Cómo burlarse de Wall Street entre memes de gatitos
En 2021, hace apenas un par de años, un grupo de pequeños inversores ponían en jaque a las élites de Wall Street al apostar por el caballo perdedor. De este modo, el llamado dinero de los tontos (Dumb money) plantó cara a los grandes mecanismos financieros de Estados Unidos, en una demostración del poder del pueblo. Las lujosas escenas del distrito financiero de Nueva York, a las que estamos acostumbrados, se trasladan al sótano del protagonista Keith Gill, asesor financiero y streamer aficionado que encabezó esta rebelión en el caso GameStop.
El cine como crítica al statu quo y especialmente la representación del intrincado mundo del capital podría ser un género en sí mismo. Es imposible no pensar en otros títulos recientes como La gran apuesta de Adam McKay, donde también se narraba una de esas contadas ocasiones en las que la casa no gana y son unos pocos visionarios los que consiguen burlar al sistema. Y como ya pasaba en la citada cinta, a pesar de los esfuerzos por acercar conceptos complejos a todos los públicos, es fácil perderse entre fondos de inversión y operaciones en corto.
El humor del filme bebe directamente de sus referentes en la red. Las redes sociales fueron un punto imprescindible en la historia real para la democratización del mundo financiero y la colaboración colectiva. Internet como un ágora pública desde la que poder armar una revolución, entre memes de gatitos. Dentro de la narrativa de la película, estos recursos más propios del contenido online, le otorgan ritmo al montaje y un sentido del humor absurdo que solo podemos encontrar en la red. Vemos la coexistencia casi obligatoria de las múltiples pantallas a la hora de representar la cultura actual y cómo encajarla en el lenguaje cinematográfico.
La película muestra una visión fragmentada de la sociedad americana desde el sistema sanitario y el coste de los estudios universitarios, hasta los efectos de la pandemia. La carta de presentación de cada personaje es el valor del patrimonio de cada uno sobrescrito en la pantalla, este recurso plantea desde el primer momento una evidente lucha de clases. Con la vista puesta en la realidad contemporánea más absoluta en clave social y política, la película se acerca a conceptos del cine social. Las escenas oscilan entre luminosas mansiones y un ambiente urbano más oscuro con toques de grafiti y hip hop. America Ferrera y Anthony Ramos aportan gran calidez a sus retratos de gente de a pie en números rojos, que con un móvil en la mano y algo de ilusión se lanzan a por su sueño de una vida más digna. Finalmente, la falta de un espacio real para la reflexión y la equidistancia en la crítica al sistema hacen que la película quede más cerca de la caricatura, al sobrevolar realidades tan complejas de forma superficial.
Golpe a Wall Street narra en tono de comedia esta historia real mientras hace mofa de como la unión de la gente corriente pudo jugársela a los más poderosos. Paul Dano lidera esta insurrección poniéndose en la piel del protagonista. El actor hace un esfuerzo titánico para dotar de profundidad a su personaje, reforzado por una dramática trama secundaría. A diferencia de trabajos previos del director como Yo, Tonya, también basada en hechos reales, no se consigue ahondar tanto en la historia del personaje, de igual forma también se echa en falta un humor más crítico y menos evidente. La película cuenta con grandes nombres de la comedia como es el caso de Pete Davidson o un comedido Seth Rogen, pero no termina de sacarles partido.
El suceso, del que se hicieron eco los principales medios de comunicación, llegó hasta el Congreso de los Estados Unidos en una sesión de control. Se incluyen imágenes reales de los políticos que refuerzan una narrativa hiperrealista. En la vida real la revolución no fue posible, sin embargo, por una vez el débil ganaba al poderoso. El filme tampoco resulta revolucionario, pero nos da la oportunidad de celebrar este triunfo y revivir un breve momento de ilusión colectiva con una comedia amable.