En 2016, Olga Osorio estrenaba su segundo cortometraje, Einstein-Rosen, que llegó a ganar la friolera de 69 premios internacionales y fue seleccionado en casi 300 muestras y festivales de cine. En él, dos hermanos de A Coruña discuten sobre la existencia de los agujeros de gusano allá en 1982. Teo cree haber descubierto la boca de entrada de uno de ellos, pero Óscar tardará 35 años en tomarle en serio: cuando ve en primera persona cómo el cielo escupe todos los trastos que Teo se dedicó a ir lanzando para probar su tesis. Esta es la historia que recupera Osorio, un tiempo después, para su primer largometraje, ¡Salta!, en el que ambos hermanos siguen siendo los protagonistas de esta comedia familiar que utiliza la ciencia ficción para hablar de las relaciones humanas, especialmente las familiares, pero donde también hay cabida para retratar el lastre de la ausencia y la dificultad de curar los traumas del pasado.
Es el verano de 1989 y estamos en Galicia. Teo y Óscar, de diez y trece años, viven con la abuela tras la desaparición de su madre, una científica obsesionada con los viajes temporales. El hermano mayor, Óscar, igualmente fascinado por la ciencia, está convencido de que esta no los abandonó, versión supuestamente aceptada por el resto, sino que en sus ansias de descubrir la boca de un agujero de gusano se quedó atrapada en otro tiempo y lugar, dejando a sus hijos con el peso de la incertidumbre. El pequeño, Teo, más preocupado por pasar las vacaciones haciendo travesuras que por las excentricidades de su hermano, casualmente acabará encontrando una especie de “atajo” que lo llevará al año 2022, donde se reencontrará con Óscar, 33 años más tarde, en una realidad donde todo el mundo ha crecido menos él. El conflicto aparece cuando se percatan de que la boca de entrada no es la misma que la de salida, por lo que tendrán que averiguar cómo hacer volver a Teo al pasado, no sin antes involucrar a otros personajes y encontrarse con varios baches en el camino, que a su vez servirán para adentrarnos en la genealogía de la familia, hasta llegar a una escena postcréditos que pone la guinda final a este dilatado viaje doméstico.
Siempre es divertido imaginar cómo eran los ochenta para aquellos que solo lo hemos vivido a través del cine o la literatura. La elección de la música, la construcción de la escenografía y el diseño de vestuario se convierten en aspectos cruciales para cumplir eficazmente con el rigor histórico. En este caso, el contraste entre las diferentes épocas no es únicamente una cuestión técnica, sino que pasa a formar parte de la narrativa, generando una serie de situaciones cómicas entre quien viaja en el tiempo y el espacio en el que aterriza, fortaleciendo ese choque “temporal” y utilizando este discurso para criticar, de pasada, algunos comportamientos del presente.
Para sus protagonistas “adultos”, la directora cuenta con dos caras conocidas del cine español: Tamar Novas en el papel de Óscar, profesor de universidad en paro que parece haberse quedado estancado en un limbo en el que solo existe la física, y Marta Nieto como Elena, su crush de la infancia, que en 2022 es matemática y madre de dos hijos bastante repelentes. Es cierto que ¡Salta! no es el tipo de película que da pie a lucirse como intérprete, pero dentro del elenco sí que hay alguien que destaca, y este es sin duda Mario Santos en su primer papel en cine como protagonista. El joven, sobrado de carisma, actúa con tal desparpajo y seguridad que parece haber nacido entre bambalinas, convirtiéndose en uno de los mayores reclamos para ir al cine a disfrutar de esta aventura familiar tan dicharachera, cuyo sentido del humor se complementa a la perfección con el aire nostálgico de la que se empapa.