Tras dos primeros trabajos (The Day a Pig Fell into the Well y The Power of Kangwon Province) en los que experimentaba con la estructura mediante la intersección de dos mediometrajes en momentos puntuales, integrándolos así en sendos todos que poder ofrecer como un largometraje al uso a través de débiles conexiones argumentales que dotaban de algo de cohesión al conjunto, Hong Sang-soo también aplica una narrativa no convencional en su tercera película (más adelante veríamos que en la mayoría de sus trabajos se presenta una narración escindida en dos fragmentos interconectados en mayor o menor medida), Virgin Stripped Bare by Her Bachelors, aunque en esta ocasión los dos «mediometrajes» son, en esencia, la misma historia, ofrecida con ligeras variaciones que presentan a los personajes con caracteres totalmente distintos, nuevos ángulos y aristas (hablamos únicamente del acercamiento descriptivo de los personajes; en lo tocante a lo visual, la aproximación en ambas versiones es similar, repitiendo prácticamente los mismos ángulos y encuadres de cámara en los diferentes encuentros «paralelos»), que permiten pensar tanto en las pequeñas decisiones de las que se compone nuestro día a día (y cómo estas determinan a la postre las derivas argumentales de nuestra existencia) como en las diferentes percepciones de unos mismos sucesos que pueden tener dos individuos que, como es natural, tienen sensibilidades diferentes.
Así, la primera historia, aparentemente contada desde el punto de vista de Jae-hoon, nos presenta a un stalker de manual (desde el momento en que pregunta nombre y apellidos de su acompañante a Youngsoo le tenemos calado). Su «víctima», que no le rechaza necesariamente aunque no le pone las cosas tan fáciles como él querría le dice que es un tipo raro al poco de conocerlo y la respuesta de este es «invitarla» a un callejón oscuro a enseñarle algo. Ella, incauta, va detrás. A pesar de este «triunfo» de la depravación (si es que puede llamarse así a un beso robado de forma rastrera y algo violenta), la siguiente escena, en una cafetería, va acompañada de miradas huidizas, silencios incómodos, y poco a poco veremos a un Jae-hoon convertido casi en un mártir porque no puede conseguir «robar» la virginidad anunciada en el título internacional. Cualquier espectador, independientemente de su género y preferencias sexuales, podría sentirse identificado con su martirio y su frustración, de no ir emparejados a un comportamiento tan tóxico —violencia verbal exacerbada, un mansplaining en el fondo bastante gracioso (como solo puede serlo explicarle a una coreana cómo usar los palillos)…— y unos rasgos prácticamente psicopáticos, algo bastante recurrente en los personajes masculinos del director. Es por todo esto que digo que el primer fragmento de la historia se cuenta aparentemente desde el punto de vista de Jae-hoon, porque parece complicado pensar que uno mismo se describa de una forma tan poco atractiva, pero por otro lado es fácil pensar que al estar centrado únicamente en el objeto de su deseo pierda parte de (o toda) la perspectiva. Podríamos decir, y sería más aproximado a la realidad que el narrador es un subconsciente demiúrgico del protagonista, ese que cuenta las cosas tal y como son desde dentro, sin falsas modestias ni todo lo contrario. Lo que hay es lo que vemos. En cualquier caso, es solo una de las posibles interpretaciones puesto que no hay ninguna voz en off que apunte en esta dirección. La otra posibilidad es la que apuntaba en un principio, y es que sean dos versiones de una misma historia, no necesariamente desde dos puntos de vista diferentes, sino simplemente que toman rumbos distintos a partir de decisiones diferentes y caracteres diferentes, pero esta opción, que a mí me gusta mucho, una especie de Melinda y Melinda o Dos vidas en un instante, resulta mucho más gratuita y no aportaría demasiado a un nivel de estudio de personajes, jugando solo con la anécdota y el «y si…»
La segunda versión de la historia, que si seguimos con la teoría de los puntos de vista, está aparentemente contada según Soojung (la actriz Lee eun-ju, que acabaría con su joven vida tan solo cinco años después de protagonizar la película), sin embargo, nos muestra a un Jae-hoon completamente diferente, seguro de sí mismo, interesante, un tipo atractivo, en pocas palabras. De la misma forma, Youngsoo, que en la primera versión aparece como un «rival», aquí desde un primer momento se le ve con sus hijas, descartándole a priori en ese rol (y aunque después veamos que quizá Jae-hoon no estaba desencaminado, está claro que para ella no es más que un escarceo). De algún modo, ella se siente atraída por Jae-hoon, amplificando el aura de romanticismo de sus encuentros, de modo que casi nos encontramos ante una versión de la historia diametralmente opuesta. ¿Es probable que ambas visiones tengan parte de verdad? Seguramente. La visión masculina, centrada en el sexo y llevada de la mano de la testosterona, y la sangre del cerebro desviada a partes con menos capacidad de raciocinio; la femenina, más centrada en el amor romántico. En el fondo, todo muy milenarista y oriental, algo en parte lógico teniendo en cuenta procedencia y fecha del film.
Formalmente Virgin Stripped Bare by Her Bachelors está fotografiada en un blanco y negro al que el realizador regresaría en varias ocasiones posteriores aunque ya en formato digital (con más frecuencia en la última etapa de su amplia filmografía), y cuenta con una gran mayoría de planos fijos en los que podemos ver la acción (o la ausencia de ella) desde un punto de vista privilegiado que nos permite acceder a todos los personajes implicados en una única toma sin necesidad de emplear el montaje, algo que es también una marca de la casa en Sang-soo, una de las que se agradecen. No aparecen, afortunadamente, todavía esos zooms generalmente molestos y prescindibles (o al menos de utilidad cuestionable la mayor parte de las veces), de los que no se libra desde Tale of Cinema (probablemente una de sus señas identitarias más vilipendiables), y como curiosidad, la película fue rodada en orden, secuencia a secuencia, como al parecer hace Almodóvar (o al menos eso dijo hace ya mucho, quiero pensar que el manchego habrá evolucionado con el tiempo), en lugar de aprovechar las localizaciones para rodar cada secuencia y su «reflejo». Por supuesto, también un piano minimalista será el protagonista de la banda sonora, en esta ocasión de Kil-sung Ok en su segunda y última colaboración con Sang-soo, tras componer la banda sonora de su primer film, The Day a Pig Fell into the Well.
El título del film, Virgin Stripped Bare by Her Bachelors, que pasó por Cannes en la sección un Certain Regard aquel año, hace referencia a una obra escultórica de Marcel Duchamp, que curiosamente también se divide en dos secciones, y también, de algún modo, a esa frustrante obsesión compartida por el canallita de Jae-hoon y el crápula de Youngsoo.