Sirat

Cannes 2025. Volumen 2

Revisando las obras vistas en las distintas secciones del Festival, me doy cuenta de que unas pocas no pueden incluirse en agrupador alguno. Sirat es una de ellas. Arranca con una rave en el desierto marroquí a la que acuden un padre y su hijo menor buscando a una joven, hija y hermana respectivamente, desaparecida sin dejar rastro hace meses. La irrupción del ejército debida a un conflicto bélico global suspende el festival y dispersa a sus participantes. Un grupo trata de alcanzar otro destino lúdico en las profundidades del Sahara y el padre e hijo se añaden a la caravana tratando de encontrar a su familiar. Sirat, según la tradición musulmana, es el puente que alcanza el paraíso y es tan delgado como un hilo y tan afilado como una espada. Pocos, pues, pueden recorrerlo y aquellos que caen de él, caen al infierno.
La película de Oliver Laxe es más que un drama, una tragedia, aunque el contexto en que se desarrolla es, más bien, el de una cinta de aventuras de tono progresivamente sombrío. La huida hacia adelante del grupo protagonista, inicialmente festiva, es el camino sobre sirat y, tal vez, la caída a los infiernos. Laxe ya tenía experiencia de rodar en el desierto tras Mimosas (también con la fotografía de Mauro Herce) y ahora desarrolla de modo impecable un retrato de la rave y sus participantes con la envolvente banda sonora de Kanding Ray (premiada) para captar no solo la fiesta sino también el trayecto de aventura exótica, el riesgo y la presencia de la muerte. Entre los tres, y con ayuda de un elenco de actores no profesionales (junto a Sergi López y Bruno Núñez), se retrata una ruta que pasa progresivamente del disfrute al conocimiento propio y ajeno, que vincula el polvo del camino, las dificultades y los acantilados que recorren a sus estados de ánimo.

Sin embargo, llegados a un punto determinado del metraje, un brutal giro de guion violenta al espectador y rompe la narración. ¿Por qué?, cabe preguntar, Laxe lo decide. ¿Qué quiere contarnos exactamente con la evolución de la trama? A las veinticuatro horas del visionado, no se decir aun si es una decisión gratuita del director (un ansia por “epatar” sería tan adecuado como literal) o la respuesta es, simplemente, porque retrata algunas de esas cosas que pasan, aunque nos esforcemos en ignorarlas. quizás la explicación viene dada por el comentario de un personaje: el fin del mundo empezó ya tiempo atrás… A lo que añadiría, que no queremos reconocerlo. Mientras vimos la proyección, mientras dudo de su significado, hay cientos, miles, de muertos en accidentes y guerras en todo el mundo. Lo ignoramos, pero sucede a cada momento. Y, tal vez lo peor sea que no nos afecten tanto las noticias que tratamos de ignorar como las perturbadoras escenas que Oliver Laxe nos ha plantado bajo nuestras narices, dejándonos con un persistente impacto emocional.