Último día del fin de semana fuerte en Sitges. Hoy es la última oportunidad de ver títulos muy demandados como River (Junta Yamaguchi, 2023) —secuela del director de Más allá de los dos minutos infinitos (2020)— con entradas casi imposibles de conseguir incluso en el mercado paralelo de los VIP. Ante todo, desde la redacción de Miradas de Cine seguimos
cubriendo con esmero el amplísimo repertorio con el que cuenta el festival: atendiendo a sesiones de todas las secciones (incluidos los míticos pases de cortos), realizando entrevistas (que esperamos publicar en los próximos días) y también (por qué no decirlo) asistiendo a fiestas nocturnas (siguiendo el rastro de celebrities como Álex De la Iglesia) o disfrutando de la maravillosas playas de Sitges gracias a las condiciones climáticas extraordinarias para un mes de octubre. Festivales como este se disfrutan enormemente en primera persona pero esperamos acercaros un poco algunas de nuestras experiencias con los textos de estas crónicas diarias.
Sleep (Jason Yu, 2023) (Oficial Fantàstic Competición)
Pese a contar con algunas joyas como A Tale of Two Sisters (Kim Jee-woon, 2003) o El extraño (Na Hong-jin, 2017), el terror no es uno de los géneros predilectos de la industria coreana. Aun así, el debut de Jason Yu en la dirección logró destacar ya en la Semana de la Crítica de Cannes y se convirtió en número 1 de taquilla el fin de semana de su estreno en Corea. Sleep nos propone una minimalista historia de fantasmas. Planteada desde la intimidad del hogar de un matrimonio acomodado, la mujer de la pareja deberá lidiar con los inquietantes efectos del comportamiento noctámbulo de su marido. Pese a que los
compases iniciales parecen apuntar a una cierta crítica social al estilo de las producciones de Bong Joon-ho, la cinta pronto escoge apostar por un desarrollo más contenido, causando algunos problemas de ritmo hacia el final del segundo acto. En general, el dúo protagonista funciona con gran complicidad y la película logra su objetivo de entretener hasta el final, pero no deja de sentirse lastrada por estos vaivenes que, depurados, quizás hubiera ofrecido una sensación mucho más coherente e hipnótica.
Pandemonium (Quarxx, 2023) (Noves Visions)
En su planteamiento inicial, Pandemonium presenta una idea elocuente y eficaz, donde dos conductores descubren que ya no están vivos después de colisionar sus vehículos. En el mismo lugar del accidente y ante esa revelación, la película desarrolla una primera trama que funciona como un cortometraje independiente, donde la forma responde ante la incertidumbre de sus personajes con ingenio y humor. Sin embargo, la historia se trunca por completo una vez abandona este escenario, convirtiendo el conjunto en una serie de episodios mucho menos imaginativos y sugerentes que eclipsan su vocación primera. Sin desestimar su decisión, el resultado no llega a ser del todo satisfactorio, extendiendo sus partes ante un ensamblaje frustrado del que se desprende con demasiada facilidad. Por otro lado, el gusto por la incorporación de cierta imaginería fantástica agiliza el relato con algunas caracterizaciones resultonas y demuestra el amor por el género del realizador francés.
Robot Dreams (Pablo Berger, 2023) (Oficial Fantàstic Competición, Anima’t)
La animación siempre ha contado con un peso importante dentro del Festival de Sitges pero este año se siente especialmente destacada al contar con varios títulos de relevancia dentro de la Sección Oficial. Hace tan sólo un par de días os hablábamos de El chico y la garza (Hayao Miyazaki, 2023) y hoy hemos vuelto a tener la oportunidad de emocionarnos con Robot Dreams, una potente fábula vital que Pablo Berger adapta a partir de la novela gráfica de Sara Varon. El salto a la animación del director convence, conectando con las inquietudes del resto de sus trabajos (no olvidemos que la multipremiada Blancanieves, de 2012, remite al clásico primer largometraje de Walt Disney). Desde una mirada adulta y madura, Berger apela al niño que todos llevamos dentro, a ese proceso de pérdida de la inocencia inexorablemente conectado al paso del tiempo. La pérdida es inherente a la vida, pero una cierta mirada soñadora (tan ligada a esa visión desarrollada en la infancia) nos permite transmutar la tristeza en júbilo, para dotarnos de la capacidad de afrontar con ilusión lo que todavía está por llegar.