Los grandes atractivos del festival son las master class que contaron este año con la presencia de Mark Osborne, Katariina Lillqvist y, especialmente, de Peter Lord, que se acompañaron de una retrospectiva de sus obras, especialmente de la Factoria Aardman.
La autora finlandesa destacó su base formativa en el documental y su origen en la ciudad de Pispala, agregado de Tampere, y conocido por tradición industrial, vanguardista y crisol de culturas, lo que le ha valido antaño enfrentamientos durante la guerra civil de aquel país y conflictos xenófobos en la actualidad. Lillqvist trabajó durante largo tiempo recogiendo historias, leyendas y canciones del folklore local, en buena parte influenciado por los gitanos. A esta formación se sumaría el humor seco, oscuro, que asimilaría durante su segunda formación como animadora en la República checa. Destacó obras como Lejos de los Urales, una obra conflictiva por revelar la vertiente homosexual del padre fundador de la moderna Finlandia, cortometraje que seguía sus pasos en exploraciones en Centro Asia dónde conociera a un joven kirgizo del que se enamoraría. Asimismo, pudimos ver La doncella y el soldado, una obra sarcástica, antimilitarista, dónde una joven recupera a su amado (literalmente) de las garras de la muerte, a ritmo de música folklórica y con el pesar de un viejo coronel
La directora explicó también cómo se construían antaño los muñecos, acordes con las escenas en las que debían aparecer y con diferentes reproducciones según las mismas: esqueleto metálico, manos de látex (o, actualmente, de silicona), cabeza de papel mache, caderas y pecho de madera para permitir el agarre y movimiento. Desarrolla su actividad con un equipo de un par de decenas de profesionales y evita la expresión facial de los muñecos (siguiendo la técnica checa) para trabajar las emociones mediante el uso de las sombras, los encuadres, la música y la voz en off. El digital le parece irreal, algo que también declaraba Peter Lord.
Sus proyectos posteriores se centraron en la cultura romaní, de la que hay dificultad en obtener materiales con los que modelar a los muñecos pero que le ha permitido desarrollar numerosas exposiciones sobre este tema, así como algunos cortos. La canción del patíbulo utilizaba una divertida historia de enlaces reales para destacar el valor de la canción y la música zíngaras.
Lillqvist se despidió triunfalmente hablando de un futuro proyecto, tan descabellado como delirante. El encuentro entre Vladimir Putin, turista en Barcelona, y un viejo matador da pie a un nuevo objetivo del mandatario ruso, quien, como torero, acabará en el inframundo enfrentado al Minotauro (¡¡!!).