El Festival de los Días Extraños
En un contexto social y político con oscuridades y dobles personalidades, Sitges de nuevo. Ese festival híbrido cumple su cita anual, a medio camino entre la realidad más diáfana y la pesadilla más oscura. Heterogeneidad en la programación, pasión en las calles de la ciudad catalana. La parrilla trae de nuevo nombres famosos y desconocidos, como todo buen festival. Oriente y Occidente. Género y transgresión.
Con las anunciadas presencias de directores de distintas estirpes, el Festival quiere llamar la atención de un público cada vez más diverso. Tendremos a Oliver Stone recogiendo un Premio Honorífico y se rendirá pleitesía con sendas Máquina del Tiempo a Zulawski (de quien se verá Cosmos, aclamada en el Festival de Locarno), Terry Jones (que presentará Absolutely Anything, la última incursión fílmica de los Monty Python), Nicolas Winding Refn (sobre quien, permítanme la cuña publicitaria, nuestro compañero Óscar Brox publicó una visión personal, Luces y Sombras del thriller contemporáneo, en la colección Hamsterdam de Macnulti) y el prolífico Sion Sono, que nos trae a Sitges nada menos que tres obras de este mismo año (Tag, Love and peace y The virgin pyschics) después de llevar su última obra al festival de Toronto. Aunque no todo son directores. También se reconocerá la carrera del maquillador Rick Baker (autor en su campo de un trabajo destacado, de gorilas gigantes a personajes galácticos, de hombres lobo a niños diablo), a la actriz Rossana Yanni (protagonista entre otras de diversas cintas de Jesús Franco) y a Simon Yam, que recibirá el premio Maria por su presencia en tantos thrillers asiáticos, muy especialmente a las órdenes de Johnnie To. A quien parece no tendremos es a David Fincher, pese a ser Seven, en su vigésimo aniversario, el referente de esta edición del Festival, presente en el poster, el tráiler oficial y en un pase de honor.
Y en la programación, vayamos al grano, aparte de las ya citadas, tenemos varias obras destacables.
Es sin duda difícil apostar por una u otra película. Sin embargo, no dudaría en ver (y recomendar) Anomalisa, una stop motion del escurridizo Charlie Kauffmann, así como cintas vitoreadas en el pasado Cannes (The Assassin, el paso de Hou Hsiao-hsien por el cine de artes marciales), en Berlin (Victoria, el gran plano secuencia de S. Schipper), Venecia (aunque con menos entusiasmo, Youth, de Paolo “la grande belleza” Sorrentino, con Harvey Keitel y Michael Caine), o Toronto y San Sebastián, High-Rise, la visión de Ben Wheatley (Kill List, A Field in England, Turistas) sobre el universo de Ballard.
El Festival arrancará con un debut, La bruja (The Witch, R. Eggers,2015), bendecida por Sundance, y se cerrará con un comeback, Into the Forest (P. Rozema, 2015). Entre ambas tendremos una presencia habitual asiática con el citado Sion Sono, los habituales thrillers coreanos y hongkoneses, la Japan Madness, un par de películas de alguien que no se va a perder Sitges (As the Gods Will, Kamisama no iu tôrim, 2014; Yakuza Apocalypse, the great war of the underworld Gokudou daisensou, 2015; ambas de Takashi Miike), otra de su decaído tocayo, Takeshi Kitano (Ryozu and his Seven Henchmen, Ryûzô to 7 nin no kobun tachi, 2015), otro frecuentador de estas lares que nos trae Journey to the Shore, (Koishibe no tabi (K. Kurosawa 2015) y el ilustre asiático de más difícil pronunciación con Cemetery of Splendor (Rak ti Khon Kaen, Apichatpong Weerasethakul, 2015).
Entre las obras de directores no tan famosos que a priori llaman la atención, la de un autor que repite en las Seven Chances, Entertainment (R. Alverson, 2015), de planteamiento semejante a Los idiotas de Von Trier (Idioterne, 1998), The face of an Angel (M. Winterbottom, 2014), el documental I’m your father (T. Bestard, M. Cabota, 2015) sobre el actor que encarnó a Darth Vader, Life (A. Corbjin, 2015) fotografiando a Jimmy Dean; Le tout nouveau testament (J. Van Dormael, 2015), donde tras Toto el héroe y Mr. Nobody se especula con un Dios amargado que fastidia el mundo por puro aburrimiento desde su pc en Bruselas o La dame dans l’auto avec lunettes et fusil (J. Sfar, 2015) de un autor que es dibujante y escritor de comics y autor de Gainsbourg, vida de un héroe; Evolution (L. Hadzihalilovic, 2010), debatida en San Sebastián, Schneider vs. Bax ( A. van Warmerdam, 2015) del autor premiado hace un par de años con Borgman o el debut en la dirección de Robert Carlyle con The legend of Barney Thomson. Tenemos también entre los reclamos más evidentes a Kevin Bacon en Cop Car (J. Watts, 2015),a Arnold Schwarzenegger en un inusual papel en la emotiva Maggie (H. Hobson, 2015) Nicole Kidman regresando a Australia en Strangeland (K. Farrant, 2015), a Kurt Russel y Sean Young (dos regresos aún más espectaculares) en un western con canibalismo, Bone Tomahawk (S. C. Zahler, 2015) y en el Macbeth (J. Kurzel, 2015) a Marion Cotillard y Michael Fassbender, que repite en la muy estimulante Slow west (J.Maclean, 2015), suerte de variación sobre Dead man (J. Jarmusch, 1995).
En la siempre interesante y a menudo marginada sección Anima’t, veremos Mune, le gardien de la lune (A. Heboyan, B. Philippon, 2014), El chico y el monstruo (Bakemono no ko, 2015) de Mamoru Hosada que además de concursar en San Sebastián tiene interesantes precedentes en este festival (Summer wars, Wolf Children), The crimson whale (P. Hye-mi ) y Extraordinary Tales (R. Garcia, 2015), revisando a Poe.
Y no dejemos en ningún caso de lado las Seven Chances, siete ocasiones de ver una obra singular que no tuvo oportunidad de estreno en nuestro país. En esta ocasión, cine casi experimental en Ink (2009) y The frame (2015) de Jamin Winans, Free Fall (Szabadesés, G. Pálfi, 2014) del autor de la impactante Taxidermia (2006), Alverson repitiendo con The comedy o The salvation (K. Levring, 2014), western con Mads Mikkelsen y Eva Green del autor que versionara El rey Lear de modo muy interesante desde el Dogma (The King is Alive, 2000)
.
Todo ello y mucho más en un Festival a caballo de dos gra
ndes citas electorales. ¿Tal vez el último Festival de Sitges en estado español? Bueno, si no es así, merecería la pena que una película sobre semejante distopía estrenara la siguiente edición.