Sana competencia
Imágenes de la ciudad, los rascacielos iluminados en la noche, todo aparentemente normal en el amalgamiento de historias que se pueden encontrar en la urbe. De repente, en off se escucha un golpetazo, un cristal rompiéndose y los gritos de una mujer. Inmediatamente, la cámara nos muestra el origen de este calvario: Margaret (Amy Ryan), cuya historia se ha salido esta noche de la normalidad, se encuentra en una habitación de hotel con el cuerpo inerte de un joven (del que se asegura en repetidas ocasiones que no es un prostituto). Así comenzaba el estreno en el festival de Venecia el nuevo trabajo de Jon Watts, director del largometraje de terror Clown (2014) y de la más reciente trilogía de Spiderman, que representaba una versión más juvenil del superhéroe arácnido. En la nueva película, Wolfs, se va a al otro lado del espectro y se centra en dos hombres con una cierta edad, contando con Brad Pitt y George Clooney como pareja protagonista.
Wolfs despertaba carcajadas en la sala Darsena en la isla de Lido de Venecia, siendo el sentido del humor uno de los principales reclamos del filme. La pareja lobos solitarios encarnados por Pitt y Clooney, desde el primer momento que coinciden en escena, no dejan de lanzarse pullas el uno al otro con el fin de dejar clara su superioridad, una competición constante de egos por ver quien es más cool. Los protagonistas, que ya habían trabajado juntos en la trilogía Ocean’s Eleven, se sirven de su icónica imagen para que su personajes se impongan en pantalla con su presencia y presentarse como los mejores en su trabajo: reparadores encargados de limpiar cualquier desastre en el que se haya metido su cliente, aunque tenga implicaciones ilegales, sin dejar ni rastro de lo sucedido. Cuando ambos, trabajando para diferentes clientes que comparten un interés común, coinciden en un mismo trabajo, se ven obligados a colaborar, idea que no les hace ni la más mínima gracia. Más allá de las puyas, el pique constante entre los lobos guarda paralelismos con la competitividad siempre presente en nuestro día a día, aunque sea desde la sátira más disparatada en una situación completamente inusual como es librarse de un cadáver (de un no prostituto, que quede claro). La batalla de egos forma parte de la humanidad y la vemos constantemente en la sociedad en la que vivimos, puede ser en el mundo empresarial o incluso en la política. Dicen que cuatro ojos ven mejor que dos, pero es curioso como, pese a compartir el mismo objetivo, en lugar de intercambiar puntos de vista y conocimientos con tal de alcanzar el mejor resultado, los lobos prefieren complicarse la vida trabajando solos, porque aceptar la idea del otro es concederle una victoria que no se está dispuesto a dar. En lugar de eso intentan desprestigiar a su compañero/contrincante a toda costa y cerrarse en banda para no compartir sus trucos profesionales. En una escena, ambos le ofrecen ropa de repuesto a Margaret para que pueda cambiarse la que lleva puesta, la cual está empapada de sangre. Margaret, tras estudiar las opciones unos segundos, coge una parte del conjunto de Pitt y otra de Clooney, porque escogiendo lo mejor de ambos se puede alcanzar una meta mejor, aunque la reacción de los reparadores es estupefacción y confusión por no haber ganado sobre el otro. Prefieren trabajar solos y no tienen ninguna intención de cooperar. Pero como es habitual en las buddy movies, la situación desesperada no les deja otra salida más que unirse como compañeros de trabajo aunque sea solo por una noche, dando su brazo a torcer aunque sea desde pequeños gestos como aceptar las indicaciones del otro para llegar a su destino.
Los planos unen y separan a los dos lobos a lo largo del metraje mediante una fotografía resultona que se sirve de la iluminación, los encuadres y el fuera de plano no solo en un sentido narrativo, sino también para enfatizar la comedia. Los chistes, tanto los recurrentes como los puntuales, son efectivos tanto desde el dialogo como en la puesta en escena, consiguiendo que las imágenes de por sí sean delirantes, como Pitt sentado espatarrado en una silla bebiendo un refresco mientras Clooney trabaja por su cuenta. Watts lo deja claro desde el principio, presentando al dúo protagonista con prácticamente la misma ropa y con ambos poniéndose unos guantes de cirujano al presentarse en la escena del crimen. Los dos son lo mismo, por mucho que les pese, y este hecho se evidencia cada vez más a medida que avanza el metraje. Nadie debería saber nada de ellos, y de primeras la película no ofrece ningún trasfondo de estos misteriosos personajes, que aparecen de la nada envueltos en el secretismo más absoluto. La naturaleza de su trabajo les impide compartir lo que hacen y les aísla de los demás. Su reticencia a abrirse a su recientemente descubierto compañero se irá desmontando cuando se den cuenta del sentimiento de soledad compartido y que, en el fondo, se lo han buscado ellos. La magia de encontrar a alguien con quien compartir una actividad despierta la añoranza de algo que va más allá de la propia realización del trabajo y que facilita la carga a la hora de hacer frente ciertas situaciones. Este hecho lo enfatiza el joven Austin Abrams en su entrañable personaje, una contrapartida a los ya desgastados reparadores, lleno de esperanza y en busca de su lugar en el mundo, sobre confiado y dispuesto a dejarse manejar por los demás en su afán por pertenecer a algún sitio.
Wolfs es un entretenimiento ágil, cargado de humor y con dos super estrellas en el centro de todo. La descabellada premisa da pie a momentazos que más de uno reconocerá del día a a día, aunque sea desde una perspectiva estilizada en base a una situación poco común. Puede que los lobos protagonistas den síntomas de cansancio en la película, con dolores de espalda o necesitando de gafas para leer un busca, pero los actores tras los personajes siguen estando en forma y dispuestos a darlo todo, hecho evidenciado en Venecia, donde eran recibidos en la alfombra roja envueltos entre los gritos y ovaciones de los fans.