Un pim pam pum con algunos conocidos (tal vez hayan dejado de ser amigos) da pie a esta nueva misiva para usted, Sr. Von Trier. Los clichés, las normas de estilo, el patrón a seguir… ¿ha oído usted hablar de ello?
Todo viene a colación del que yo llamaría estilo Sundance. Las películas avaladas por este Instituto, sea por sus premios o por su origen de producción, se pueden identificar como un subgénero dentro del indie americano por un patrón bastante evidente: cine con raíces sociales, que hurga discretamente en la miseria pero evita la sordidez más absoluta, presenta imágenes nítidas y trata de resolver todo mediante el amor, el cariño y una suerte de atmósfera new age. Películas como Precious, Frozen River, Winter’s Bone y, ahora, Moonlight son representativas de este estilo.
Sin embargo, no es un tema exclusivo de los progresistas yanquis. ¿No cree, sr. Von Trier, que todo el cine español se parece? Es independiente de directores. Es como si la producción, en cada época, seleccionar un leit motiv y se lanzara a su reproducción en variantes más o menos (más menos que más) diversas. ¿Qué se agota el filón de la guerra civil? Pues nos pasamos a un modelo de thriller ibérico. Un thriller entre el extrarradio y lo rural, con ecos del franquismo en personajes y escenarios, con actores bigotudos o mal afeitados. (fíjese usted que los hipster barbudos se limitan a las comedias) y dónde, a falta de magnum 45, podemos recurrir a la escopeta de caza de toda la vida. Y, después de ver tres o cuatro de estas películas, ¿puede distinguir unas de otras entre las interpretadas por Luis Tosar, Raúl Arévalo o Antonio de la Torre? Tanto da quien dirija, son obras parecidas como gotas de agua.
Oiga, ¿y qué nos pasa con la Nouvelle Vague? Nos dijeron que había muerto; pero es como el océano. Repitiéndose, una y otra vez, en un infinito retorno (y qué bien que suena esa frase) con sagas familiares incluidas desde Truffaut hasta Garrel (senior y junior), de Assayas a Hansen-Love (Mr. and Ms. Smith). Y, alerta, porque lo del chauvinismo es aún más grave. No sólo llenan su festival con pelis francesas sino que abducen a los extranjeros para afrancesarles. Alaban su obra previa y les aseguran continuidad. Pero no harán blockbusters, no, como hacen esos directorcillos escandinavos secuestrados por Hollywood. Harán cine de qualitè, aquel que hasta hace un par de décadas era denostado por la critica oficial y que ahora parece encumbrarse, producción y ventas internacionales mediante. No le hablaré de Albert Serra, puesto que es historia aparte, una suerte de quintacolumnista en las filas de Cahiers… Pero fíjese en los vietnamitas, los taiwaneses o los coreanos. El sabor de la papaya verde era totalmente insípido, lejos quedaba del gusto auténticamente oriental de la sandía. “Triple H” Hou Hsiao Hsien se fue a Francia y acabó paseando el globo rojo reinflado. Y a Hong Sang-soo y Abbas Kiarostami les tocó lidiar con las dos divas más internacionales.
No sé, tal vez el tiempo me afecte y siento que de la espesa niebla que cuelga de los montes van a salir los monstruos de Stephen King y, por ello, debo gritar mi indignación antes de ser devorado. Pero da la sensación de que no queda en el cine actual ni asomo de originalidad. ¿Siempre nos quedarán las revistas de cine online o tan siquiera eso, amigo Von Trier?