Spotlight, de Thomas McCarthy

1El umbral/Umbral. Quiero empezar recordando dos umbrales.

2Spotlight (íd., Tom McCarthy, 2015) tiene todas esas ventajas del cine sobrio que cada vez cuesta más aprender a mirar. En un momento histórico en el que parece que el cine pasa necesariamente por una retórica del exceso y que hasta para contar la vida de un vendedor de ordenadores hay que remitir a no se sabe muy bien qué épica abstracta, de pronto llega un tipo que sabe rodar despachos.

3Hace unos meses tuve la ocasión de escribir en este mismo espacio sobre la implacable El club (Pablo Larraín, 2015). Lo que allí era una genialidad de forma y desesperación, aquí es un trazo firme de elegante clasicismo. El horror de los crímenes que sirven de fondo no llega al estómago, no se manifiesta, tiene una suerte de significación que pasa por el todo, por la totalidad. Lo que McCarthy señala es, por así decirlo, la estructura misma del crímen: la existencia de víctimas y verdugos que se amparan tras máscaras de poder para impedir la acción explícita de la ciudadanía. Mientras que la violencia de la cinta de Larraín era precisa y dolorosa como un tajo a la garganta –era una violencia religiosa, de fuego puro, una violencia que nos llevaba al filo mismo de la pregunta por lo humano-, McCarthy se acerca a la mostración de la burocracia del terror, la puesta en escena de su invisibilidad. Las víctimas aquí son mostradas casi con pudor, con delicadeza, como si hubiera algo en ellas que el aparataje del modo de representación clásico no pudiera mantener con claridad.

4Recuerdo el día que atravesé el umbral en mi primera clase de Periodismo, pero no el día que atravesé el umbral de la última. Dylan Thomas escribió aquello tan hermoso de “La pelota que arrojé cuando jugaba en el parque aún no ha tocado el suelo”. Quién sabe. Quizá todavía guardo algo por aquí dentro de aquel deseo: un tercio de Bourbon, un tercio de leer compulsivamente y un tercio de que te dolieran las manos de tanto martillear contra el procesador de textos. Quién sabe.