Babylon, de Damien Chazelle

The Show Must Go On!

BabylonDespués de First Man (2018), el oscarizado director Damien Chazelle vuelve a Los Ángeles para invitarnos a una fiesta desenfrenada en la que todo es posible, como en Hollywood, donde el espectáculo es lo único que importa. Babylon, encabezada por dos indiscutibles estrellas, Brad Pitt y Margot Robbie, es una inclasificable película sobre la cara oculta del Hollywood de los años 20, en la que el director declara su amor por el cine, a la vez que lanza una crítica a una industria corrompida desde sus inicios. Un negocio en el cual el arte se mezcla de manera controvertida con el entretenimiento.

Manuel Torres (Diego Calva), un joven de origen mexicano, ayudante del magnate de Hollywood Don Wallach (Jeff Garlin), siempre ha soñado con trabajar en un rodaje, pero de momento, está ultimando todos los detalles para que nuestra fiesta sea todo un éxito, aunque eso conlleve que un elefante se le cague encima… The show must go on! Una vez dentro de esta eterna fiesta llena de excentricidades, drogas y urgías, ambientada por el magnífico Justin Hurwitz —quien ya se llevó el globo de oro y ahora también una de las pocas nominaciones para la película en los Oscar de este año—, conocemos a Nellie LaRoy (Margot Robbie), una estrella a quien aún nadie conoce. A la mañana siguiente, sin ningún tipo de resaca, mientras el ídolo del momento, Jack Conrad (Brad Pitt), se presenta borracho al set, estos dos peones harán realidad su sueño y pasarán a formar parte de la industria del cine, una industria mágica y oscura al mismo tiempo. De este modo, Chazelle declara sus intenciones a un ritmo frenético con un epílogo más largo de lo habitual, en el que el falso sueño americano es más real que nunca.

Babylon

La La Land (2016) ya fue un acto de amor hacia el cine musical. En Babylon este sentimiento aflora, pero a Chazelle siempre le ha gustado mostrar la doble cara de la moneda. Así como para él, el amor y el éxito son incompatibles, la fama no es siempre es reluciente, y con ella, el amor vuelve a fracasar. Con la llegada del cine sonoro todo cambiará para Jack, que tendrá que asumir su papel como actor olvidado. Lo mismo le sucederá a LaRoy, quien, consumida por todas las adicciones posibles, no se adaptará a las nuevas dinámicas del cine y acabará ocupando el puesto de una actriz vulgar y sin clase.

De este modo, el director propone una obra difícil de clasificar. Babylon es una película coral, con un guion irregular en el que se olvida de personajes tan interesantes como Sidney Palmer (Jovan Adepo), el trompetista de Jazz. También es una divertida comedia negra, un drama romántico, pero, sobre todo, así como en la Babilonia de Mesopotamia descrita en el Génesis de la biblia, Babylon es un relato histórico sobre la génesis cinematográfica. Y es que el film evoluciona de la misma forma que lo hace el séptimo arte. Manuel y Nellie, desde la inexperiencia, conseguirán formar parte de algo muy grande, de algo que trascenderá y perdurará para siempre, en las salas de cine. Porque al final, hipnotizados y emocionado por la gran pantalla, nos olvidamos por un segundo de todo lo que es real, como Totò en el famoso Cinema Paraíso (1988) o el propio Manuel Torres, quien, después del caos, regresará a una sala de cine de Los Ángeles.

Babylon

Si bien con una intención buenísima y en elenco de ensueño, el director de Whiplash (2014), aguanta las tres horas de metraje gracias a un escandaloso diseño de producción y una puesta en escena delirante, que consigue frenar cuando el relato lo requiere. Ofreciéndonos, juntamente con una brillante cinematografía, un espectáculo constante. Así pues, Babylon está sentenciada a dividir al público. Pero, a pesar del fracaso en taquilla en Estados Unidos y el poco reconocimiento que ha tenido por parte de la academia, Chazelle deja clara una cosa: el cine no es un arte menor y trasciende todo aquello que connota con la decadente industria de Hollywood.