Tierra quemada
El cine de Lee Chang-dong es transparente como la vida. Mejor dicho, transparente y oscuro como la vida. O, aún mejor: el cine de Lee Chang-dong es como la vida misma, brillante, doloroso, oscuro, agitado, disperso, lleno de gente solitaria, campos asfixiantes y pequeños espacios que son el último refugio de sus personajes… las películas de este autor coreano son dramas intimistas retratados con extrema sensibilidad, pequeñas historias que se van creciendo hasta desbordar los límites de la anécdota, haciéndonos sentir parte de ellos tanto en cuanto parecen ser universales. En Secret Sunshine, una mujer viuda se traslada con su hijo a una ciudad rural tratando de rehacer su vida; sin embargo, un drama aun peor la espera allí, dónde la supuesta ayuda acabará deviniendo acoso. En la magistral Poesía, una abuela al cargo de su nieto descubre que este ha participado en un asalto sexual de consecuencias fatales, debiendo lidiar entre su visión positiva de la vida, su decadencia física y la relación con los adolescentes.
La historia de Burning, basada en un relato de Haruki Murakami, basada en su vez en otro relato de William Faulkner, gira en torno a tres personajes. Burning, se inicia con el encuentro casual entre Jongsu y una antigua compañera, Haemi, a la que no reconoce inicialmente porque ha pasado una cirugía plástica. Él aspira a ser escritor y trabaja como mensajero, ella quiere viajar a África aunque sólo tiene trabajos esporádicos. En un par de escenas ambos caracteres ya han sido definidos. Él es un soñador triste pero voluntarioso; ella una joven que se guía por la estética sin mayores ambiciones o conocimientos. Lee Chang-dong contempla con absoluta naturalidad y numerosas elipsis la evolución de tan cotidiana relación, contemplando las solicitudes de ella para que Jongsu se implique en su vida, cuide en su ausencia de un gato que nunca aparece o, finalmente, la recoja en el aeropuerto a la vuelta del viaje. Será en este momento cuando aparezca en escena Ben, joven de clase alta y alto presupuesto al que ha conocido en el viaje y con el que sustituye a Jongsu. El trío establecerá a partir de entonces una relación ambigua, oscilando entre la admiración y la envidia, la amistad cálida y los celos. El director seguirá a los dos rivales y a la joven a media distancia, respetándoles, evitando juicios de valor y manteniéndose, siempre, en una narración naturalista. No obstante, ira introduciendo pequeños incidentes que amenazan con romper el equilibrio de Jongsu, en primer lugar, y del trío en definitiva: el gato al que Jongsu debe alimentar pero nunca aparece y el gato que posteriormente tiene Ben, la distancia que mantiene con un padre agresivo (cuyas herramientas y armas ocultas descubre Jongsu en su granja) y una madre fugada, el desplazamiento inmotivado de Ben al campo, las llamadas anónimas, la actividad de Ben “quemando invernaderos”…
Chang-dong desplaza la acción de los cafés urbanos y del pequeño apartamento de Haemi a la granja de Jongsu (dónde debe trabajar mientras su padre está en prisión) y, alternativamente, a la lujosa vivienda de Ben. El contraste entre un espacio y otro marca la ruptura de los sentimientos entre los jóvenes. Sutilmente, el director nos muestra los pequeños detalles de sus vidas. El desorden interior de Haemi expresado en el desorden de la habitación, con la vista de su apartamento, mirando siempre hacia lo alto, hacia las montañas que crecen tras la ciudad. El salón siempre oscuro, día o noche, de la granja de Jongsu, acechado por vocingleros discursos de Corea del Norte y el hedor de las vacas. La casa de Ben, cuidada hasta el menor detalle, impecable, refleja, más que lujo, fortaleza, seguridad, elegancia, atractivo… Chang-dong señala la relevancia del territorio y de la relación de cada uno con éste. Jongsu se siente cómodo en el apartamento vacío de Haemi, hasta el punto de masturbarse en su interior. Pero la visita al domicilio de Ben, que Haemi ha incorporado como suyo, le incomoda absolutamente. En el momento en que Ben aparece en la granja, en el territorio de Jongsu, se quebrará, definitivamente, la relación del trío. La contemplación de la puesta de sol, con la carretera al fondo y el ocre de las tierras de cultivo no es realmente relajante, es fría, apagada, como buena parte de la luz que baña a Jongsu en su vida rural. La temperatura desciende, de modo simbólico, y cada uno de ellos decide entonces qué límites marcará para con los otros.
Hay también un registro minucioso de los gestos, las expresiones de los tres personajes. Lee Chang-dong es un gran director de actores y Burning luce tres interpretaciones excelentes, absolutamente creíbles. Ello permite sacar partido de los mínimos detalles. Así, durante un encuentro entre los tres, Jongsu observa que Ben bosteza mientras Haemi hace un comentario. Una vez ella ha desaparecido de escena, repetirá el mismo gesto con la nueva novia, provocando en Jongsu la sensación de que Ben no es más que un personaje frívolo y de que ha sido él quien ha utilizado a Haemi y no al revés.
La metáfora de los invernaderos quemados que utiliza Ben, fijará el destino para los tres. Jongsu, obsesionado por haber perdido a su novia, trata en primer lugar de imitar a Ben y vagará en un paisaje rural buscando un objetivo para quemar, como quien quema los recuerdos de un pasado doloroso en una luz fría. Sin embargo, a pesar de la dureza de la situación, de las sospechas que se ciernen sobre el joven granjero y del sufrimiento que arrastra, Lee Chang-dong desarrollará la trama con suavidad, respetando en todo momento a los personajes, incluso marcando una relación respetuosa entre Ben y Jongsu hasta el último instante, a pesar del resquemor que éste siente de modo progresivo hacia su rival. La conclusión, suave y abrupta a la vez, triste en la soledad que rodea al último personaje en escena, da pie no obstante a múltiples dudas. Aunque el dolor esté presente en todas las posibilidades, Lee Chang-dong es deliberadamente ambiguo en cuanto a las pistas ofrecidas, que pueden llevar a distintos escenarios, nos recuerda que hay innumerables historias transcurriendo a nuestro alrededor y, sobre todo, si el protagonista es un amante de la escritura creativa.