Adaptation. El ladrón de orquídeas

Ingenio. Pensar en Charlie Kaufman es pensar en ingenio. Si hay algún guionista o cineasta que pueda ser considerado el heredero de Woody Allen en términos de pura brillantez, ése es Charlie Kaufman. El celebrado guionista de Olvídate de mí (Eternal Sunshine in the Spotless Mind. Michel Gondry, 2004) tiene también en común con el neurótico neoyorquino el alto componente autobiográfico de su personal trabajo. «De lo único que puedo hablar es de mí mismo», es lo que dice el Charlie Kaufman de la película.

Spike Jonze fue el encargado de llevar a la pantalla su complejo argumento, después de la provechosa colaboración que supuso Cómo ser John Malkovich (Being John Malkovich, 1999). El mundo interior de Jonze casa bien con Kaufman pues ha llevado al cine una actitud que postula la diversión como espíritu, que cuestiona las convenciones y las normas, y que gracias a la imaginación nos ofrece puertas a otros mundos que nos evaden de la cotidianeidad.

Sus primeros trabajos con Kaufman estuvieron caracterizados por un mayor ensimismamiento narrativo, un intrincado juego irónico, y unos mecanismos kafkianos para tratar cuestiones metafísicas desde un punto de vista obsesivo.

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Como si Como ser John Malkovich no hubiera sido suficientemente sesuda, Kaufman llevó su imaginación al límite y solucionó sus bloqueos creativos con una pirueta argumental sostenida por varios niveles narrativos que se dan sentido los unos a los otros.

Desde el principio se nos deja entrever la condición de metacine del film, al situar al protagonista autobiográfico siguiendo el rodaje de Cómo ser John Malkovich. A partir de ahí, las capas son varias. A saber, Jonze dirigiendo un guión escrito por Charlie Kaufman, que cuenta la historia de sí mismo pasando dificultades a la hora de adaptar un libro sobre orquídeas.

Kaufman tiene problemas para dramatizar una historia de no ficción sobre una planta pero, tanto en la historia como en el guión, resuelve que la única solución es unir todos los puntos, lo que incluye las propias interrelaciones que desencadenan los procesos de documentación de las diferentes escrituras, la de su alter ego y la de la escritora del libro de origen.

El guionista intenta así comprometerse con el material, asumiendo intelectualmente su papel en el cine. Si como adaptador osa escribir una película sobre las orquídeas, como creador necesita «saber qué se siente al tener tanta pasión por algo». En el libro, Susan Orlean escribe que «la orquídea tiene una relación intensa con el insecto que la poliniza», de ahí que Kaufman no pueda desligarse del mundo que intentar crear.

«¿Sabe por qué me gustan las plantas? Porque son mutables»

El personaje del ladrón de orquídeas, Laroche, asegura que cambiar no es una opción y que es imposible no adaptarse. El film adopta aquí un doble sentido que está presente en el propio título original, ya que la adaptación a la que se alude, no sólo se refiere a la adaptación del libro al cine, sino a la metamorfosis de las especies al medio.

El ingenio de Kaufman lleva la película a la lucha de un guionista contra el sistema industrial hollywoodiense. Para ello, de nuevo, el escritor se saca de la manga un brillante recurso: el de los dos hermanos gemelos, que en este caso están interpretados por un inspiradísimo Nicolas Cage.

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La dualidad de los hermanos recuerda semióticamente a El club de la lucha (Fight Club. David Fincher, 1999). Si el protagonista de ésta se inventa a Tyler Durden como personaje imagen de lo que le gustaría ser, Kaufman utiliza, en su autobiografía, un hermano gemelo que representa aquello en lo que teme convertirse, es decir, un guionista superficial que sigue los clichés y las reglas de Hollywood.

Adaptation se convierte así en una neurótica resistencia de un cineasta a adaptarse al concepto de industria. Al igual que en la anterior colaboración con Jonze, se jalona este trayecto con una sutil ironía. Destaca así la constante utilización por parte del Kaufman guionista de una voz en off para el Kaufman personaje, recurso anatemizado por los gurús del guión, pero que, sarcásticamente, deviene valiosa, al permitir contrastar, como de otra manera sería imposible, lo que piensa el personaje con lo que hace.

La narración irónica y metacinematográfica se supera a sí misma en la secuencia final. Aparentemente incoherente desde el punto de vista literal, el final sólo tiene sentido si se observa la historia con sus ingeniosas autorreferencias, ya que la película muestra una resolución tal y como la habría escrito el hermano gemelo comercial Donald Kaufman, es decir, aquello de lo que pretendía huir Charlie en todo momento.

Persecuciones, suspense, disparos y muertes para acabar con una simple historia acerca de unas orquídeas. Una pesimista manera de terminar con sorna la adaptación del proceso creativo de sí mismo.