El primer día de la 56ª edición de Sitges ha venido cargado de mal rollo. Al margen de Hermana muerte, la película inaugural, también se ha proyectado la versión del 50º aniversario de El Exorcista (William Friedkin, 1973), remasterizada en 4K. Un clásico escalofriante y una muy buena opción para descubrir o revisitar la historia de Regan en esta pieza tan querida de la obra de William Friedkin.
Hermana muerte (Paco Plaza, 2023) (Inauguración)
La película de inauguración, Hermana Muerte, una precuela de Verónica (2017), ambas del director especializado en terror Paco Plaza, ya asegura un inicio cargado de tensión y una buena dosis de sangre. Con un formato 4:3 y una composición de la fotografía que parece atrapar a la protagonista, el director español convierte un convento de monjas en un espacio claustrofóbico y aterrador para contar los orígenes de le hermana “muerte”, la monja ciega que hacía una breve aparición en la precuela mencionada. Un filme que funciona perfectamente por sí solo, aunque con argumento sencillo y previsible. Es de agradecer que la película se esfuerce en crear tensión y que no abuse del susto fácil, consiguiendo en ocasiones que un simple movimiento de cámara sea de lo más espeluznante e inquietante.
Black Flies (Jean-Stéphane Sauvarie, 2023) (Órbita)
Bajo el símbolo religioso que enmarca la ciudad de Nueva York como un purgatorio de ruido y luces, Black Flies presenta una historia de bajos fondos sobre una pareja de paramédicos condenados por la condición moral de su oficio. Entre flares y sirenas, Tye Sheridan y Sean Penn circulan mediante bloques de secuencias atendiendo enfermos y heridos, poniendo en escena todo tipo de circunstancias extremas propias del mundo de la noche. La crudeza implícita de estas imágenes rivaliza con cierta estilización del drama, subrayando el conflicto emocional desde el exceso y pecando de ciertos derroteros cuando los dos protagonistas están fuera de servicio. De esta forma, lo que a priori podría parecer una actualización del Ferrara neoyorquino más torturado termina confabulando un retrato de horror a pie de calle, con miedo de los interrogantes y grises de una realidad precaria y desoladora.