Los canallas

El coleóptero de la angustia

Siempre respeto a los cineastas que hacen de su propia angustia una apuesta estética a la hora de arrancar imágenes del mundo. La vivencia de la angustia es siempre un atravesamiento subjetivo, privado, y por eso es tan fácil detectar quién miente o quién es un simple exhibicionista de su (gozoso) malestar. Hágase un análisis al azar de cualquier red social y no tardarán en emerger entidades virtuales que airean ante propios y extraños las topografías de su malestar (laboral, sentimental, familiar, existencial), pedigüeños de la caridad de los megusta y los retuiteos. Pero esa emoción, de existir, de ser remotamente sincera, es malestar. No angustia.