Superhombres, supercine
En un momento preciso, Fingerless, el inefable personaje interpretado por Brad Dourif refiere que el Cerro Torre es inconquistable, dado que no es una montaña sino un grito de piedra. Nada mejor para atraer un montañero perseverante como el protagonista de esta cinta, Rocha, y nada mejor para atraer a esta historia al director de la misma, Werner Herzog. Porque esta historia, una de las menos conocidas y menos valoradas cintas del autor alemán, cuadra perfectamente con toda la filmografía del cineasta.
Los escaladores de Grito de piedra no son sino reencarnaciones de los ficticios Aguirre, Fitzcarraldo, Cobra Verde o de personajes reales cuya trayectoria les hace parecer ficticios como el mismísmo Klaus Kinsky (Mein lebster freund, Klaus Kinsky, 1999), el Pequeño Dieter que quiso volar (Fluch aus Laos, 1997) o Timothy Treadwell (Grizzly Man, 2005) . Son personajes atrapados en sus obsesiones y operìsticos en su actitud, grandilocuentes y tan bigger than life como su objetivo. Sin embargo, lo más destacable de esta interesante, a ratos apasionante, cinta es que revela el paralelismo del propio Werner con los escaladores e incluso con personajes como Aguirre. El director alemán también es bigger than life, su cine va más allá de la pantalla y cobra vida. Es como si tuviera la capacidad de absorber la energía de sus personajes y de traspasarla a cada uno de los fotogramas. Como en tantas cintas de Herzog, el paisaje transmite esta sensación de grandiosidad. Se trata de un paisaje como el recogido por el pintor Caspar Friedrich en la segunda mitad del siglo XIX. Un paisaje feèrico, vivo y autosuficiente, dónde el hombre debe limitarse a una extasiada contemplación…. y, sin embargo, los héroes de Herzog se esfuerzan por chocar con él, por enfrentársele y demostrar su fuerza. La fuerza del Cerro Torre, la fuerza de la selva amazónica que surcan Aguirre y Fitzcarraldo en sendas epopeyas, la fuerza combinada de hombre y naturaleza para Cobra Verde, la fuerza austera, última, de la Antártida, espacio dónde viven / sobreviven los personajes de Encuentros en el fin del mundo (Encounters in the end of the world, 2002) o la fuerza desencadenada de los ardientes pozos petrolíferos de Lecciones en la oscuridad (Lektionen ins finsternis, 1992).
Herzog toma esta enería pues de la propia naturaleza y el mismo se revela como un Fitzcarraldo obsesionado por demoler tópicos, un enamorado del cine, de la vida y del nomadismo que recurre el mundo de modo parecido a sus personajes. Así, una leyenda más de todas las que nutren su biofilmografía, el rodaje de Grito de piedra sufrió las inclemencias del tiempo. La locura que representaba la escalada del grito de piedra, del Cerro Torre, debía tener su correspondencia con la insensatez de plantear su filmación en los mismos tèrminos de realidad y riesgo de aquello que se filmaba. En una apuesta insensata pero coherente, Werner Herzog tratò de retratar fielmente el ascenso y la carrera de los escaladores hacia la cumbre…. De hecho, Grito de piedra habla de un montaje, de una perversión. La que el veterano periodista Ivan pretende hacer, lanzando a una competición insensata a un escalador de paredes y a un alpinista, es deteriorar la elegancia de la escalada y domesticar el Cerro Torre para reducirlo a un gigantesco rockodromo. Lo que pretende es deformar la aventura para reducirla a la categoría venal de espectàculo. Herzog desafía las cámaras de televisión, de las que se burla, y trata de captar aquello que ellas no consiguen debido a la tormenta: el viento helado que castiga a los competidores, la nieve en la que se hunden sus piernas, el frío, el esfuerzo físico en definitiva. Se ha acusado a Herzog de neonazi. Y aunque sus obras ponen en numerosas ocasiones en evidencia a los déspotas y los gobiernos opresivos, aquello que su cine ciertamente evidencia, es una búsqueda del superhombre … Herzog busca la comunión de hombre y naturaleza pero la entiende, y la expresa, a través del esfuerzo y el sacrificio.
El triunfo de Herzog en el Cerro Torre es una victoria pírrica. Victoria por que Herzog nos hace sentir más de la montaña y de los escaladores que las tomas panoràmicas aéreas captadas desde los helicópteros. Pírrica, aunque sea debido al azar, al coincidir realidad y ficción. porque no vemos la ascensión completa, dado que el material rodado desapareció en la tormenta (según cuenta la leyenda), En definitiva, la película se lleva a cabo con tanta imperfección pero con tanto esfuerzo y realismo como la vida misma. El alpinista Rocha (y Herzog con él) reivindica su responsabilidad y su profeionalidad, bate al neófito y realza su dignidad alczanzando la cumbre con esfuerzo sobrehumano. Sin embargo, Herzog siempre nos reserva un punto de autoreflexión e ironía, hay alguien más modesto, y posiblemente tan profesional como él, que también se ha enfrentado al biggger than life y le ha vencido. Acaso, porque contaba con la ayuda, bigger than life también, de un imaginario de cine clásico.