Delante de ti, de Hong Sang-soo

Soñando con ver claramente

Era de una honestidad que no había visto en pantalla jamás.
Sentí una real autenticidad detrás de su pureza.

Delante de tiLa última película de Hong Sang-soo se manifiesta, en su primera mitad, como un pequeño acertijo. Sang-ok, una actriz retirada desde los años noventa, regresa a su corea natal, tras haber emigrado a los Estados Unidos. Su itinerario consiste en visitar a su hermana y a su sobrino, para posteriormente citarse con un director de cine que le ha prometido un papel. Mientras que estos compromisos justifican el viaje de la protagonista, ciertos ademanes propios de su comportamiento proyectan una fina niebla sobre las verdaderas motivaciones del retorno de Sang-ok. Entre ellos destaca la presencia de unas breves oraciones que incursionan sobre las imágenes en off, mostrando un profundo agradecimiento por el momento presente. Esta gratitud es raramente traducida al terreno social, puesto que Sang-ok, generalmente, se muestra distante con su alrededor. En este sentido, la puesta en escena realista, repleta de planos generales y planos medios, respeta el espacio de Sang-ok, dado que también es cómplice de su secreto. La composición de los planos subraya esta noción, situando a los personajes en dos extremos opuestos del encuadre. Estos mecanismos sugieren la existencia de algún hecho que desplaza a la protagonista de su entorno. Uno que se ha ido estableciendo como un pequeño misterio que es revelado en la reunión de Sang-ok con el director. En ella, el uso del plano secuencia propicia el desarrollo de unas largas conversaciones, en las que Sang-ok es capaz de verbalizar que está enferma y a punto de morir.

Esta confesión no solamente funciona como un giro que mantiene la atención y acentúa el interés del espectador, sino que también tiene el poder de resignificar las imágenes que le preceden. Así, cada anécdota cobra importancia, cada decisión se llena de belleza, todo gesto se desvela como un último adiós. El ejemplo más brillante tiene lugar
durante la visita a la casa de la infancia de Sang-ok. Allí, un abrazo a una niña pequeña que habita el edificio en la actualidad, esconde una emotiva reconciliación con su niñez. Una dulce despedida del pasado, imprescindible para poder afrontar su inminente muerte. Del mismo modo, también cobra sentido la decisión de rodar esta película en
color. Ubicándola en una zona provista de árboles y plantas que, siempre en segundo término, se proyectan como el destino natural de la protagonista.

Delante de ti

Estas reinterpretaciones son posibles gracias a la coherencia formal que presenta el estilo del cineasta. Su negativa a subrayar el estado mental de la protagonista mediante artefactos expresivos, permite que esta condición impregne la película de forma más sutil.

Aun así, lo verdaderamente excepcional de Delante de ti es advertir como la sensibilidad existencialista de Sang-ok, propiciada por su contacto con la muerte, encaja de forma ejemplar con la filosofía minimalista del realizador del filme  generando un juego de espejos que empatiza con las estructuras parejas de muchas de sus obras. Esta característica se evidencia durante la reflexión de Sang-ok ante el director. En ella relata como, a los diecisiete años, tras intentar suicidarse, comprendió lo siguiente: ”Si puedo ver adecuadamente lo que tengo ante mi cara, no le tengo miedo a nada. Todo está delante mío, completamente. Nada que agregar o sacar. Perfectamente completo.” Este fragmento de diálogo, que como no podría ser de otra forma, recuerda a la esencia de los aforismos bressonianos, resume la grandeza del estilo de Hong Sang-soo. Su método confía en el poder del cinematógrafo para registrar aquello que está delante de nosotros, consiguiendo cultivar un cine de formas pequeñas y de dimensiones en constante expansión.

La presencia de la muerte en la trama funciona del mismo modo que el ascetismo formal característico de la obra de Sang-soo. Si bien mediante la contención afloran las más mínimas inflexiones de lo real, es con el peso de la muerte que el valor de la vida se eleva. No es extraño, pues, observar que las ideaciones suicidas son una constante en el cine del surcoreano. El mismo Sang-soo, admitió en una entrevista en Le monde en 2003 haber intentado acabar con su vida durante su juventud. A este elemento metaficcional se le suma la presencia en el filme de personajes vinculados con la cinematografía. Lee Hye-young, la actriz que da vida a Sang-ok, al igual que su personaje, tuvo una carrera exitosa en corea durante los noventa. De igual modo, las palabras que esta le dedica al director: “Sus películas son como guiones, historias cortas.” Podrían establecer al personaje interpretado por Kwon Hae-hyo como un pequeño alter ego del cineasta.

Delante de ti

El último detalle fascinante de Delante de ti es su contacto con lo onírico. Pese a que los filmes de Hong Sang-soo brillen por su sencillez y transparencia, su capacidad de desplegar las múltiples caras de lo real reside en el uso de intrincadas estructuras narrativas, que amplían y enriquecen las dimensiones del relato. En el caso que nos concierne, el esqueleto narrativo se mantiene oculto hasta el final del filme, revelando la complejidad del trabajo del cineasta en el último plano. La trama de la película está enmarcada por cuatro escenas en las que sus protagonistas duermen. Dos de ellas son previas a la trama principal, mientras que las otras dos la clausuran. La primera y la última son protagonizadas por la hermana de Sang-ok, quien nunca despierta. Esta acción genera un paréntesis que encierra la película en el territorio de lo soñado, apuntando sutilmente a la posibilidad de que toda la pieza pudiese ser una adormecida maquinación de la hermana de Sang-ok. Así, Sang-soo consigue que la pieza fugue hacia territorios aparentemente lejanos al realismo. La gracia de este mecanismo reside en que su tratamiento formal es igual al del fragmento supuestamente soñado. La falta de diferenciación entre la fantasía y la realidad, son prueba de un realismo exuberante, que se aventura a representar el mundo en su complejidad.

Maleficio, de Kevin Ko