Una de las alegrías del Festival D’A de este año fue un “Focus” sobre Amat Escalante con sus cuatro películas largas (Sangre, 2005; Los bastardos, 2008; Heli, 2013; La región salvaje, 2016) y el episodio de un filme colectivo (El cura Nicolas colgado, en Revolución, 2010). Veníamos ya desde Sitges 2016 tocados por el impacto que nos produjo La región salvaje y con la perspectiva de su estreno a final de verano, tuvimos la posibilidad de conocer y entrevistar a su director. Adaptamos aquí sus respuestas en un diálogo que pretende recoger sus opiniones e intereses.
Amat Escalante, azarosamente barcelonés (1979), hizo formación parcial de cine en esta ciudad tras una larga estancia en el extranjero. Fascinado por el auge documental del cambio de siglo, se orienta inicialmente a este estilo, pero tras una estancia formativa en la Escuela de San Antonio de los Baños (dónde coincide con Pedro Aguilera) se replantea su carrera y se dedica a la dirección.
— ¿Ya no te interesaba el documental?
— El documental que me interesaba precisaba de aproximación al contexto, a los personajes, y requería un tiempo de elaboración que me resultaba excesivo… Buena parte de mis historias se basan en observaciones de la calle, en conversaciones recogidas en el autobús, en el contexto social. En cierto modo, mis películas tienen buena parte de documental. Y ser director es explicar, narrar, cómo vivo la vida, cómo veo la vida que me envuelve.
— ¿Es por ello que trabajas con actores no profesionales?
— En los actores busco la mirada, su capacidad de expresar sentimientos, de transmitir emoción. Algunos actores no profesionales rinden como los profesionales y resultan más creíbles, aunque no siempre sea el caso. Ensayamos con ellos el argumento pero se les permite utilizar sus palabras, su modo de hablar, y ello hace más verosímil la situación. De hecho, en algunos casos, trabajando de modo artesanal, recurrimos a amigos o familiares (el actor que interpreta al hombre de la cabaña en La región salvaje es mi padre). En el caso de Sangre, durante el rodaje tuve muy presente a Bresson y pasé un par de copias de Notas sobre el cinematógrafo a los actores y otros miembros del equipo para sensibilizarles hacia su cine. Más adelante, adopté otras estrategias.
— La violencia recorre, en uno u otro modo, todas tus cintas….
— No convivo en mi ciudad, en Guanajuato, con la violencia. No en mi calle o mi entorno. Pero la violencia está presente en Méjico. Hay una situación de violencia global que da lugar a trastornos mentales, emocionales y sociales. Y eso es lo que pretendo recoger en mis películas. La sensación de injusticia me desencadena ideas, puntos de partida argumentales.
— ¿Consideramos que tu cine es esencialmente mejicano? ¿Te sientes emparentado con el cine de Buñuel, Alcoriza, Ripstein…?
— Estaría muy bien poder sentirme vinculado a una línea así. De hecho, sí que puedo tener influencia de Buñuel, aunque me interesan mucho Fritz Lang, por ejemplo, Kubrick o Bresson. Si Bresson estaba presente en Sangre, en Los bastardos tenía presente a La naranja mecánica, A sangre fría o a Sergio Leone. De hecho, me interesa que en el cine de género se pueden ver referencias sociales y trato de orientarme a ellas en mis películas, aunque en éstas pueda haber referencias de género. Mi cine es, una rareza en un contexto dónde los grandes éxitos son comedias románticas o eróticas. Heli si que fue una película con considerable éxito y que se sigue vendiendo en dvd o descargando ilegalmente.
— Cuarón, Iñárritu, se han hecho no sólo un lugar sino un nombre en Hollywood. En Los bastardos ya trabajaste en Estados Unidos. ¿Te plantearías trabajar de nuevo allí? ¿Te interesaría integrarte en el sistema de producción industrial?
— Y viví mucho tiempo en Estados Unidos (entre los 16 y los 23 años, en Austin y Los Angeles), mi madre es americana. LA es la segunda ciudad del mundo con más población mejicana tras DF. Cuando rodé Los bastardos, con la colaboración de mi hermano en el guion, quise plantear la tensión existente en una realidad cotidiana que conocía, llevándola al extremo. Mi situación nos permitía a la vez otorgar a la película un punto de vista interno y externo. Ahora no la haría así, contando con la situación de mayor agresividad contra los emigrantes. Recibí después propuestas para desarrollar proyectos allí. Sin embargo, nunca sabes si las propuestas pueden llegar a buen puerto, quién te ayudaría o qué forma tendrían finalmente. No se materializaron; pero no me negaría a trabajar en un proyecto interesante por el hecho de que la producción fuera estadounidense. De hecho, Cuarón e Iñárritu no sólo son muy respetados en Méjico sino que su labor permite desarrollar proyectos en los que participen profesionales mejicanos (Cuarón está terminando un proyecto en Méjico actualmente). Por ahora, me siento muy cómodo trabajando con un equipo habitual en el que cuento con amigos y familiares. Mi hermano desarrolla distintas actividades según la película, mi padre construye los travellings…
— ¿Cómo surge La región salvaje?
— Tenía ideas sobre el guion y los personajes. Me faltaba la forma en que juntarlos, en que evidenciar su situación emocional y, finalmente, di con la idea de aquel ser en la cabaña.
— …una idea brillante de ciencia ficción.
— La producción danesa me facilitó también una resolución digital En este contexto me permitía resolver el conflicto y añadir punto de interés a la trama. Pero, por ahora, no quiero orientarme a la ciencia ficción ni al realismo mágico. Seguiré con el mismo estilo de cine, recogiendo la realidad y confiando en que resulte interesante.