21º Festival de Las Palmas. Coma, de Bertrand Bonello

Coma, de Bertrand Bonello (Sección Oficial)

El talentoso francés se confirma como el papá más preocupado de su generación con una reflexión rabiosamente confinada.

Boomers contra zoomers según Bonello (capítulo 2)

Dentro del subgénero “la Generación X se preocupa por la Generación Millennial”, nadie ha conseguido una película más perfecta que Bertrand Bonello con su película Nocturama (2016). Bonello rodó el filme para su hija, Anna, preocupada como estaba por cómo acabaría el movimiento global de los indignados. 4 años más tarde ya teníamos alguna pista. Podríamos añadir aquí la cita de Juan Marsé, la más importante de la historia de la literatura española (bueno, ya sé que alguno prefiere En un lugar de La Mancha… hay gente pa’tó): “Con el tiempo, unos quedarían como farsantes y otros como víctimas, la mayoría como imbéciles o como niños, alguno como sensato, generoso y hasta premiado con futuro político, y todos como lo que eran: señoritos de mierda”. En fin, que la revolución que iba a vivir su hija ni fue televisada ni aconteció, el mundo occidental no ardió y lo que sí llegó fue una pandemia que todavía no se ha ido y que nos ha jodido la vida a todos. A los adolescentes especialmente en momentos decisivos de su formación como adultos. “¿Qué se puede hacer?” Se pregunta Bonello en una larga introducción filosófica escrita sobre imágenes incomprensibles “Tan solo un gesto”. Y su gesto se titula Coma.

El filme es uno de esos artefactos producto del confinamiento y difíciles de analizar, cuando la tercera dosis todavía está en proceso de ser administrada (en el mundo guay, que en el otro mundo las entregas van con más retraso que los paquetes de SEUR). Solo el tiempo nos ayudará a entender las creaciones, necesariamente minimimalistas, de este periodo. Pero Bonello ha rodado una película urgente y nosotros debemos comentarla.

Coma

Coma hace referencia al estado de suspensión vital de toda la sociedad (salvo de los listos del pa’ la saca) durante este periodo. Es también el apellido de la youtuber, influencer y gran hermana Patricia Coma, una vendehúmos nata que mezcla su filosofía barata con merchandising inútil y carísimo. Coma es un personaje puramente deleuziano y, no en vano, en el filme aparecen imágenes del gran pope de la teoría del simulacro. Una de sus más fieles suscriptoras es una joven asfixiada por el hastío vital y la soledad del confinamiento en una habitación en la que chupa techo e inventa ficciones entre una Ken y Barbie, muy a la manera de Todd Haynes en Superstar-The Karen Carpenter Story (1988). En estas recreaciones, en la que los personajes varones (Louis Garrel y el difunto Gaspard Ulliel) emplean fragmentos de discursos de Donald Trump, dan el tempo de la metanarración que propone Bonello. También hay momentos con la versión animada de los protagonistas fragmentos de documentales de catástrofes naturales (erupciones volcánicas, deshielos, incendios…) y, sobre todo, espacio para la estética de la vigilancia con asesinatos por Zoom, imágenes de circuito cerrado y FaceTime. El último escenario es un bosque imaginario, una denominada “zona libre”, donde (solo supuestamente) los jóvenes pueden aislarse del a dictadura de las pantallas a la que están sometidos los adolescentes actuales. Todo junto, bien agitadito, nos da la receta de Bonello sobre la generación de su hija: viven en el simulacro presagiado por Gilles Deleuze más absoluto, y la pandemia no ha hecho más que confirmarlo. Ella, por lo menos, toma la determinación de huir de dicho mundo. Dejamos al lector dilucidar si lo consigue o no. Por lo pronto, terminemos con la triste confesión de Bonello en los inicios de Coma: “Hice aquella película para ti (se refiere a Nocturama) y sé que no la has visto”. Ahí está el gran y tristísimo problema de los cineastas boomers, del que por lo menos Bonello, a diferencia de sus colegas, es consciente: a la mayoría de los zoomers, asfixiados de móviles, ordenadores y demás, les importa un bledo lo que pase en una pantalla de cine… aunque lo haya rodado su papá.