Killer Joe (2011)

Killer JoeEn el año del estreno de la secuela tardía de una de las películas más terroríficas de la historia, El exorcista (1973), el emblemático director William Friedkin, cuya variada filmografía lo estableció como uno de los grandes exponentes del New Hollywood junto a Brian de Palma o Francis Ford Coppola, nos dejaba a la edad de 87 años. El mismo año en que se estrenaba en el Festival de Venecia, de manera póstuma, su último largometraje: The Caine Mutiny Court-Martial, cuya fecha de llegada a España aún desconocemos, pero que intuimos será a través de alguna plataforma. El 7 de agosto de 2023, el director de la ganadora de cinco premios Oscar The French Connection (1971), fallecía en su casa de Bel-Air (Los Ángeles) a causa de una neumonía. La ficción inmediatamente anterior a su última película, adaptación de la novela El motín del Caine (Herman Wouk, 1951), que se ha llevado a la gran pantalla de la mano de autores como Edward Dmytryk o Robert Altman, fue Killer Joe, estrenada en 2011. Doce años en los que Friedkin únicamente llevó a cabo un fallido documental sobre un anciano sacerdote italiano que practicaba exorcismos: The Devil and Father Amorth (2017).

Killer Joe se ambienta en Dallas (Texas), en el seno de una familia disfuncional cuyo endeble patriarca, el nominado al Oscar Thomas Haden Church por Entre Copas (Alexander Payne, 2004), sucumbe a los turbios planes de su hijo, Emile Hirsch (Hacia Rutas Salvajes), quien pretende contratar a un sicario para matar a su madre con el objetivo de cobrar una póliza que lo ayude a saldar sus deudas con unos narcotraficantes. Los padres de Chris están separados: él vive con su madre, a quien se da a entender que maltrata físicamente, mientras su hermana Dottie (Juno Temple) comparte remolque con su padre Ansel y la nueva mujer de este, Sharla (Gina Gershon). En medio de una noche de tormenta Chris invadirá la casa rodante de su progenitor para convencerlo de que acudir a “Killer Joe” es la opción que salvará a la familia: el seguro de vida está a nombre de Dottie y a nadie le vendría mal un pedazo de dicho pastel, que consiste en 50.000 dólares. Esta trama viene a ser la versión siniestra del cuento de la lechera: todo se construye sobre un dato que Chris ha obtenido del marido de su madre, Rex, de quien ha decidido fiarse a ciegas con tal de ver la luz al final del túnel. Evidentemente, faltará convencer al sicario de que realice sus servicios sin cobrar ni un céntimo por adelantado, pues nadie tiene los más de 20.000 dólares que este cobra por cometer el crimen. Ahí es donde entra en juego Dottie, una aniñada adolescente a quien dejarán como “prenda” hasta cobrar el seguro y poder abonar al sicario lo acordado. 

Killer Joe

Sobre una narrativa no demasiado original, aunque filmada con maestría sobre un filtro azulado que abunda en la filmografía del director, resalta la construcción de unos personajes contrapuestos por sus géneros: tres hombres contra tres mujeres. La presentación de Joe, a base de primeros planos previos al encuadre general del personaje, enfatiza sus características al más estilo western: unas manos protegidas por guantes de piel negros, unas gafas de sol policíacas, un sombrero de cowboy y la pistola que siempre lo acompaña. Tres años antes del papel que le valió el reconocimiento unánime de la crítica y el público, el problemático Rust Cohle en True Detective (Nic Pizzolatto, 2014), Matthew McConaughey ya deslumbró interpretando a este policía corrupto con una doble personalidad: su alter ego “Killer Joe” puede hacer desaparecer del mapa a cualquiera a cambio de unos cuantos de miles de dólares. Se trata de un personaje frío y calculador, de ritmo pausado, que raramente alza la voz pero que parece hipnotizar a todo el que se lo cruza. Por otro lado tenemos a Chris, un joven que no tiene dónde caerse muerto y que vende a su propia familia con tal de salvarse el culo. Si bien deja asomar en algún momento un leve ápice de remordimiento, esto no lo exime de ser despreciable. Su padre, un alcohólico sin ningún tipo de personalidad, destaca por la poca acción que emprende durante el film: no moverá un solo dedo cuando Joe ataque su mujer, a la que acabará destrozando en una violenta “cena” que pone fin a la película, no sin antes proponer un acelerado plot twist que acaba dinamitando demasiado rápido un cambio de trama que parecía alimentar el interés de la cinta.

Killer Joe

En una película tan esencialmente masculina como Killer Joe, los personajes femeninos son, si no asesinados como la madre de Chris, sexualizados y violentamente maltratados. Sharla, cuya vulva es lo primero que vemos de ella en pantalla, queda representada como la mujer infiel que será duramente castigada por ello. Provocativa y con carácter, se enfrentará a su marido y a su hijastro, pero no podrá hacer nada frente al omnipotente Joe. Dottie, cuyo cuerpo desnudo también descubriremos demasiado pronto, encarna la sexualización virginal, la criatura infantil con cuerpo de mujer que pronto será pervertida, cuando los hombres de su familia le preparan una emboscada lanzándola a las garras del detective sin que ella pueda hacer nada para remediarlo. La incómoda escena de la primera cita que comparten Dottie y Joe no deja nada a la imaginación y muestra la parte más perversa del hombre, pues los tres protagonistas decidirán por ella sin tener en cuenta su opinión. Acorralada como un animal herido sin maniobra posible, Dottie será quien protagonizará ese grand finale que, si bien queda reducido a unos pocos minutos, dota a la penúltima ficción de William Friedkin de algún tipo de atractivo más allá de la misoginia y la sexualización de los cuerpos femeninos que la caracterizan.

The Caine Mutiny Court-Martial (2023)