Los Tortuga

Los Tortuga, de Belén Funes

En su notable ópera prima, La hija de un ladrón (2019), que obtuvo el Goya a Mejor Dirección Novel, Belén Funes narraba la historia de Sara (Greta Fernández), una joven madre de origen humilde, cuya única aspiración, poder formar una familia y llevar una vida normal junto a su hermano pequeño y el padre de su hijo, se veía continuamente entorpecida por la precariedad de sus circunstancias y la imposibilidad de abrirse camino dentro de un entorno que ahogaba cualquier posibilidad de mejora. En su segundo largometraje, Los Tortuga, Funes reincide en la idea del determinismo de la clase social como condicionante para el desarrollo personal. En este caso la historia se articula en torno a la relación entre Delia y Anabel, una madre y su hija, interpretadas por Antonia Zegers y la debutante Elvira Lara, que afrontan de maneras distintas el duelo por la pérdida del marido de la primera y padre de la segunda, al tiempo que lidian con la falta de recursos económicos y el problema de la vivienda en Barcelona. Ambas películas comparten otros puntos en común, como es el peso de la huella familiar, indivisible del propio individuo, la denuncia social y una visión más bien pesimista de la realidad, sin bien en Los Tortuga se aprecian destellos de esperanza, algo que no ocurría en la primera. De igual manera, resulta llamativo que ambas historias estén protagonizadas por mujeres fuertes que enfrentan dificultades pero donde el elemento que impulsa la acción, aquel que desmonta las piezas del puzzle que luego ellas deberán reconstruir, sea siempre una figura masculina ausente.

La película está plagada de símbolos e imágenes recurrentes que llenan de significado los espacios donde las palabras no llegan. En los primeros fotogramas vemos los campos de olivos de Jaén y a la familia paterna de la joven protagonista con todo el clan involucrado en la recolección de la aceituna, que es su medio de sustento. El pueblo representa la tradición y las raíces, aquellas que conectan a Anabel con sus orígenes y el recuerdo de su padre, un espacio seguro, de acogida y cariño. La escena alrededor de una mesa donde todos se preparan para mojar el pan en la primera presión de aceite al grito de un, dos y tres, es vivido como un momento de celebración en comunidad que reúne a todas las generaciones de la familia. Sin embargo la llegada al pueblo de Delia marcará un cambio en el tono ya que para ella aquel paisaje y las personas que lo habitan forman parte de un recuerdo doloroso del que necesita alejarse. Toda la parte inicial del filme sirve para introducir al espectador en los personajes, sus dinámicas y el contexto que les rodea, antes de que aparezca en pantalla, media hora más tarde, el título de la película. La acción se traslada entonces desde Andalucía a las calles de Barcelona. En una dicotomía algo extrema, si el pueblo era visto como un lugar amable, la urbe es presentada como un gran caos y la causa de la mayoría de los problemas de las dos protagonistas. Incluso para Delia, que desea construir una vida allí trabajando como taxista, la ciudad sólo ofrece trabas, destacando entre ellas la especulación inmobiliaria y las dificultades para el acceso a una vivienda digna. La falta de recursos, unida a las distintas maneras de enfrentar una misma pérdida, provoca entre madre e hija un crisol de emociones, que van desde el cariño y el amor hacia la incomprensión mutua, la tensión y los estallidos de rabia. La interpretación de ambas, mostrando ese vínculo indisoluble, lleno de altibajos y sostenido hasta su conmovedora escena final, son lo mejor de la película.

En su segunda colaboración con Marçal Cebrián como co-guionista, Belén Funes se consolida como una cineasta preocupada por visibilizar injusticias sociales que afectan a las clases más desfavorecidas. En Los Tortuga —título que alude a la población que emigró desde Andalucía hacia otros lugares del país durante los años 80 y posteriores en busca de oportunidades laborales— Funes muestra un trabajo sólido y maduro, siendo una de las grandes triunfadoras del pasado Festival de Málaga, donde obtuvo el Premio Especial del Jurado, el premio a la Mejor Dirección y al Mejor Guion.