del bar sobreexpuesto conecta con una estética que en 2017 ya está dejando de existir para convertirse en otra cosa. En la pista de baile, por otra parte, la iluminación hace una triple intersección con un más-que-pasado conectando la década de los veinte del s. XXI con los noventa y a la vez con unos setenta imaginados en clave adolescente. De este modo uno es capaz de radiografiar los intereses de Anderson, una ingenuidad generacional que se diferencia de unos primeros años más analíticos, por lo tanto oscuros y que catalizan con Licorice Pizza (2021), película que protagoniza Alana.

Summer Girl (2019)

Dos años después llegó Sumer Girl, canción que a día de hoy cuenta con 13 millones de reproducciones en YouTube. El videoclip vuelve a mostrar un cielo sobrexpuesto, constatación técnica de que seguimos en Los Ángeles. Este es personalmente uno de mis favoritos teniendo a las componentes del grupo caminando en coreografía mientras se quitan una ropa de abrigo que no para de reproducirse. La cámara las sigue con los típicos movimientos juicy que ya hemos visto. Durante el video hay un momento en el que Danielle se encuentra con un joven que va tocando un instrumento de viento y ella, en su puesto de trabajo como cajera de un cine utiliza el micrófono para cantarle uno de los estribillos de la canción. Estos momentos de relación con la realidad desde el dispositivo de ficción funcionan de una manera muy interesante dentro de una ciudad dispuesta para ello. Finalmente las chicas terminan en bikini demostrando que en una ciudad como Los Ángeles en cualquier momento del año se puede ser Summer Girl.

Now I’m in it (2019)

Llama la atención el uso de la acción en este videoclip. Siempre es una decisión arriesgada tratar un videoclip como un cortometraje, este no es estrictamente el caso, pero es cierto que hay una trama, más o menos pequeña en este vídeo. También es cierto que en ningún caso se separa de la lógica de la canción haciendo un uso musical del sentido de la canción, común en las películas de Anderson. Este videoclip sirve para hablar de lo destacable de la edición del director. Los planos son estructurales en los cortes entre escena y escena, los planos de contexto son reducidos, la película avanza por cortes rápidos y rítmicos. En este videoclip cuando Danielle se desmaya para dar paso a un plano en el que es llevada en camilla por sus hermanas sirve de ejemplo de esta técnica.

Hallelujah (2019)

En este videoclip se juega con la idea del dispositivo escenográfico como campo de posibilidad. Las tres hermanas juegan con sus poderes psíquicos entre ellas. Aún así, la puesta en escena vuelve a recordar a Right Now, una cámara más calmada, más melodramática en la que no hace falta mucho para introduirnos en estas melodías post-adolescentes.

The Steps (2020)

Así llegamos al final de este repaso más o menos atropellado de las colaboraciones familiares entre Paul Thomas Anderson y las estrellas del indie que son sus sobrinas. En The Steps, la ira millennial desborda. Hay una transición desde la primera melancolía, de la que la banda aún no se deshecho del todo, y la rabia y la tensión acumulada de esa generación estalla contra la cámara.