El año del espectador ciego
Un año peculiar. Flojo, si sólo nos podemos atener a los estrenos comerciales. Sin embargo un año muy relevante. Relevante, por muy distintos motivos, en cuanto a la producción USA, en cuanto a la exhibición y producción españolas y en cuanto a la crítica local.
En el ámbito de los estrenos no puede negarse la capacidad de reinvención que un nuevo Hollywood ha llevado a cabo. Tras los éxitos del pasado año (la conclusión de la brillante trilogía Bourne, el Jesse James asesinado por el cobarde Robert Ford, entre otras), este 2008 nos llegó el resto de la remesa. Una remesa tan dispar como estimulante con dos Coen (No country for old men, Burn after reading); Before the devil knows yor’re dead del veterano Lumet la nueva y tenebrosa nueva entrega de Batman a cargo de Nolan, la sección animada con Wall-E y El valiente Despereaux, la temible Niebla de Darabont, el desternillante Be kind, rewind del trasatlántico Gondry, y el clásico Appaloosa de Ed Harris. Si a todas ellas les sumamos cintas claramente independientes pero distribuídas por las mismas vías como el Honeydripper de Sayles y el The Darjeeling Limited del marciano Anderson obtenemos un cuerpo fílmico considerable. ¿Cuál es la conclusión? Es simplificarlo exageradamente. Pero lo evidente es la buena salud de una industria que promociona a sus alumnos. Los Coen y el veteranísimo Lumet no tenían ni que confirmar una calidad demostrada a lo largo de sólidas filmografías. Nolan revela en la suya una capacidad impresionante y un auténtico talento visual. Pero además ha podido recuperar lo mejor de Darabont, de Gondry y de Harris que en su primera cinta se limitó a un biopic demasiado moderado. Por otro lado Hollywood, este nuevo Hollywood que mantiene los atributos del clásico, tiene también capacidad de captación de los chicos que se saltan sus clases, sea produciendo sus cintas, sea facilitando su distribución (a cambio de algo, por supuesto). Y si bien se puede plantear la suavidad excesiva de la última cinta de Sayles, ésta no parece atribuible a la productora sino al mismo director. En cuanto a Anderson, sigue tan extraterrestre, afortunadamente, como siempre.
En España, sin embargo, no deberíamos conformarnos con estas excelentes cintas. En España habría que reivindicar el 2008 como el año del espectador ciego, por la falta de visión de numerosas cintas destacadas de la filmografía mundial. Habría que tener acceso también a cintas ocultas que nunca llegan a las salas de estreno como La muerte del Sr. Lazarescu, una de las mejores cintas europeas de los últimos años, la filmografía completa de Bela Tarr, un excelente documental sobre música tecno como Between the devil or the deep blue sea y las estimulantes cintas asiáticas vistas en el BAFF (como The rebirth, Sparrow o Ploy) u otros festivales. Esta lista de agravios, sin embargo, es peor si contamos con la limitada exhibición que tienen apreciables productos nacionales como Gente de mala calidad, Lo mejor de mi, cintas con notable dirección y escenas destacables por encima de la pobreza de muchas candidatas a los Goya.
Y, finalmente, la tan comentada guerra de los críticos (véanse números anteriores de Miradas) que, si más no, ha estado algo más animada que la propia cartelera. Esperemos que no haya sido estéril y, como mínimo, sirva para racionalizar posiciones cuando no las opiniones que deben seguir siendo lo más independientes posibles. No ignoremos, sin embargo, que las posturas más destructivas pueden influir sino en los espectadores, si en los exhibidores que deciden que una película pueda o no llegar hasta los primeros, poniendo en peligro la visión de obras del centenario Oliveira, de Assayas o Garrel, o de Rattanarang o Apichatpong por mentar a los más innombrables (no hay objeción alguna en distribuidores y exhibidores cuando la obra de Wong Kar Wai, por ejemplo, viene producida con arándanos dulcificados desde América). O, si nos ceñimos a los de fácil pronunciación, a la de Serra cuyo interesante y discutible El cant dels ocells ha sufrido una exhibición parecida a la de un ex convicto.
En fin, lo de siempre. Mejor suerte la próxima vez. Suerte para este 2009.