Mass, de Fran Kranz

Retomamos la colaboración con La Casa del Cine para dar voz a los estudiantes de los cursos de formación en crítica y análisis fílmico.

MassDos matrimonios se reúnen en una sala de reuniones de una iglesia para discutir los trágicos acontecimientos que involucraron a sus respectivos hijos años atrás. De entrada, y a medida que se va desarrollando el argumento, parece ser el diálogo entre la familia de un agresor y la de una víctima. Sin embargo, lo que nos propone Fran Kranz en su debut como director —podemos recordarlo en su carrera como actor por La cabaña en el bosque (Cabin in the Woods, 2011), de Drew Goddard— son los testimonios de cuatro personas que son víctimas de un dolor inhumano y, en cierta medida, causantes del sufrimiento del resto de presentes. De eso trata Mass, del dolor, de la pérdida y de cómo sanar unas heridas tan profundas que son inimaginables.

Ante esta premisa inicial, es imposible no pensar en Un dios salvaje (Carnage, 2011), la adaptación que Roman Polanski hizo de la pieza teatral homónima de Yasmina Reza; sin embargo, aunque el concepto de ambas obras es esencialmente el mismo, la intención es totalmente distinta. La película de Polanski era una sátira sobre la pomposidad y la hipocresía del mundo adulto en las clases altas, mientras que Kranz se aleja de este tono cómico y exagerado para plantearnos un relato honesto y crudo sobre una realidad patente en Estados Unidos y una reflexión sobre todas las víctimas indirectas que genera la violencia.

Al tratarse de un film cuya trama se desarrolla en un solo espacio, y en la que los cuatro personajes principales se encuentran sentados alrededor de una mesa, uno puede pensar que la dirección se va a limitar a primeros planos (y sus respectivos contraplanos) y que el sello del autor se va a perder en una cinta esencialmente basada en el guion y las interpretaciones. Esto es en parte cierto: Fran Kranz tiene claro que la fuerza de su película reside en los cuatro titanes del acting que tiene entre sus manos, pero, a la vez, toma decisiones de puesta en escena que refuerzan el impacto emocional de la obra. El cineasta utiliza de forma reiterada, y con gran fuerza, los primeros planos del personaje que escucha e incluso mantiene planos vacíos, en los que el orador se encuentra fuera de campo y se observa, por ejemplo, el paisaje a través de la ventana de la sala.

Mass

Pese a la solvencia de Kranz en su rol como director, es incuestionable que los cuatro actores de Mass, cada uno de los cuales encarna a un personaje roto por el horror y la tragedia, son los auténticos protagonistas. La interpretación más destacable es la de Martha Plimpton (Los Goonies, Hope), quién encarna a una madre en busca de respuestas que pasa de mantener una actitud completamente fría a vaciarse emocionalmente en un desarrollo dolorosísimo. Los otros tres actores no se quedan atrás y todos tienen espacio para brillar. En especial, Ann Dowd (Compliance, El cuento de la criada) y Jason Isaacs (El patriota, la saga Harry Potter), quienes, en sus respectivos monólogos, son capaces de poner los pelos de punta a cualquiera. Incluso Reed Birney (House of Cards, Strawberry Mansion), en un papel más comedido, aguanta el pulso a sus compañeros y demuestra que el trabajo del director está centrado, sobre todo, en una soberbia dirección de actores. El propio Kranz infrautiliza los momentos de silencio en que los personajes no saben qué decirse y en los que las miradas de los intérpretes funcionan incluso más que los momentos de diálogo.

Mass es, en definitiva, una película que pretende (con éxito) escalofriar al espectador mostrando las fisuras de la moral humana y provocar en él una reacción visceral, emotiva, sin efectismos, a través de unos diálogos reflexivos y de unas interpretaciones magníficas. Es, por lo tanto, una de las grandes joyas del cine indie norteamericano de este año y augura una carrera incierta, pero esperanzadora, para su director. Será interesante ver qué es capaz de hacer en una película en la que no tenga la red de seguridad que suponen sus actores y su rol de cineasta deba ser más evidente.

Este artículo forma parte de la colaboración entre Miradas de Cine y La Casa del Cine, donde Gerard Garrido es alumno.